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PERSONAJES ÚNICOS / EDUARDO WERUAGA PRIETO

El educador de la supervivencia

El berciano dirige el laboratorio de Plasticidad Neuronal y Neurorreparación del Instituto de Neurociencias de Castilla y León / Busca mejorar el trasplante de médula ósea, utilizando células madre mesenquimales o combinando con la terapia farmacológica. Por E. Lera

El berciano Eduardo Weruaga Prieto en las instalaciones de la Universidad de Salamanca. EL MUNDO

Publicado por
Estibaliz Lera

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No archiva recuerdos en el cerebro, pero se fija en la característica fundamental de este órgano: la plasticidad. Gracias a ella el ordenador de a bordo del cuerpo humano potencia los retazos de memoria más interesantes para la supervivencia y el día a día. Eduardo Weruaga Prieto es biólogo. Pudo ser médico o pianista, sin embargo, la vida le llevó por otro camino. «Estudiaba piano en el conservatorio y un familiar me aconsejó que hiciera Biología para seguir con el piano, pensando que sería más fácil que Medicina. Estudié ambas carreras, pero por una asignatura no pude acabar piano. Lo toqué incluso durante mi tesis y después; ahora tengo dos muñones en vez de manos. Siempre me arrepentiré y no sé qué hubiera sido de la humanidad si hubiera elegido otra cosa» , relata. 

Al acabar la tesina en 1991 le ofrecieron un puesto de doctorando en Suiza y se marchó. Durante cuatro años se convirtió en ayudante en el Instituto de Histología y Embriología General de la Universidad de Friburgo en Suiza, una universidad pequeña, bilingüe y «con unas posibilidades increíbles» comparada con las españolas. «Me preparé muy bien en Histología, realicé estancias cortas en Alemania (Heidelberg) y en Suiza (Ginebra y Berna), y me doctoré en 1995 cum laude con una tesis sobre los oligodendrocitos, esas células del sistema nervioso central que hacen que la condición nerviosa vaya más rápido formando vainas de mielina». Este proyecto estaba subvencionado por la Sociedad Suiza de Esclerosis Múltiple. 

A su vuelta realizó el servicio militar − «un periodo de tiempo extraño», califica el berciano− que compaginó con una beca para seguir estudiando. En 1999 defendió otra tesis en Salamanca sobre aspectos del bulbo olfativo en roedores, entrando en la neurobiología experimental, que es a lo que se dedica ahora. Tras doctorarse por segunda vez, consiguió una plaza de Profesor Ayudante, Profesor Asociado, Profesor Contratado Doctor. En 2005 se convirtió en Profesor Titular después de sufrir una habilitación nacional con tres exámenes presenciales para llegar a ese puesto. Desde 2017 es catedrático en el departamento de Biología Celular y Patología. Ha realizado estancias cortas en el Instituto Paster en París y en la Universidad del Egeo en Esmirna (Turquía).

En este tiempo ha dirigido varios proyectos nacionales, regionales y de fundaciones privadas, seis tesis doctorales, tesinas, TFM, TFG… Desde hace cinco años está al frente del Máster en Neurociencias de la Universidad de Salamanca y es director del Laboratorio de Plasticidad Neuronal y Neurorreparación del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCyL). 

En cada iniciativa Weruaga Prieto se centra en la terapia celular para paliar la neurodegeneración. ¿Cómo? Señala que estudian un ratón que tiene un defecto genético (una mutación) en un gen y que le provoca la pérdida selectiva de neuronas, más parecido a lo que ocurre en el párkinson que en el alzhéimer. «Nuestros ratones emulan las ataxias espinocerebelosas humanas, que son neurodegeneraciones raras comparadas con el párkinson, pero que no tienen tratamiento y llevan a la muerte del paciente, ya que la descoordinación de movimientos hace casi imposible su vida diaria, y todas las neurodegeneraciones van empeorando el escenario neural donde ocurren», declara el biólogo berciano.

Además de ataxia, comenta que este ratón sufre hiposmia, que es una pérdida olfativa. «Ello ocurre por la misma razón que la ataxia: el defecto del gen provoca la muerte repentina de otras neuronas en otra región del cerebro, el bulbo olfativo, y los ratones pierden capacidad olfativa» . Tanto la ataxia como la hiposmia tienen lugar en tiempos diferentes, sin embargo, se estudian a la vez. «Nosotros realizamos tratamientos de distintos tipos para frenar, paliar y parar la neurodegeneración. Lo bueno de este modelo es que en el mismo animal tenemos dos escenarios diferentes, que discurren con una severidad distinta: la ataxia es temprana y muy rápida, mientras que la hiposmia es más tardía y lenta, y menos severa. Lo malo es que tenemos que aplicar test neurofisiológicos diferentes, ya que es muy distinto estudiar la falta de coordinación de movimiento que la falta de olfato». 

En esta línea, puntualiza que la hiposmia es su especialidad. Cuentan con olfatómetros que han fabricado y patentado en colaboración con el grupo Bisite de la USAL y otros grupos de la Red Olfativa Española. «Un olfatómetro es como un órgano de tubos, pero en vez de emitir sonidos, emite viento con distintos olores que el ratón tiene que percibir. La técnica es tediosa y larga, eso sí, aporta mucha información. Todo el problema radica en que los ratones no saben ni hablar ni entienden lo que decimos, si no, todo sería muy fácil», incide el berciano. 

Las terapias que utilizan son las clásicas farmacológicas, a las que suman nuevas sustancias neuroprotectoras como la oleiletanolamida o el resveratrol. Además, las combinan con la terapia celular. En este sentido, realizan trasplantes de médula ósea de ratones sanos en ratones enfermos. «La hiposmia se mejora muchísimo, a la vez que la ataxia en menos cantidad» , apunta. Lo que están haciendo ahora y para lo que han solicitado proyectos a distintas entidades es para mejorar el tipo de trasplante, utilizando células madre mesenquimales o combinando con la terapia farmacológica. «El empleo de células mesenquimales es muy prometedor, porque son células madre adultas que se pueden extraer desde la médula ósea, nuestra grasa o incluso de una biopsia subcutánea, y es posible cultivarlas in vitro en los hospitales, teniendo a la vista un potencial terapéutico muy grande».

En su opinión, Castilla y León está demasiado centrada en el automóvil. «Tiene un potencial biotecnológico y no se fomenta tanto como el sector del automóvil o el turismo» , indica para, a continuación, añadir que hay que fomentar lo que está bajo porque lo que está alto se fomenta solo. Esta misma sensación entronca con el reconocimiento de la innovación y el talento. «Es penoso que la bióloga más conocida de España no sea Margarita Salas, sino Ana Obregón», lamenta Eduardo Weruaga Prieto. 

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Y es que, a su parecer, el dinero que España dedica a la investigación es muy poco. «Ningún Gobierno ha hecho un esfuerzo que merezca ser mencionado. Se sube y se baja los presupuestos en unos porcentajes irrisorios. Me temo que en esta crisis otra vez la investigación va a ser una de las perjudicadas, a pesar de que la crisis provenga de una pandemia que solo puede acabar con investigación. La investigación no vende, no da votos, así que no se toca», sentencia apenado.