BALONMANO
Víctima de sus experimentos
El mejor Recoletas de la temporada, alterado y minimizado por las rotaciones, regala el triunfo al rocoso Bidasoa, que se impone sobre la bocina
Trágico y cruel despertar para un Recoletas Atlético Valladolid que vio como el sueño de doblegar a uno de los poderosos de la Liga Asobal, como es el ‘EuroBidasoa’, se esfumó en el último suspiro con un gol a dos segundos para el final desde los nueve metros y casi a la desesperada obra del central Sergio de la Salud.
Quizás el mejor Recoletas Atlético de Valladolid no supo sacar tajada a su superioridad en la primera mitad al empeñarse en esa errática y a la vez desconcertante cultura de repartir minutos por doquier.
Al menos en un equipo pequeño como el conjunto vallisoletano que tan solo tiene que jugar un partido por semana. ¿Cual es el motivo de hacer cambios a la americana o de al llegar al ecuador de cada parte dar entrada a la segunda unidad vaya como vaya el partido? Podría entenderse en equipos que doblan competición o que poseen superplantillas fabricadas a golpe de talón para controlar los egos. Pero en el resto del balonmano, el de los mortales, rendir pleitesía a esa cultura lleva, casi siempre, al error como ocurrió ayer. Porque ayer el Recoletas tuvo contra las cuerdas al Bidasoa en un primer tercio de partido para enmarcar. El 10-5 del minuto 21 hizo soñar con el triunfo.
Cada más lejos de la verdad porque Óscar Ollero, con la enfermedad de la amnesia aparcó en el banquillo a los jugadores que ‘bailaron’ (literalmente) a eso hueso duro de roer como era el Bidasoa.
Porque haber alineado a 14 jugadores (13 más el portero) antes de llegarse al descanso suena cuanto menos a osadía. A pesar de los pesares el Recoletas se fue al descanso tres arriba (14-11) gracias a un gol sobre la bocina desde su campo de Patrianova.
El Bidasoa, con su siete inicial, salió dispuesto a meterse en el partido tras la reanudación. Y lo consiguió en apenas seis minutos (15-15) gracias al poder resolutivo de sus extremos Crowley y Odriozola. Incomprensiblemente, vuelta a empezar.
El Recoletas volvió a activarse como más le gusta, corriendo e imprimiendo una marcha más que su rival para evitar los ataques posicionales ante la cerrada, férrea y poco castigada defensa irundarra.
en primera y sobre todo en segunda oleada volvió a poner el partido en franquicia (20-16, a 19 minutos para el final).
Pero de nuevo se atascó desperdiciando sus dos únicas superioridades y estrellándose ante el portero Ledo, sustituto del titular Rangel, goleado en la primera mitad. La errática rotación de banquillo hizo el resto. Al contrario que hizo el Bidasoa, con los mejores en cancha, el Recoletas jugó a la ruleta rusa con un reparto de minutaje no entendido y acabó por costarle la derrota, posiblemente inmerecida, y del todo cruel con el gol postrero de De la Salud (25-26).