Las muertes por calor se triplican en Castilla y León y alcanzan ya las 177

Las altas temperaturas que se registran en verano, especialmente en periodos de ola de calor, no solo dificultan las actividades cotidianas de los ciudadanos, sino que además pueden ser muy peligrosas y causar incluso la muerte si no se toman las debidas precauciones. Y no se trata de algunos fallecimientos aislados, sino que en Castilla y León en lo que va de periodo estival han perdido la vida por altas temperaturas 177 personas, lo que supone el triple que las que lo hicieron en el mismo intervalo del año anterior.

Son las estimaciones que publica el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) en sus informes de mortalidad, los cuáles muestran como durante el verano el calor extremo se convierte en una causa de muerte muy a tener en cuenta, y más este año cuando está siendo todavía más agresivo, tal y como revelan las cifras.

Como contexto, esas 177 personas fallecidas por las altas temperaturas durante el mes de julio y los primeros once días de agosto, que es la última fecha con datos disponibles; suponen un incremento muy notable con respecto al mismo intervalo del año pasado, cuando los decesos se situaban en 58. Asimismo, agosto se muestra especialmente agresivo, pues aún habiendo transcurrido poco más de un tercio del mes, el calor ya se ha cobrado 81 vidas, prácticamente la mitad del total acumulado del verano.

De hecho, en el conjunto de España, la primera semana de agosto, transcurrida entre el 29 de julio y el 5 de agosto, se ha situado como la peor del año con 335 muertos en todo el país. Asimismo, en la temporada veraniega Castilla y León se sitúa como la tercera comunidad autónoma con más fallecidos.

Cuando se trata de altas temperaturas y de los peligros que entrañan, las personas más mayores son las que deben aumentar las precauciones, ya que son el grupo de población más susceptible de sufrir insolaciones, episodios de deshidratación o incluso fallecer. De hecho, los datos publicados por el Instituto de Salud Carlos III así lo confirman, ya que de los 177 fallecidos en Castilla y León en lo que va de verano, 129 tenían 85 o más años, lo que expone bien a las claras los riesgos para estas personas.

La realidad que muestran los datos es que el verano de este año está siendo especialmente duro en su peor vertiente, la que tiene que ver con las personas que pierden la vida como consecuencia de las altas temperaturas.

Conviene destacar, además, que Castilla y León registró el segundo peor julio de todo el país. A lo largo del séptimo mes del año fallecieron por el calor 96 personas, solo superadas por las 202 de la Comunidad de Madrid. Con todo, las cifras que dejan los primeros días de agosto anticipan unos resultados mucho peores, ya que en el conjunto del país en estos once días ya se han superado las muertes de todo julio, con 796 frente a 765. En territorio castellano y leonés, si bien no es tan clamoroso, ya se han contabilizado casi tantos decesos como en el mes anterior.

En lo que respecta a las provincias, el comportamiento de los nueve territorios es muy heterogéneo, puesto que mientras en algunos la mortalidad por calor es muy baja, con solo cinco víctimas en lo que va de verano, en otros se dispara hasta casi diez veces más. Es el caso de Palencia, la provincia con más fallecidos de la Comunidad en lo que va de estío, y que ya se sitúa con 44.

El caso de Palencia es especialmente llamativo. En primer lugar, porque acapara casi el 25% de los muertos totales de la Comunidad, es decir, uno de cada cuatro. En segundo lugar, el territorio palentino ejemplifica como la estadística se ha disparado de un año a otro. Tomando como muestra julio, por ser un mes completo, en 2024 dejó 22 defunciones frente a las ocho de 2023, con lo que casi las ha multiplicado por tres.

La siguiente provincia en la lista por número de fallecidos en verano a consecuencia de las altas temperaturas es Valladolid, que aparece en esa segunda posición con 24 muertos a pesar de situarse muy lejos de las cifras de Palencia. Siguiendo con la tendencia generalizada, anotó 14 defunciones en julio y lleva diez en agosto, lo que una vez más anticipa un mes que, en el escenario menos negativo, podría igualar los registros del año anterior.

La tercera posición de la lista provincial es para Ávila, que acumula 23 personas fallecidas. En este caso, a lo largo de todo julio murieron 13 personas, mientras que el agosto abulense acumula hasta el día once una decena de fallecidos.

Por detrás de Ávila aparece Salamanca, que destaca por ser una de las provincias con mayor diferencia en las cifras de fallecidos entre julio, cuando registró 14, y agosto, ya que en lo que ha transcurrido anota ocho defunciones.

Con 19 fallecidos a consecuencia del calor se sitúa León, justo por delante de Segovia, con 18, y a esto se suma que la distribución de los óbitos en ambas provincias es batante similar. En territorio leonés se reparten casi a partes iguales entre todo julio y lo que va de agosto, con diez y nueve respectivamente, y anticipando una vez más un mes peligroso, especialmente para los más vulnerables. Segovia, por su parte, alcanzó la decena de fallecidos el mes pasado, mientras que en el presente se mantiene con ocho.

Justo por detrás de estas dos provincias se sitúa Burgos, que alcanza los 17 muertos en verano por causas relacionadas con las altas temperaturas. De ellos, ocho perdieron la vida en julio, mientras que los nueve restantes corresponden al presente agosto.

Finalmente, por debajo del umbral de los diez fallecidos en verano solo figuran dos provincias, Soria y Zamora. La provincia zamora se sitúa ligeramente por delante, con seis fallecidos, mientras que le sigue de cerca la soriana con cinco.

En cuanto a las recomendaciones del Ministerio de Sanidad para evitar las peores consecuencias de las altas temperaturas están muchas acciones que también dicta el sentido común, como es el mantenerse hidratado de manera adecuada, prestar especial atención a niños y personas mayores, permanecer el mayor tiempo posible en lugares frescos o a la sombra y evitar permanecer en el interior de un vehículo estacionado y cerrado.