VALLADOLID
Las aguas residuales que detectan positivos
Investigadores del Instituto de Procesos Sostenibles de la UVA analizan los niveles de coronavirus para obtener datos de la expansión de la enfermedad en la población / Buscan prevenir futuros rebrotes. Por E. Lera
Rastrear las aguas residuales está más cerca de convertirse en un método de detección temprana del coronavirus. De hecho, el proyecto FIVI nace con la idea de anticiparse a la detección de casos positivos por parte del personal sanitario usando pruebas aplicadas a la población. Y es que los investigadores del Instituto de Procesos Sostenibles de la Universidad de Valladolid (UVA) afirman que cuantificar el virus en aguas residuales ayudaría en la prevención de futuros rebrotes y en la toma de medidas preventivas adecuadas.
El primer paso de este estudio, según explica Pedro García Encina, es medir la carga viral de las aguas residuales, lo que aporta una idea de cómo de extendido está el virus en el conjunto de la población tanto en personas con síntomas como asintomáticas. «En este paso es importante establecer protocolos adecuados para la toma de muestras: cada cuánto se toman, a qué hora del día, cómo hay que tratarlas…», añade el investigador Raúl Muñoz Torre.
En un segundo paso, los datos obtenidos son utilizados para crear una herramienta digital que permita extrapolar los datos y avisar en el momento en el que esos niveles se incrementen sobre los de base. «No sustituiría a la necesidad de realizar test a los casos sospechosos o a sus contactos, pero sí permitiría tener una herramienta que da una medida temprana de cuantos contagios, incluidos asintomáticos, hay en una ciudad sin necesidad de realizar tests a todos los ciudadanos», subraya Elisa Rodríguez, gestora de I+D del Instituto de Procesos Sostenibles , para, a renglón seguido, dejar claro que lo que se encuentra en aguas residuales son fragmentos de virus y la Organización Mundial de la Salud (OMS) no considera significativo el riesgo de contagio por esta vía.
En este sentido, varios trabajos han demostrado que la COVID-19 está presente en la orina y heces de los pacientes infectados. «Las aguas residuales domésticas son aguas que, entre otras cosas, contienen las excreciones de la población y llegan a las estaciones de tratamiento de aguas residuales, donde se procede a su limpieza antes de devolverlas a los sistemas acuáticos», aclara Muñoz Torre, que incide en que no tiene por qué tratarse de virus activos, puesto que su estructura puede ir degradándose en el camino de las EDAR, pero sí que se detecta y, por tanto, puede medirse con las técnicas adecuadas su material genético o ARN.
FIVI, tal y como exponen los investigadores del Instituto de Procesos Sostenibles de la UVA, responde a la necesidad del sector del agua de obtener respuestas acerca de la presencia de coronavirus en las estaciones de tratamiento de aguas residuales y a la necesidad del sector sanitario de contar con sistemas de alerta temprana y de seguimiento epidemiológico del SARS-CoV-2 que complementen a las pruebas realizadas a la población. Además, puntualiza García Encina, el proyecto supondría un beneficio económico asociado a una detección temprana que permitiría evitar tener que tomar medidas tan duras como un confinamiento total. Por otro lado, agrega Rodríguez, podría explotarse comercialmente tanto la realización de los análisis como la herramienta online de seguimiento epidemiológico.
Se utilizarían las tecnologías ya existentes para la detección de coronavirus, principalmente la PCR cuantitativa en tiempo real. «La diferencia es que, en comparación con los análisis de muestras de pacientes que ya tienen unos protocolos muy establecidos, aquí toda la metodología hay que ponerla a punto. De igual forma, es necesario reunir datos que luego permitan extrapolar los niveles medidos en las aguas residuales con el número de contagiados en la población».
García Encina indica que la principal ventaja sería disponer de herramientas que impidan que volvamos a tener un virus muy extendido sin saberlo y contar con una radiografía de la extensión del virus en la población, de forma que tomando medidas de distanciamiento social en los inicios de un brote sea más fácil aplanar la curva. Una vez establecido su funcionamiento consideran que no se trataría de una medida demasiado costosa, sin embargo, requeriría de un cierto desarrollo económico al necesitarse material y personal que lleve a cabo los análisis.
La iniciativa, que ha resultado ganadora en la categoría de sostenibilidad dentro de la convocatoria #Innovaciónfrentealvirus de la Consejería de Educación de Castilla y León, arrancará en septiembre con los análisis rápidos en las EDAR. «Es fundamental estar con todo a punto para esa fecha, debido a que las bajas temperaturas podrían influir en una mayor propagación del virus y debemos estar preparados», declara Muñoz Torre antes de apuntar que esperan tener un prototipo en 2021.
Este grupo de investigación tiene gran experiencia en el análisis y tratamiento de aguas residuales, así como en la detección de los microorganismos que intervienen en estos procesos mediante técnicas de biología molecular. Están centrados, sobre todo, en el tratamiento de ciertos contaminantes, como metales pesados o contaminantes emergentes, y en la valorización de residuos (transformar las aguas residuales en productos de valor añadido). «Con esta crisis nos dimos cuenta de que las aguas residuales pueden ser también un buen punto en el que medir la propagación del virus. No se pueden obtener datos particulares de quién sí, o quién no, está contagiado, pero sí un dato general», reconoce la gestora de I+D del Instituto de Procesos Sostenibles de la UVA.
Por el momento están centrados en el arranque de la iniciativa y en asegurarse de que todo saldrá como está previsto, si bien, adelantan los investigadores, ya están pensando en extender la idea de FIVI a otros virus bastante perjudiciales como los de la gripe estacional, que causan alrededor de 650.000 fallecimientos al año, y otros patógenos.