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ÁVILA

El campo observa al cambio climático

Una ingeniera de la UCAV plantea alternativas para reducir la vulnerabilidad de los sistemas agrarios ante los efectos negativos de la variabilidad climática / El proyecto contiene un estudio de modelización de la temperatura y la precipitación. Por E. Lera

Gema María del Río, ingeniera agrónoma de la Universidad Católica de Ávila. EL MUNDO

Publicado por
Estibaliz Lera

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Son muchos los lugares que, aunque no se suben al tren de las nuevas tecnologías y las comunicaciones, sufren con toda la virulencia los estragos de la crisis climática . Ven desaparecer sus lagos, morir sus animales, arder sus bosques… sin poder hacer nada. El problema se cierne sobre la humanidad y el medio ambiente. 

Bastantes voces ponen nombre a este fatal desenlace: cambio climático . Los efectos son cada vez más frecuentes y severos. Por este motivo, determinados sectores buscan la manera de actualizarse en la senda de la sostenibilidad sin perder su esencia. Es el caso de la agricultura y la ganadería. Es primordial que los profesionales conozcan esta información para poder hacer frente a una crisis que azota al planeta. 

Para ayudar en este camino, Gema María del Río, ingeniera agrónoma de la Universidad Católica de Ávila (UCAV) , recogió en su trabajo de fin de máster, dirigido por Javier Velázquez Saornil, las prácticas que pueden llevar a cabo en sus explotaciones , con el fin de que se adapten de manera eficiente a los efectos del cambio climático . Las medidas se engloban en los siguientes puntos: gestión de cultivo, gestión de suelo, buenas prácticas de fertilización, gestión sostenible y eficiente del riego y otras medidas. 

Desde la perspectiva más técnica, el proyecto contiene un estudio de modelización sobre dos variables climáticas: temperatura y precipitación . Con ello, según cuenta, busca ofrecer de una forma visual, mediante mapas de la península ibérica, la representación gráfica de las predicciones que apuntan los expertos de aumento de temperatura y reducción de la precipitación. 

Para conseguir esta representación de mapas, expone que utilizó el programa QGIS, un sistema de información geográfica a través del cual se pueden gestionar, analizar y representar datos que relacionan la geografía con otro tipo de datos, en este caso, los valores de temperatura y de precipitación. Además, se centró en los escenarios climáticos propuestos en el último informe del Intergovernmental Panel on Climate Change. 

«La actividad agrícola es dependiente del clima. Además, tiene la particularidad de ser una de las pocas actividades antropogénicas que tiene una triple acción sobre el cambio climático», expone Del Río, antes de añadir que, por un lado, es sufridora directa de los efectos derivados de la crisis climática y, por otro, es como cualquier otra actividad desarrollada por el hombre, responsable de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. «Puede considerarse parte de la solución en la lucha contra el cambio climático debido al efecto sumidero de carbono que presentan los suelos agrícolas que albergan determinados cultivos».

En este sentido, la ingeniera agrónoma deja claro que la conservación del suelo es «esencial» para que se convierta en «cómplice» de secuestrar el carbono y que éste no llegue a la atmósfera. De hecho, cuenta que existen prácticas agrarias específicas de conservación de los suelos agrarios como pueden ser el mínimo laboreo y la siembra directa, basadas en alterar de manera mínima la estructura y la textura de los suelos, con la meta de mantenerlos desnudos y evitar al máximo la erosión hídrica y eólica, las cuales generan pérdida de suelos fértiles para la agricultura. 

En su opinión, la agricultura y la ganadería tienen «un gran reto» por delante : alimentar a un número creciente de habitantes en el mundo. Y todo ello, agrega Gema María del Río, intentando instaurar una forma de producción sostenible en la que se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y en la que se utilicen los recursos naturales de manera eficiente sin comprometer su uso futuro. En esta línea, asegura que la innovación tiene mucho que decir, puesto que es «la única forma» de conseguir una producción agrícola y ganadera sustentada en la investigación, el desarrollo y la digitalización. 

A eso se suma, tal y como resalta la ingeniera agrónoma, medidas basadas en la reducción de agua de riego , que encuentran su origen en la digitalización e innovación de estas prácticas, tales como el desarrollo de sensores utilizados en suelo y planta, que nos dicen en todo momento cómo se encuentra el cultivo desde un punto de vista agronómico y cuáles son sus necesidades reales de agua según su estado fenológico.

«Esta medida permite no desperdiciar una sola gota de agua de riego, pues tendremos una monitorización en tiempo real y en todo momento del cultivo», informa. 

Otras medidas como la fertilización apoyada en herramientas de mapeo de suelo permite que antes de abordar las tareas de abonado, tengan una información concreta de cada parte de la parcela, de tal manera que se utilice única y exclusivamente la cantidad y el tipo de abono que necesita el suelo o el cultivo evitando los excedentes innecesarios de producto que podrían causar una contaminación del suelo y las aguas subterráneas en el caso que se dé escorrentía. 

En el área de la ganadería, sostiene que el proyecto recoge medidas basadas en la investigación y desarrollo de formulación de piensos para rumiantes que ofrecen la posibilidad de reducir el metano generado como consecuencia de la fermentación que se produce en el aparato digestivo de los rumiantes generando gas metano. De igual manera, indica que se recogen medidas para la mejora genética con el fin de obtener razas o cruces de animales que soporten mejor las condiciones de estrés térmico en la que se encontrará el planeta en poco tiempo como consecuencia del cambio climático. 

Respecto a las ventajas, Gema María del Río declara que son en líneas generales económicas y medioambientales . Las primeras se basan en la consecución de mayores rendimientos tanto en las producciones agrícolas como en las ganaderas en base de una reducción de inputs en el proceso productivo. Las segundas miran a la minimización de la emisión de los gases de efecto invernadero que recibe la atmósfera del sector agrario. 

Pone como ejemplo la rotación de cultivos que da lugar a una producción más variada donde el agricultor disminuye el riesgo empresarial de vender un solo producto, a la vez es más respetuoso con el suelo al reducir el uso de fertilizantes, abonos y productos fitosanitarios, lo que redunda en una menor emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. 

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La ingeniera agrónoma de la UCAV adelanta que sus siguientes pasos son seguir profundizando en el análisis de los efectos que la crisis climática provoca en los sistemas agrarios para continuar estudiando medidas de adaptación a estos efectos.

«Muchas de las medidas que se proponen en el proyecto tienen como base fundamental la investigación en una primera fase para, más tarde, llevar a cabo una etapa en la que poder testarlo en el campo», afirma Del Río, que subraya que su trabajo actual la permite ver cómo alguna de esas prácticas se aplica.