LEÓN
Medidores del ruido agradable
Investigadores de la ULE estudian la calidad ambiental de las orquestas sinfónicas / El parámetro de mayor impacto es la gira de conciertos. Por E. Lera
El primer acorde es el silencio, la antesala de la emoción y la tensión propias del momento previo a que suenen las notas. La genialidad está a punto de irrumpir en escena . Al individuo le aporta una fuente de sentimientos y a la sociedad le regala una cultura de entendimiento basada en la música. Todo y nada sucede en armonía. Pero ese sonido tan deseado tiene consecuencias tanto para sus creadores como para el ambiente.
Los músicos de las orquestas sinfónicas están obligados a vivir muchas horas en un entorno en el que la concentración de sonidos y su intensidad son muy importantes. A esto se une el impacto que tienen sus giras, actuaciones... El público adora sus conciertos, pero ¿alguna vez se ha preguntado qué cantidad de energía consume la canción que enamora a sus oídos? Lo más probable es que la respuesta sea negativa, si bien investigadores del Instituto de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Biodiversidad de la Universidad de León (ULE) lo han hecho.
El proyecto, publicado en la Revista Estudios Ambientales , se ha basado en la elaboración de un índice de calidad, a modo de ficha, que cualquier persona y orquesta puede utilizar, ya que solo deben ir seleccionando la casilla correspondiente a sus características. Al final, introduces los valores de las diferentes casillas en las fórmulas del índice y obtienes un número, que corresponde a una de las cinco categorías de calidad ambiental establecidas: de la A a la E.
La categoría A sería para aquellas orquestas que utilizan salas de ensayo con LED y buen aislamiento acústico, tienen las partituras en un e-book y se trasladan en coche compartido. «Muy importante que sea compartido, de lo contrario, el mejor medio de transporte en cuanto a emisiones es el tren», sostiene Mónica Santamarta, profesora de biología y geología del IES Picos de Urbión y miembro del grupo de innovación docente DINBIO.
Para llegar a esa conclusión tuvieron que evaluar qué parámetros influyen de forma significativa en la determinación de la calidad ambiental de una orquesta sinfónica y cuantificarlos; es decir, realizar mediciones de niveles de presión sonora, contabilizar partituras, calcular kilómetros, etcétera. Más tarde, los ponderaron para obtener escalas adimensionales que permitieran realizar comparaciones de calidad ambiental entre unas orquestas y otras, y desarrollar las fórmulas matemáticas en las que poder integrar los valores adimensionales previamente expuestos, con el fin de obtener un único valor de calidad ambiental.
Los parámetros seleccionados fueron la iluminación, la contaminación acústica, el consumo de papel y el transporte debido a las giras de conciertos. En el caso de la iluminación, el parámetro más relevante ha sido la eficacia luminosa; en el caso de la acústica, los niveles de presión sonora de emisión e inmisión de cada instrumento musical. Para el consumo energético de papel, por un lado, ha sido «determinante» el tipo de instrumento y, por otro lado, la energía empleada para fabricar una tonelada de papel; sin embargo, en el caso del soporte electrónico, lo importante era conocer las horas de funcionamiento y el consumo energético de la batería de cada dispositivo. Por último, para los transportes, comenta que ha sido necesario determinar los kilómetros recorridos por cada orquesta, así como la emisión de CO2 asociada a cada kilómetro recorrido en función del medio de transporte. Para ello analizaron las giras de conciertos y los programas de diferentes orquestas nacionales durante la temporada 2015-2016.
En el índice de calidad final se ha ponderado con un 40% los transportes porque se considera que las emisiones de dióxido de carbono son «un problema de primera categoría en materia medioambiental», sobre todo en la actualidad, ya que estamos sumidos en un proceso de cambio climático acelerado por el hombre, donde las emisiones de gases de efecto invernadero juegan «un papel clave», considera Santamarta.
Otro punto interesante del estudio es el consumo energético relacionado con las partituras que supone el 30% del valor final. «Durante el proceso productivo del papel se consume gran cantidad de energía, pero, además, la fabricación de papel virgen supone la tala de árboles, cuando uno de los objetivos que se persigue a nivel mundial es frenar la deforestación», declara para, a renglón seguido, subrayar que la calidad acústica está valorada con un 20%, por su estrecha relación con la salud auditiva de las personas.
«Aunque en nuestra sociedad los problemas auditivos no están considerados los más importantes, realmente no somos conscientes de que, dependiendo del tiempo de exposición a fuertes niveles de presión sonora, se pueden provocar daños auditivos irreversibles».
En este caso, manifiesta que, si solo se trata de los niveles de presión sonora relacionados con la orquesta, la consecuencia más probable y estudiada es la presbiacusia temprana, es decir, una pérdida de audición progresiva con la edad que se ve incrementada por un tiempo de exposición continuado a niveles de presión sonora de estas características. Por último, está la calidad de iluminación. Ha sido ponderada con un 10%. Es cierto, admite, que la iluminación también tiene un consumo energético y que este puede ser elevado, pero es menor que el relacionado con las partituras y, por ende, su implicación ambiental es inferior.
La innovación de este proyecto con sello leonés radica en la vinculación entre la música y el medio ambiente, ya que, en primera instancia, parece imposible que una actividad de dichas características pueda interferir de alguna forma con el medio ambiente. «Pero hay que tener en cuenta que cualquier actividad relacionada con el ser humano causa algún impacto, directo o indirecto, sobre el entorno. En la praxis instrumental entran en juego numerosos elementos, desde los instrumentos, hasta el papel de las partituras. De forma indirecta, son muchos los aspectos que pueden tener implicaciones sobre el medio que nos rodea».
A esta diferencia se suma otra: el análisis de diferentes parámetros dentro de la propia orquesta sinfónica. «Hemos encontrado estudios dirigidos a evaluar la salud auditiva de las personas que forman parte de una orquesta, porque entre ensayos y conciertos pasan mucho tiempo expuestos a niveles de presión sonora elevados. De hecho, la Orquesta del Ballet Nacional de Canadá fue objeto de un análisis que computaba tanto las horas de ensayo como los conciertos. Pero, aunque sabemos que la contaminación acústica se ha convertido en un problema relevante en nuestra sociedad y está considerado como un riesgo laboral más, nosotros hemos identificado otros aspectos que tienen consecuencias en el medio ambiente, además de en la salud pública», resume la profesora de biología y geología del IES Picos de Urbión.
La iniciativa busca convertirse en una auditoría para las orquestas sinfónicas. En esta línea, insiste en que no es un examen desde la crítica, sino desde el poder implementar mejoras que supongan un beneficio para el medio ambiente y para la salud de los propios instrumentistas. Por este motivo, han identificado cuestiones en las que hay que esforzarse más para dejar un mundo mejor a futuras generaciones. De hecho, sus categorías permiten obtener el sello de environment friendly, que, en su opinión, se convertiría en un plus de calidad que podría ser tenido en cuenta a la hora de realizar contratos públicos, subvenciones, etc.
Todo surgió durante el trabajo de fin de grado de Ciencias Ambientales de Mónica Santamarta. Su amor por la música clásica se coló también en la universidad. Cuenta que llevaba vinculada a esta pasión desde los seis años y siempre le ha dedicado mucho tiempo. Lo habló con Luis Fernando Calvo, su tutor, que también conoce en primera persona el sector. Juntos iniciaron esta aventura que se ha apoyado en cinco orquestas sinfónicas profesionales (las de Castilla y León, Principado de Asturias, Galicia, Euskadi y Madrid).
Este primer paso, tal y como lo define, solo fue «el sueño» de una alumna universitaria, una versión 1.0 del índice de calidad y esperan, en un futuro, poder presentar una versión 2.0, actualizada y mejorada. «Somos conscientes de que nos hemos dejado cosas en el tintero y que, con tiempo y acceso a más datos, podremos profundizar mucho más y hacer que este índice sea más completo», concluye la investigadora.