BURGOS
Iniciativas para plantar cara al coronavirus
La UBU pone a disposición de la lucha contra el COVID-19 todo su potencial investigador con propuestas de proyectos enfocados a la detección del virus y a los efectos psicosociales en la población, entre otros
En una situación como la que estamos viviendo, con gran parte de la población mundial confinada en sus casas para detener el contagio del coronavirus y con cerca de 70 grupos de investigadores de todo el mundo trabajando en una vacuna que logre combatirlo, la figura de los científicos cobra una especial importancia. Precisamente hay muchas iniciativas investigadoras relacionadas con el control de esta pandemia y sus efectos en la sociedad, que se llevan a cabo muy cerca de nosotros.
Las universidades de Castilla y León, han presentado hasta ahora más de una veintena de proyectos al Instituto de la Salud Carlos III, encargado de gestionar los fondos públicos destinados a la investigación del COVID-19, y además cuentan con el apoyo de la Junta de Castilla y León que gestionará 2,4 millones. Cuatro de esas propuestas, que de momento están a la espera de confirmar su financiación, están impulsadas por grupos de investigación consolidados de la UBU y una más de carácter mixto en colaboración con otras universidades y centros. Cómo explica el Vicerrector de Investigación de la institución burgalesa, José Miguel García Pérez , en este caso las investigaciones irían enfocadas a varias líneas de trabajo.
Por un lado, se centraría en el aspecto psicosocial de la crisis para conocer cuál es la situación de la población en estos momentos y cómo trabajar para la recuperación del tejido social una vez pasada la emergencia sanitaria; por otro lado, se ha propuesto desarrollar una modelización matemática para conocer la extensión del virus.
Por último, se han presentado otras dos propuestas con una vertiente más relacionada con la detección del patógeno en diferentes entornos ambientales, lo que supondría un avance para saber de qué manera se comporta el COVID-19 en diferentes superficies y qué zonas públicas necesitarían desinfección por ser focos reales de la infección.
Como otras muchas instituciones de la región, el motor investigador de la Universidad de Burgos se ha puesto en marcha con diferentes proyectos que participan también en otras convocatorias impulsadas desde entidades privadas o público-privadas que buscan financiar trabajos relacionados con el coronavirus. También recientemente se ha sumado a la iniciativa #innovacionfrentealvirus con la que la Consejería de Educación de Castilla y León y la Startup OLÉ han creado una plataforma y una comunidad innovadora y tecnológica multidisciplinar que busca hacer frente a los efectos de la enfermedad desde diferentes puntos de vista. Además, la UBU, junto la UVA, el ITACyL, el CSIC y la Gerencia de Salud de la Junta de Castilla y León, han puesto en marcha el Laboratorio de Análisis PCR de SARS-CoV-2 ubicado en la Universidad de Valladolid y que estará coordinado por el profesor titular y director del Área de Microbiología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Burgos, David Rodríguez Lázaro.
Pero la Universidad de Burgos también ha lanzado sus propias iniciativas para aportar su granito de arena en esta situación. Una de las que más impacto ha tenido en el ámbito nacional ha sido la fabricación de pantallas faciales de material de seguridad con impresión 3D, con la que se han llegado a las 21.500 unidades que se han repartido por diferentes centros sanitarios, socio sanitarios y empresas, especialmente del sector de la alimentación, de muchas provincias españolas, o la elaboración con la misma técnica de soportes adaptables a las manillas para la apertura de puertas en hospitales. Como destaca José Miguel García Pérez, estos proyectos han tenido una gran acogida gracias al compromiso de los propios alumnos de la UBU a los que en un primer momento se invitó a participar.
«La universidad contaba con una decena de impresoras 3D e hicimos una convocatoria a los alumnos y con ello calculábamos que conseguiríamos tener a nuestra disposición unas 30 máquinas. Pero los alumnos, a través de sus redes sociales, empezaron a difundir la iniciativa y ahora trabajan en este proyecto cerca de 400 colaboradores coordinados por la universidad. También han participado muchas empresas haciendo donaciones para el material que se entrega a los impresores. Ha funcionado muy bien».
Esta actividad investigadora y de desarrollo en innovación no sería posible sin el trabajo que la Universidad de Burgos lleva a cabo desde hace tiempo. Como destaca su vicerrector de investigación, en los últimos años ha habido un gran desarrollo en este ámbito pasando de los 60 proyectos competitivos hace cuatro años, a los 140 que se desarrollan en estos momentos y además de una captación de fondos de más del doble. Así se ha conseguido una plantilla de investigadores, tanto de la propia UBU como contratados para la ejecución de proyectos específicos, que ronda las 200 personas y que desarrollan su actividad en los numerosos grupos de trabajo multidisciplinares de la UBU, lo que supone una fuente de riqueza para la economía de Burgos y su provincia, como apunta el propio García Pérez.
Asimismo, el trabajo conjunto tanto con empresas, como con otras instituciones del ámbito de la investigación son esenciales. Para ello cuentan con diferentes programas enfocados al trabajo colaborativo entre el sector industrial y la universidad, que favorece que los alumnos puedan también tener contacto con departamentos de I+D+i de carácter privado. Además, la colaboración con otros centros de investigación nacional e internacional sirve para reforzar las relaciones entre investigadores y en muchos casos propician tanto su movilidad, como su intercambio, lo que supone una experiencia vital y profesional muy importante.
Aunque el futuro en estos momentos es incierto, el vicerrector de investigación de la UBU destaca que uno de los principales objetivos para la institución es tratar de consolidar lo que se ha conseguido hasta ahora, incrementando todavía más la base investigadora, propiciando la creación de nuevos grupos en los centros que no tenían tanta trayectoria en investigación y, sobre todo, intentar fijar investigadores jóvenes y rejuvenecer la plantilla y los grupos.