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SALAMANCA

El músculo que se debe entrenar a diario

Investigadores de la UPSA descubren algunas razones por las que la práctica de atención plena puede mejorar la salud psicológica y el bienestar de las personas / Identifican tres factores asociados a los beneficios observados. Por E. Lera

Miembros del grupo de investigación en las instalaciones de la Universidad Pontificia de Salamanca. EL MUNDO

Publicado por
Estibaliz Lera

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Pasan los días y, en demasiadas ocasiones, el cuerpo está, pero la cabeza camina por otros derroteros. Está centrada en todo lo que hará después de acabar el confinamiento, sin embargo, es importante que deje de lado los castillos en el aire y se concentre en teletrabajar. Parece un imposible. 

Cuando llega el momento de enfrentarse al folio en blanco porque el tiempo se agota, aparece en la pantalla del ordenador un icono que avisa de nuevos correos electrónicos en la bandeja de entrada. La distracción gana la batalla a la concentración y el dedo se desliza para conocer el contenido de esos mensajes. 

La atención parcial se ha apoderado de nosotros. Sabemos que este parón provocará que cueste entre 10 y 20 minutos reemprender la actividad que teníamos prevista. Nos da igual. Cuando ya hemos dado el paso, llega el precio: estrés, ansiedad y sensación de agobio de llegar tarde a todo, de no tener tiempo para nada. 

Lo hubieras tenido si en ese instante donde el cerebro se debate entre el sí y el no, hubiéramos proseguido con la tarea hasta terminarla. Es verdad que la desconcentración es continua y el bombardeo no cesa, por eso es tan importante entrenar la mente. Es clave poner el foco en lo que buscamos e ir alcanzando cotas hasta llegar a la cima. Entonces, ¿es momento de crear nuestro gimnasio particular? 

Investigadores de la Universidad Pontificia de Salamanca ( UPSA ) han llevado a cabo un estudio destinado a descubrir algunos de los motivos por los que la práctica de atención plena puede mejorar el bienestar de las personas. El trabajo, publicado en el Journal of Clinical Psychology, identifica tres factores que podrían estar asociados con los beneficios observados para la salud mental de las prácticas de atención plena. 

La base de este proyecto, según explica el catedrático de Psicología José Ramón Yela, se asienta en los contenidos esenciales de los entrenamientos en autocompasión, como son la importancia de ser bondadoso con uno mismo, clarificar los propios valores personales y desarrollar la aceptación ante situaciones críticas. 

Tras revisar algunas de las contribuciones de investigaciones anteriores sobre este tema, este equipo salmantino puso encima de la mesa tres variables que podría desempeñar un papel importante: la capacidad de ser compasivo con uno mismo; experimentar que la vida tiene un significado, es decir, que hay elementos valiosos e importantes en la vida y valores que perseguir, y la disminución de la tendencia a evitar pensamientos, emociones o experiencias que pueden ser desagradables, pero que forman parte de nuestra vida. 

Además de identificar tres factores que podrían subyacer a los efectos positivos de la práctica de atención plena, llegaron a la conclusión de la existencia de «un mecanismo secuencial específico» que se desarrolla a lo largo del tiempo de práctica. En concreto, Yela considera que la práctica de forma regular de atención plena puede aumentar los niveles de autocompasión, lo que a su vez hace que la vida sea percibida con más sentido y significado y motivando a la persona que practica estas técnicas a involucrarse más en la vida y pasar a la acción, reduciendo así su tendencia a evitar experiencias desagradables. 

En su opinión, la atención plena provoca efectos psicológicos positivos debido «en gran medida» a la capacidad de ser compasivo con uno mismo. «Si la persona practica atención plena tan solo cuando tiene dificultades emocionales, es decir, buscando poner fin a su malestar, sin desarrollar una actitud bondadosa hacia sí mismo, probablemente no va a apreciar ningún beneficio duradero», subraya.

Por tanto, el catedrático de la Facultad de Psicología de la UPSA detalla qué es ser compasivo con uno mismo: «Consta de tres componentes: la capacidad de ser amable consigo mismo en lugar de ser autoexigente o autocrítico; reconocer que el sufrimiento, el dolor y las dificultades son comunes a la naturaleza humana compartida en lugar de sentirse avergonzado y raro por no ser feliz y tratar de aislarse para que nadie se entere, y estar abierto a sentir las propias experiencias internas perturbadoras, tales como pensamientos o emociones negativas, conviviendo con ellas como fenómenos transitorios que aprendemos a aceptar si los contemplamos con atención plena». 

Con esta información, hay que pasar a la siguiente fase. Existen programas como el de Reducción del estrés basado en Atención Plena, que cuenta con el apoyo empírico de la Asociación de Psicología Americana, Sociedad de Psicología Australiana y del Sistema Público de Salud del Reino Unido, que ha demostrado su eficacia para mejorar el estado de ánimo en personas que sufren cáncer, dolor crónico, fibromialgia, artritis reumatoide o cefaleas. 

Y esa segunda fase, expone José Ramón Yela, pasa por seguir desarrollando los programas de atención plena que se utilizan en el ámbito clínico considerando el papel central que juega el desarrollo de una actitud compasiva hacia uno mismo, la clarificación de los valores personales y la puesta en marcha de estrategias de aceptación y pasar a la acción ante las dificultades. 

El estudio, que arrancó en 2018, utilizó una base de datos que incluía 1.373 participantes de América Latina y España con una edad media de 33,7 años que completaron un cuestionario online. Para probar las hipótesis, pidieron a 414 meditadores y 414 no meditadores que respondieran a cuestionarios diseñados para medir sus niveles de salud mental, autocompasión, evitación experiencial y percepción de sentido en su vida. Más tarde, analizaron los datos, comparando las respuestas de las personas que practicaban atención plena con las que no. 

Los resultados, tal y como declara, fueron muy interesantes. La conclusión más clara fue que la práctica constante de atención plena fomenta la autocompasión, ayudando a las personas a encontrar un mayor sentido a su vida, pero también reduciendo la tendencia a evitar o escapar de pensamientos o emociones desagradables que causan dolor, sufrimiento o malestar. 

Los planes de futuro de este grupo de la UPSA, del que también forman parte Antonio Crego, María Ángeles Gómez, José Buz, Elena Sánchez, Pablo Riesco, Alejandra Melero y Laura Jiménez, son descubrir otros mecanismos que podrían mediar en la relación entre la atención plena y el bienestar psicológico. Además, comenta que están evaluando la efectividad de algunos enfoques terapéuticos y protocolos diseñados para desarrollar la atención plena y la autocompasión, trabajando con muestras de profesionales sanitarios, y estudiando la posibilidad de mejorar sus niveles de ansiedad, depresión y bienestar psicológico.

Desde el punto de vista de procesos básicos, Yela sostiene que se están llevando a cabo estudios en los que se compara el efecto del entrenamiento en neurofeedback con el entrenamiento en atención plena, a la hora de apreciar modificaciones en algunos parámetros de la actividad cerebral. 

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También están planificando un trabajo sobre los efectos de la práctica de entrenamientos en autocompasión en una serie de parámetros psicológicos y de salud relacionados con el envejecimiento celular −a nivel de estrés oxidativo y longitud de telómeros−. En este proyecto, harán un seguimiento durante tres años de las personas que están empezando a practicar programas de autocompasión y las compararán con personas con una gran experiencia acumulada.