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La terapia del corazón obeso

Un estudio en el que participa el IBGM apunta a que los antioxidantes mitocondriales podrían mejorar las alteraciones cardiacas causadas por la obesidad. Los datos obtenidos ayudan a identificar posibles dianas terapéuticas

Investigadores participantes en el estudio del que forma parte el Instituto de Biología y Genética Molecular. - E.M.

Investigadores participantes en el estudio del que forma parte el Instituto de Biología y Genética Molecular. - E.M.

Publicado por
Estibaliz Lera

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No pierde su esbelta figura, pero el daño es interior. Su función se altera y las consecuencias son mucho más que no entrar en los vaqueros y tenerte que comprar una talla más. La vida peligra, se escapa entre los dedos por la ingesta de calorías. Y es que el corazón es un órgano vital al que no le sientan bien los kilos de más . El exceso de grasa corporal hace estragos, sin embargo, la investigación está arrojando luz para acabar con la obesidad. 

En este punto, investigadores del CIBERCV, de la Universidad Complutense de Madrid-Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón, del Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) y del Servicio de Cardiología del Hospital San Carlos han realizado un modelo de obesidad inducida por la ingesta de una dieta hipercalórica con alto contenido en grasa en rata .

«Se eligió este modelo porque una elevada ingesta calórica es una de las principales causas que promueven el aumento de peso y el desarrollo de obesidad en el ser humano», explica Victoria Cachofeiro Ramos, catedrática de Fisiología y coordinadora del grupo de Investigación Fisiopatología Cardiovascular y Metabólica de la obesidad de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.

Además, comenta que este modelo se desarrolla en una rata joven, debido a que los datos actuales muestran la elevada prevalencia de sobrepeso y de obesidad en la población infantil y en la adolescencia . Todo con la meta de explorar el papel que juega el estrés oxidativo mitocondrial sobre el daño cardiaco asociado a la obesidad.

«La mitocondria es el lugar donde se produce la energía dentro de la célula, pero en este proceso se puede generar estrés oxidativo que, por norma general, es neutralizado por mecanismos de defensa que tiene, no sólo la mitocondria, sino la célula en general, para protegerse», detalla para, a continuación, agregar que estos mecanismos son múltiples y se denominan: la defensa antioxidante. 

Un nombre que proviene de que las células del músculo cardiaco son muy ricas en mitocondrias, lo que les permite mantener la elevada actividad del corazón, sin embargo, también son susceptibles de producir una gran cantidad de estrés oxidativo , ya que la mitocondria es la principal fuente de producción de radicales libres dentro de las células.

«Los resultados del trabajo muestran que la obesidad se asocia a daño cardiaco que se caracteriza por fibrosis cardiaca y por una reducción del uso de glucosa por parte del corazón para obtener energía generando resistencia a la insulina.

Todos estos cambios perjudiciales que se observan en el corazón de animales obesos se acompañan de un mecanismo que se conoce como lipotoxicidad y que se produce en el corazón obeso. Dicha cardiolipotoxicidad es consecuencia de una acumulación de lípidos en el corazón que van a favorecer la producción de productos tóxicos que dañan la función cardiaca », detalla Cachofeiro Ramos. 

Por ello, los datos dejan patente que la administración de un antioxidante mitocondrial reduce la producción de estos mediadores tóxicos y esto se acompaña de una menor fibrosis y de una mejora de la captación de la glucosa por parte del corazón, con las ventajas que conlleva. También, agrega la catedrática de Fisiología, se desvela que la cardiolipotoxicidad y el estrés oxidativo mitocondrial son dos procesos relacionados que se retroalimentan , es decir, que el estrés oxidativo favorece la cardiolipotoxicidad y ésta a su vez ayuda al estrés oxidativo mitocondrial, generando «un ciclo vicioso» que tiene consecuencias sobre el corazón en el contexto de la obesidad. 

Es verdad, dice, que la incidencia de la obesidad ha aumentado de manera drástica en los últimos años a nivel global y afecta a todos los rangos de edad. España no escapa a esta tendencia, siendo uno de los países con un mayor aumento de obesidad infantil y de obesidad mórbida que perjudica, en especial, a las mujeres.

«La obesidad no sólo es un problema social que puede impactar en la autoestima de quien la sufre, sino que es un importante problema de salud pública de primera magnitud que supone un uso importante de los recursos sanitarios, puesto que incrementa de forma exponencial el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular», sostiene y agrega que la posibilidad de muerte en sujetos obesos es entre dos y tres veces superior al de los no obesos. A esto se suma que el exceso de adiposidad no sólo genera obesidad, sino que también aumenta el riesgo de padecer un primer infarto agudo de miocardio que se puede producir incluso a edades tempranas de la vida. 

«Este mayor riesgo de una reducción tanto de la calidad como de la expectativa de vida en el paciente obeso se explica, en parte, por el impacto que tiene la obesidad sobre el corazón. Por tanto, conocer en profundidad los mecanismos que participan en el desarrollo del daño cardiaco asociado a la obesidad permitirán definir la enfermedad, predecir la evolución clínica, optimizar la elección y el momento del tratamiento y, por tanto, mejorar la calidad de vida del paciente. Los resultados de este proyecto contribuirán así al desarrollo de acciones orientadas a la prevención y detección precoz del daño cardíaco asociado a la obesidad y a sus consecuencias clínicas».

En esta línea, incide en que el estudio ayuda a entender mejor los complejos mecanismos que actúan y facilitan el desarrollo del daño cardiaco asociado a la obesidad y cómo interaccionan entre ellos. «Los datos obtenidos contribuyen a identificar posibles dianas terapéuticas sobre las que se podría actuar para mejorar las consecuencias cardiacas de la obesidad», celebra Cachofeiro Ramos. 

En concreto, los resultados muestran el papel central que juega el estrés oxidativo mitocondrial sobre este daño. «Esto es debido a que el estrés oxidativo afecta a la función mitocondrial y además también facilita las consecuencias de la cardiolipotoxicidad, es decir el daño derivado de la acumulación excesiva de grasa en el corazón alterando su función. Es necesario decir, que en un estudio previo observamos que el estrés oxidativo mitocondrial también se asocia con el aumento de peso inducido por dieta y las consecuencias metabólicas asociadas a la obesidad como es la aparición de resistencia a la insulina, que es una situación que puede derivar en el desarrollo de diabetes. Todos estos datos ponen en un contexto más amplio el papel dañino del estrés oxidativo mitocondrial en las consecuencias fisiopatológicas de la obesidad».

Este grupo de investigación lleva trabajando en el estudio de los mecanismos implicados en el daño cardiaco asociado a la obesidad los últimos quince años. Durante este tiempo han ido explorando diferentes posibilidades en función de los resultados obtenidos , así como la información generada en los diferentes trabajos publicados por otros investigadores. 

En los estudios iniciales su interés se centró en el papel de factores producidos por el tejido adiposo, denominados adipoquinas, como la leptina que juega un papel importante en el control de la cantidad de alimento que ingerimos actuando sobre el sistema nervioso central . Sin embargo, subraya que la leptina también se produce en el corazón por las células cardiacas y actúa sobre ellas facilitando el desarrollo de fibrosis. 

La acción de la leptina, así como de otros factores que han ido explorando en colaboración con otros equipos españoles, señalaban el papel del estrés oxidativo en el inicio y mediación de este proceso. Debido a que la mitocondria es la principal fuente de estrés oxidativo dentro de la célula, decidieron centrarse en el estudio del papel del estrés oxidativo mitocondrial y su relación con otros procesos deletéreos que afectan al correcto funcionamiento del corazón.

En la actualidad tienen varias líneas de trabajo abiertas, pero su idea es centrarse en profundizar el impacto de la obesidad sobre las consecuencias de la isquemia miocárdica asociada a un infarto agudo de miocardio. En otras palabras, si el hecho de ser obeso en el momento de sufrir un primer infarto va a marcar una evolución clínica diferente que si la persona tiene un peso normal . Aunque la respuesta podría parecer obvia, manifiesta que es una situación mucho más compleja que necesita ser investigada. 

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