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ESPÍRITUS LIBRES | IRENE GARCÍA-INÉS

«Debemos devolver la esencia al Camino como rito de paz de nivel antropológico»

Artista comprometida. A los 15 años conoció a Jato, hospitalero de Villafranca del Bierzo. Desde entonces no ha perdido el vínculo con la ruta jacobea. Tampoco con sus raíces segovianas, en Fuentidueña. No descarta reivindicar el ábside de San Martín de su pueblo al museo The Cloisters de Nueva York. Peregrina y artista de primer nivel, con talleres en Villafranca, Madrid y Venecia. Bajo el lema “Por amor al Camino” lucha por la recuperación de la esencia de la ruta, a nivel cultural, espiritual y antropológico. Agitadora cultural al frente de La Maya Lab.

Irene García-Inés, junto a algunas de sus obras en un espacio del albergue Ave Fénix.ARGICOMUNICACIÓN

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La anterior entrevistada, Luz María Carcedo, hizo esta pregunta sin saber a quién iba destinada:

P.- Dime tres cosas que te hagan feliz.

R.- Una buena aventura, cantar coplas con mi abuela y el tiempo para no hacer nada.

P.- ¿Qué es para usted ser un espíritu libre?

R.- Casi una redundancia, porque un espíritu, por naturaleza, ya debe ser libre. El problema es que, a menudo, lo encarcelamos.

P.- ¿Cómo se gana la vida?

R.- Hago todo lo que me apasiona: cultura, arte y recoger saberes populares.

P.- ¿Qué quiere ser de mayor?

R.- Una abuela como la mía, Engracia, que nos sigue dando lecciones a sus 95 años.

P.- ¿De qué se siente más orgullosa?

R.- De mi familia y mis amigos. También de haber creado muy joven La Maya Lab.

P.- ¿Tiene algún sueño por cumplir?

R.- Me gustaría venir a bordo del velero Maya, la plataforma de mi laboratorio artístico, haciendo una gira sobre hospitalidad tradicional jacobea por el Camino de Santiago desde Venecia. O crear un centro de saberes populares donde se lleven a la práctica.

P.- ¿Qué es para usted el amor?

R.- El latido del otro al unísono con el del propio.

P.- ¿Qué tal se lleva con Dios?

R.- Mejor ahora que cuando pensaba que era un anciano de barba blanca. Ahora entiendo que la vida tiene dos dimensiones: humana y divina. Nos han inculcado un materialismo que no nos permite ver la divina, la más fascinante.

P.- Un espíritu libre al que admire.

R.- Jato, el hospitalero. Mi compañero de batallas.

P.- Usted desciende de Fuentidueña, en Segovia. ¿Qué echa en falta del patrimonio monumental de su pueblo?

R.- El ábside de San Martín y que se hubiera cuidado más lo que era del pueblo.

P.- ¿Qué daría por que un ramal del Camino pasase por su pueblo?

R.- Si fuera hace 30 años, daría un brazo. Pero ahora…

P.- ¿Qué hace por defender su raíz cultural en Fuentidueña?

R.- Trato de aportar lo que puedo. Este verano, por ejemplo, he puesto en marcha una serie de talleres con los vecinos para ver cómo podemos paliar el problema de la despoblación a través de propuestas creativas que puedan llevarse a la práctica. También he creado una plataforma para reclamar el ábside de San Martín a The Cloisters, en Nueva York.

P.- ¿Esculpe, talla, dibuja, pinta?

R.- Me identifico con la escultura, el dibujo y la performance. Pero me considero, sobre todo, escultora.

P.- ¿Dónde tiene el taller?

R.- Tengo tallercitos repartidos. Cuando estoy en Venecia, pinto a bordo del velero Maya, en Villafranca tengo dos talleres, en Madrid trabajo en un coworking de artistas y en Cádiz hago lo que puedo…

P.- ¿Qué significa tener un velero artesanal en Venecia? Se llama Maya, además…

R.- Es tener un trozo de mí en el lugar del mundo que más adoro.

P.- ¿Su primer contacto con el Camino de Santiago?

R.- Cuando tenía 15 años fui con mi hermano y unos primos y amigos, todos muy pequeños. Nos fuimos en bici a la aventura y conocimos a Jato.

P.- ¿Ha cambiado mucho el Camino desde esa época?

R.- Ha habido una “explosión” del Camino. Me encontré un cuartel general de espíritus libres y ahora todo ha ido creciendo.

P.- ¿Cuándo desarrolla su plan cultural “Por amor al Camino”?

R.- En 2017, cuando veo que el Camino está cada vez peor, decido crear un plan específico de rescate de la esencia del Camino a través del arte. El Camino es un rito de paz de nivel antropológico.

P.- ¿Es verdad que entró en la plaza del Obradoiro, en plena pandemia, con Jato, un carro y un burro?

R.- Sí. Estaba rescatando los saberes tradicionales, la tradición oral del Camino, y como dejó de haber peregrinos en la pandemia, Jato se pudo liberar un poco y nos fuimos. Los ancianos estaban deseando hablar con nosotros y transmitirnos sus saberes.

P.- Lo de agitadora cultural, ¿por qué?

R.- Mis amigos dicen que no me conformo con modelar esculturas, sino que quiero modelar la sociedad. Tengo una gran inquietud social por querer cambiar el mundo. Me gusta el concepto de “arte social”.

P.- Déjeme una pregunta para el siguiente invitado.

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R.- ¿Cuál sería la mejor manera de salvaguardar la libertad personal?