PERSONAJES ÚNICOS | CAROLINA MARTÍNEZ RUIZ
La restauradora de la tierra
Es profesora del Área de Ecología de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias del Campus de la UVA en Palencia. Sus trabajos se centran en conseguir una recuperación más efectiva de los ecosistemas degradados por actividades humanas
No hace llamadas urgentes para proteger el planeta frente a la contaminación y la sobreexplotación de recursos naturales, pero sí que actúa para curar heridas que están ahí y que implican a toda la sociedad . Carolina Martínez Ruiz nació en La Rioja, pero es palentina de adopción. Estudió Biología en la Universidad de Salamanca (USAL), motivada por la gran admiración por Severo Ochoa. Sin embargo, durante la carrera descubrió su camino, el «apasionante y complejo» mundo de la ecología .
En quinto curso disfrutó de una beca de Introducción a la Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que desarrolló en el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (Irnasa), para optimizar la interacción entre plantas no leguminosas y bacterias del género Frankia capaces de fijar nitrógeno atmosférico y contribuir, con ello, a asegurar el éxito de las plantaciones forestales en suelos pobres en nutrientes.
De manera simultánea, desarrolló la tesina de licenciatura en el Área de Ecología de la Universidad de Salamanca, que concluyó en 1993, sobre la respuesta al fuego de formaciones arbustivas de leguminosas. Este trabajo obtuvo una mención especial del Premio Villar y Macías y Salamanca en 1996 . Tras acabar la carrera obtuvo una beca de formación de Personal Investigador del Gobierno de La Rioja para desarrollar la tesis doctoral en el Área de Ecología de la Universidad de Salamanca, que defendió en febrero de 1999.
«El objetivo era comprender la dinámica natural de la vegetación que coloniza las escombreras que quedan tras la minería del uranio en Saelices el Chico, así como aplicar técnicas de revegetación, y, de este modo, poder establecer recomendaciones prácticas para hacer más efectivas las revegetaciones futuras».
Más tarde, Martínez Ruiz realizó una estancia en investigación en el Área de Ecología de la Universidad de León, analizando la viabilidad de la recuperación ambiental de las zonas afectadas por la minería del carbón a cielo abierto en la comunidad de Castilla y León, a través de un estudio piloto en el Bierzo.
En el curso 1999-2000 comenzó su labor como profesora de Ecología en la Universidad de Valladolid, en el Campus de Palencia, y su actividad investigadora se centró en las minas de carbón de la Montaña Palentina. Realizó una estancia de investigación en la Universidad de Liverpool en el laboratorio Applied Vegetation Dynamics de la Facultad de Biología, que le permitió establecer lazos de colaboración internacionales tanto en investigación, como en docencia , a través de convenios de movilidad Erasmus para profesores. Esta colaboración, según informa, se ha mantenido y ampliado a otros centros de países como la República Checa.
Su investigación siempre ha estado dirigida a ampliar el conocimiento científico para conseguir una recuperación más efectiva de los ecosistemas degradados por actividades humanas . Ha dejado su sello en trabajos de seguimiento de la revegetación natural e inducida por el hombre tras la minería del uranio en Salamanca o la colonización vegetal de taludes de carretera con diferentes tipos de suelos. Pero también en los estudios más recientes en las minas de carbón a cielo abierto del norte de Palencia.
Esta línea se enmarca en la Ecología de la Restauración, que es una ciencia nueva que conecta con la preocupación social y científica por la recuperación de los ecosistemas degradados.
«Tiene un enfoque global y multidisciplinar y ofrece una oportunidad excepcional para validar nuestro conocimiento ecológico. Si somos capaces de comprender cómo funcionan los ecosistemas podremos abordar su recuperación de un modo más eficaz y acorde con las peculiaridades de cada ambiente», resume Martínez Ruiz.
En los últimos años han trabajado, desde el Área de Ecología y del Instituto Universitario de Investigación en Gestión Forestal Sostenible, para contribuir a mejorar las propuestas de restauración forestal en ambientes severos y perturbados, como los espacios mineros del carbón en la Montaña Palentina, potenciando procesos naturales como las interacciones positivas entre plantas . En concreto, se han centrado en la facilitación matorral-árbol, de modo que los arbustos de leguminosas actúen como especies ingenieras ayudando en el establecimiento de los árboles.
«Se ha observado que, de forma natural, los robles que se establecen en las minas de carbón no lo hacen en los espacios abiertos, sino bajo la cubierta de arbustos protectores. Por lo que, parece existir un papel facilitador de los matorrales en el establecimiento de árboles, que abre grandes expectativas para la regeneración forestal en estos ambientes. La falta de suelo con estructura, en las minas rehabilitadas, hace que la sequía estival se intensifique , debido a la baja capacidad de retención de humedad de los sustratos mineros, lo que junto con la alta presión de herbívoros limita el establecimiento de especies arbóreas», detalla la bióloga.
En un contexto de cambio climático, asegura que sería esperable que el aumento de aridez limite aún más la capacidad de reclutamiento natural de las especies de robles, altere sus patrones de abundancia relativa en la comunidad y potencie el papel facilitador del matorral como elemento clave para el establecimiento exitoso de las plantas.
A pesar del reconocimiento de la importancia de las interacciones positivas (planta-planta) en el funcionamiento de los ecosistemas y de su papel en la restauración de ecosistemas degradados, añade que son pocos los estudios que evalúan en condiciones reales su potencial para la reintroducción de especies de interés y la restauración de la biodiversidad y funciones ecosistémicas. « Nuestros resultados indican que es posible potenciar la regeneración natural y reintroducir especies de robles en áreas degradadas , mediante el efecto facilitador de los arbustos, en este caso leguminosas arbustivas que han colonizado la zona de forma espontánea. La regeneración natural se asocia a estos arbustos y los primeros datos obtenidos en la plantación y siembra de bellotas también avalan su empleo. Son necesarios más estudios para ver el comportamiento de la regeneración y de las plantaciones y siembras bajo matorral, a más largo plazo, pero estos primeros resultados son alentadores y sugieren técnicas que pueden acelerar el proceso de restauración o rehabilitación del bosque autóctono , a la vez que destapan limitaciones importantes que será necesario superar».
Por tanto, Carolina Martínez Ruiz considera que este campo de investigación puede ofrecer «grandes posibilidades» para la conservación del territorio , de manera que mediante el uso de matorrales facilitadores se establezcan otras especies, tanto herbáceas como leñosas. Es, a su parecer, un excelente método para realizar restauraciones paisajísticas de bajo coste y mantenimiento mínimo, entre cuyos objetivos no sólo se incluiría la sujeción del suelo y reducción de la erosión, sino también la conservación de la biodiversidad. « La restauración de ambientes degradados se optimizaría y abarataría utilizando técnicas basadas en el propio funcionamiento de los ecosistemas , como la incorporación de los procesos de facilitación entre las labores de restauración, lo que permitiría acelerar el proceso natural de sucesión ecológica y reducir algunos impactos ambientales y visuales asociados a técnicas tradicionales empleadas en estos lugares y, en definitiva, garantizar una gestión forestal con éxito para el establecimiento de ciertas especies», expone.
Preguntada por la situación de la investigación y la innovación en Castilla y León, apunta que parece haber una tendencia a que el sistema de ciencia, tecnología, empresa y sociedad vaya convergiendo con la media nacional en materia de I+D+i. No obstante, tiene claro que la investigación en España siempre ha estado financiada muy por debajo de lo que le correspondería a un país con nuestro desarrollo económico, con una aportación del 1,24% del PIB en 2018, mientras que la media de la OCDE para ese mismo año era del 2,40%. «Es necesario que nuestro sector público esté mejor financiado para que a las empresas les resulte atractiva la inversión en investigación », reclama Carolina Martínez Ruiz.
Eso sí, destaca que, a pesar de estas limitaciones de financiación, se trabaja mucho y muy bien en las universidades y centros de investigación nacionales y de la región.
«Esto pone de manifiesto la calidad de los investigadores responsables de estos avances científicos y tecnológicos conseguidos, y el gran potencial que podría desarrollarse con más recursos económicos y humanos, creando así oportunidades para nuestros jóvenes».
A su juicio, todavía queda un largo camino por recorrer para que la sociedad premie la innovación y el talento. «Quizá comienza a premiarse el resultado final pero no tanto el camino que es necesario seguir para conseguirlo», subraya para, a renglón seguido, señalar que la sociedad española todavía no valora en su justa medida el esfuerzo y la dedicación que los investigadores realizan para conseguir los avances científicos y tecnológicos necesarios para progresar. Pone como ejemplo la sensación que transmiten los jóvenes cuando regresan de sus estancias en el extranjero. «Sienten que fuera existe un mayor reconocimiento social y económico de la labor que realizan los científicos, mientras que aquí viven en una situación de incertidumbre, manteniendo el estatus de becario durante demasiado tiempo», sentencia.