PERSONAJES ÚNICOS / ALBERTO GIMENO
El químico de la economía
Este vallisoletano ha logrado una beca del Programa Europa 2020 para estudios de posgrado de la Fundación La Caixa / Sostiene que el mundo de los negocios está en transición para alinear los intereses económicos a los sociales y medioambientales. Por E. Lera
Es un alquimista que tiene su propio código secreto, ya que ha creado un idioma para intercambiar conocimientos basados en información útil. Su meta es muy ambiciosa: construir un mundo mejor sin perder de vista el medio ambiente . Un objetivo grande al que mira de frente porque desde pequeño ha estado influenciado por el concepto jesuita magis que significa más en latín y se refiere a una ambición sana e inconformista de aspirar a hacer más para mejorar el entorno. Esto unido a la responsabilidad recibida desde pequeño de devolver a la sociedad lo que uno ha recibido, le llevó a empezar a colaborar en OAN International.
Alberto Gimeno desde siempre ha tenido interés en temas relacionados con la ciencia. De hecho, en su etapa escolar participó en numerosos concursos científicos tanto nacionales como internacionales. Más tarde estudió Ingeniería Química en la Universidad de Valladolid (UVA) para entender los fundamentos técnicos de cómo funciona la industria energética.
Recuerda que cuando empezó en la universidad, Europa estaba saliendo de una profunda crisis económica que quedaba muy lejos de lo que aprendía en su carrera. Por ello, decidió comenzar a estudiar en paralelo Económicas, con un programa a distancia de la Universidad de Londres.
«Aprendí cómo funciona la economía y cómo se distribuyen los recursos que se producen. También pude experimentar una manera de enseñanza universitaria anglosajona, algo diferente a la nuestra, así como forzarme a saber planificar bien mi tiempo para sacarle el máximo partido a las dos carreras», explica.
Terminó su etapa universitaria en el Politécnico de Milán , donde realizó su proyecto final de carrera de ingeniería y vio otras maneras de enseñanza, por ejemplo, la modalidad de exámenes orales que en España para un ingeniero no es nada común. De igual forma, se convirtió en uno más de la OAN International, donde el objetivo era dar respuesta a los desafíos concretos: sociales, energéticos o sanitarios de una población al norte de Benín, cercana a Nigeria, mediante el trabajo académico de la universidad. Y es que sus marcas educativas querían cambiar el rumbo de personas con problemas de acceso a agua o electricidad.
Tras la universidad, su experiencia laboral comenzó en Alemania, donde cursó unas prácticas en una fábrica de plásticos laminados a las afueras de Múnich, continuando con una breve estancia de investigación en su propia universidad. Esta vez el vallisoletano se centró en fórmulas innovadoras de obtención de biocombustibles a partir de materiales lignocelulósicos.
Sin embargo, admite que sentía que ni una vía ni la otra le permitían aplicar la preparación conjunta que había adquirido durante la etapa universitaria. Así que decidió redirigir su carrera. Comenzó a trabajar en consultoría estratégica, colaborando con algunas de las mayores organizaciones del planeta para innovar, expandir sus capacidades y mejorar su rendimiento. «Esta etapa me enseñó el mundo de la empresa desde dentro. Tuve la oportunidad de trabajar en una gran diversidad de industrias: banca, energía o telecomunicaciones, así como en muchos países diferentes: Italia, Alemania, México, Brasil o España», relata.
«Todo este contexto fue afianzando su intención de dedicarse a la transición energética de España, probablemente uno de los retos más urgentes en el corto-medio plazo como sociedad. Aquí es donde creo que puedo unir mis conocimientos técnicos de ingeniería y negocio, junto con la responsabilidad de trabajar en algo socialmente positivo», apostilla.
Es más, el ingeniero químico considera que la crisis actual puede servir de desencadenante para acelerar estos cambios. Y lo argumenta: «La inversión en renovables o eficiencia energética crea hasta tres veces más puestos de trabajo que la inversión en carbón o petróleo, por ejemplo». Además, en su opinión, el mundo de los negocios está en transición hacia un mayor foco conocido como triple bottom-line, que alinee los intereses económicos a los sociales y medioambientales. En realidad, agrega que durante esta crisis varias gestoras de activos han señalado cómo las inversiones alineadas con políticas ESG –responsables en factores medioambientales, sociales y de gobernanza corporativa– han sido más resilientes que el resto.
Empezando este camino hacia la transición energética , antes de volver de forma temporal al mundo académico, este año Gimeno ha trabajado en la división de Electricidad de Repsol. «En España contamos con la petrolera más puntera a nivel mundial en objetivos de sostenibilidad, con un foco muy importante en el desarrollo de energías limpias o autoconsumo», presume.
El vallisoletano, que ha logrado una beca de la Fundación La Caixa para cursar sus estudios de Master in Business Administration (MBA), en la London Business School a partir de agosto, expone que Castilla y León lidera la educación preuniversitaria. «El informe PISA nos coloca en el podio de nuestro país y por encima de la media de la Unión Europea. Sin embargo, más de un tercio de las personas con estudios universitarios menores de 39 años de nuestra Comunidad viven fuera de ella, más del doble que la media nacional».
En este sentido, señala que es bueno moverse, pero ese porcentaje tan significativo no viene derivado de una especial inquietud de movilidad, sino más bien de una falta de oportunidades entre localidades. «Se lleva tiempo hablando de la fuga de talento nacional, en especial a Alemania tras la pasada crisis, pero no tanto de la fuga regional. Creo que existe mucho potencial de desarrollo tomando algunas medidas que podrían fomentar la igualdad de oportunidades para aquellos territorios del país que parecen entrar en una espiral de despoblación, disminución de recursos y de oportunidades. Es necesario por principios democráticos, pero también porque no hacerlo es un coste de oportunidad de talento para Castilla, España y Europa», subraya Alberto Gimeno para, a renglón seguido, afirmar que no hay una bala de plata que lo resuelva todo.
Por tanto, sugiere luchar por diferentes frentes como son fomentar la integración entre el mundo laboral-universitario, adaptar los temarios universitarios a los desafíos sociales del momento o facilitar el establecimiento de empresas en la Comunidad, puesto que podrían dar un empujón hacia ser más punteros.
A su juicio, aunque siempre se puede hacer más, indica que sí que existen muchas iniciativas tanto privadas como públicas que premian el talento desde la etapa escolar hasta la universitaria y laboral. «Uno de los ejemplos más conocidos y del que he tenido el privilegio de formar parte son las becas de la Fundación La Caixa, que cada año permiten a muchos estudiantes españoles de alto rendimiento perseguir sus sueños, apostando así por la cultura del esfuerzo y el desarrollo del talento. Para mí, esta es una de las bases para hacer país: trabajar por la construcción de una sociedad meritocrática donde se recompense el esfuerzo y fomentando a la vez la inclusión y la igualdad de oportunidades», concluye el ingeniero.