BURGOS
30 años (y pico) rompiendo moldes en el rock español
Pionera sin saberlo y con «los ovarios sobre la mesa», Daría Ras sigue dando guerra junto a Frío y otros artistas / El próximo sábado, la cantante y compositora burgalesa recibe un cálido homenaje en el municipio palentino de Aguilar de Campoo
Llamaba la atención ver a esa chiquilla cantar blues en la escalera. Tanto que una vecina le preguntó a su madre «si habíamos vivido fuera de España». Tendría Daría Ras por aquel entonces 9 o 10 años. Y ya apuntaba maneras, aunque nunca jamás hubiese imaginado que acabaría girando junto a Los Suaves o que Chris Farlowe le montaría una escena de celos por llevarse a su público de calle.
Más de tres décadas lleva esta pionera del rock nacional en activo. Nació en Palencia, se crió en Asturias y remató en Burgos recién estrenada la adolescencia. A los 15, con su guitarra y «todo el morro», empezó a dar bolos compaginando temas propios y ajenos. Hacía «un poco de soul y canción protesta en plan Joan Báez» hasta que el Made inJapan de Deep Purple se cruzó en su vida. La magia de John Lord con el teclado supuso, sin duda, «un antes y un después». Se apuntó al conservatorio para aprender piano y solfeo mientras se «comía las cintas» de bandas más cercanas geográficamente como Leño, Obús o Barón Rojo.
No había vuelta de hoja. Daría y el rock unidos para siempre. Dejó los bolos guitarra en mano y se metió en una orquesta, aunque «nadie sabía que cantaba». No duró mucho porque «andaba ya en un plan muy heavy» y montó su primera banda, Ras, a la que debe su apellido artístico. Ya en el 89, grabó una maqueta con una «mierda de aparato». Sin que ella lo supiese, una amiga envió la cinta a la discográfica Casino porque «estaba empeñada en que eran temas muy buenos». Y bingo. El 2 de enero de 1990 vería la luz Nº1, el primer disco editado en España ese año.
Desde el principio, tuvo claro que prefería formar parte de una banda. Más que nada, porque «el rock and roll es compartir, no ir de diva». En esa España todavía inmersa en el poderío de las folclóricas -el único nicho, prácticamente, para las mujeres en la música-, Daría encontró en Frío el mejor de los refugios. Rodeada de «musicazos», amigos ante todo, se abrió camino a base de «poner los ovarios encima de la mesa».
Es triste decirlo, pero tuvo «mucha suerte» con sus compañeros. Otras no tanto. No en vano, el machismo campaba a sus anchas en el rock -hoy también, pero menos- y Daría ha tenido que lidiar con situaciones de lo más desagradable. Por ejemplo, «estar haciendo la prueba de sonido con el piano y que se suba un tipo para ver si suena porque pensaba que estaba grabado». O la demoledora frase de uno de los mánagers más importantes del mundillo: «Tú ahora tienes muchas ganas de hacer directos y giras, pero nos metemos en un disco y mañana te puedes quedar embarazada». Tenía 22 años y no daba crédito. Por suerte, los Frío siempre la han «defendido a muerte».
Contra viento y marea, la banda burgalesa irrumpió en la escena a principios de los 90 con tres discos en apenas cuatro años. Daba la sensación de que no había mujeres en la escena y Daría quiso romper moldes, adelantándose a Amaral en el Sonorama Ribera, con sus pechos al aire en la portada de Estamos vivos (Edivox, 1994). «Estamos en la morgue y se supone que somos cuatro cadáveres. ¿Vas a poner a la tía con sujetador?Es ridículo. Además, no tenía ningún afán sexual sino naturista».
Fue en aquella década cuando los Frío lograron vivir dos o tres años de la música. Pesó, y mucho, el ser de Burgos. «En Madrid, era como si les dijeras que veníamos de Siberia o de la España profunda. Había mucho elitismo», recuerda. Aun así, el gran José Luis Álvarez Calviño logró auparles como teloneros de Los Suaves y la voz de Daría resonó por todo el país.
Las sorpresas de la vida
Harían falta ríos de tinta para escribir las alegrías, sinsabores y anécdotas -las que se pueden contar- de esta rockera de armas tomar. Pero no hay que perder de vista el presente. O el futuro a corto plazo, mejor dicho. Lo más inminente, el más que merecido homenaje a sus treintaipico años de carrera, el sábado 2 de noviembre, en la biblioteca pública Bernardo del Carpio de Aguilar de Campoo, como antesala del Esfera Fest, que este año cuenta con la participación de Rojo Fuego, Bumper y Emboque.
Reconoce sentirse «muy sorprendida y emocionada». Aparte, se reencontrará con Leo Cebrián y Paco Manjón, artífices del documental Ellas son Eléctricas que tanta justicia hace para el rock femenino estatal. Daría lo agradece de corazón, aunque lo que realmente desea es subirse al escenario por la noche con sus colegas de Bumper y Emboque. Es lo que tiene su adicción a la música, tan fuerte que «cuando no hago algo creativo soy una amargada de mierda y me convierto en un ser inaguantable».