La balsa de Villalón riega ya 2.000 hectáreas después de 22 años del comienzo de las obras
Solo queda por desarrollar el 5% de la red de tuberías, cien hectáreas, a la espera de la inversión de los regantes / El embalse artificial, que ocupa 117 hectáreas, permanece lleno de agua de Riaño por el Esla desde noviembre
Lo que fue una de esas recurrentes ‘obras de El Escorial’ durante 21 años, la balsa de riego de Villalón, ha tenido buen final. Después de esa dos décadas y el paso de cinco consejeros de Agricultura por la Junta de Castilla y León, la infraestructura, única en la Comunidad Autónoma, riega ya algo más de 2.000 hectáreas de las 2.135 previstas, después de un verano de ensayos y una campaña de puesta en funcionamiento tras la entrega de las obras a los regantes, en 2023.
Se trata de una impresionante laguna artificial de 117 hectáreas, capaz de contener diez hectómetros cúbicos (hm3) de agua para uso agrícola. Para hacerse una idea, eso es más agua que algunos pantanos naturales pequeños. Por ejemplo, en la cuenca del Duero, el embalse de ElPontón Alto, en Segovia, tiene una capacidad de solo 7,3 hm3; el de Cervera-Ruesga, en Palencia, tiene una capacidad similar a la balsa de Villalón, con 10,1 hm3, y el de Águeda, en Salamanca, tiene solo un 50% más, 15,4.
El nombre técnico de la instalación es ‘Balsa del sector IV del Trasvase Esla-Carrión (Valladolid-Palencia)’. Junto a ese embalse artificial, una potente estación de bombeo es capaz de impulsar 2.400 litros de agua por segundo con el trabajo de siete grandes bombas.
Fueron necesarios, además de esas dos décadas largas de obras, como se ha dicho, el paso de los consejeros de Agricultura José Valín, Silvia Clemente, Milagros Marcos, Jesús Julio Carnero y por último Gerardo Dueñas, que solo once meses después de llegar al cargo ‘besó el santo’, con la entrega de las obras en marzo del pasado año.
El presidente de la Comunidad de Regantes Sector IV Tierra de Campos, José Luis Antón, se muestra satisfecho con el funcionamiento de la infraestructura: «Estamos regando perfectamente. En marzo de 2023 nos entregaron las obras pero ya habíamos estado de pruebas el verano anterior», explica en respuesta a este periódico. Así, la primera campaña completa de riego fue la pasada, en la que se llevaron a la práctica todos los ensayos anteriores con buenos resultados. La cobertura de riego se ha completado casi en su totalidad, solo queda un 5% de las 2.135 hectáreas previstas pero no por falta de inversión pública, sino por el retraso en la iniciativa de los regantes implicados en esas parcelas. Ese 5% supone unas cien hectáreas. «Me imagino que los propietarios acaben montándolo, que acaben de amueblar sus fincas», apunta Antón. Y es que instalar los sistemas de riego para convertir el secano en regadío acarrea un desembolso económico de entre 5.000 y 6.000 euros por hectárea.
En cuanto a las polémicas previas a la inauguración de la infraestructura, que apuntaban a una posible falta de rentabilidad por la falta de pendiente desde la balsa y la necesidad del gasto energético para las grandes bombas impulsoras de agua, el presidente de los regantes zanja, contundente, que es «más que rentable», y añade con satisfacción: «Todos estamos muy contentos con ello, y ya teníamos llena la balsa a finales de noviembre para regar este año».
«Nosotros llenamos con el agua sobrante del río Cea. Lo que se va a tirar al mar, nosotros lo utilizamos en los meses de invierno, cuando los demás no están regando», añade Antón. «Tenemos para 5.000 metros cúbicos por hectárea, llenando la balsa», subraya. «Una hectárea de riego en un año normal suele tener una dotación de entre 5.000 y 6.000».
Después de la obra faraónica, en la que se sucedieron arranques y paradas de las distintas intervenciones, la estación da servicio a esas más de 2.000 hectáreas, que se han transformado de secano en regadío, y que pertenecen a 180 titulares de los términos municipales vallisoletanos de Herrín de Campos, Villalón de Campos y Villafrades, y el palentino de Boadilla de Rioseco.
FASES
El proyecto echó a andar en 2002 con la solicitud de los cuatro ayuntamientos para iniciar una concentración parcelaria, cuya declaración de impacto ambiental fue formulada por la Consejería de Medio Ambiente el 23 de octubre de 2003, y cuya orden de ejecución se dictó el 17 de noviembre de ese mismo año.
Junto a esa concentración parcelaria, que tardaría en ejecutarse 12 años, con una inversión de 10.389.837 euros, se realizó una segunda fase, la de la balsa y las bombas, que también terminó en 2015. Luego siguió una tercera fase, la red de tuberías, que acabó sumando una inversión total de unos 55,5 millones de euros.
Durante el primer año de pruebas pudieron regar sus cultivos alrededor del 50% de los propietarios que ya habían instalado los sistemas necesarios. En la fecha de entrega de las obras, en la pasada campaña, la cobertura ya alcanzaba al 85% de los propietarios.
Ahora, para todos esos regantes que han transformado sus tierras de secano en regadío la preocupación principal ya no es si llueve o no llueve, sino más bien la subida de costes de la energía, puesto que necesitan energía para que funcionen las bombas. Aunque, asegura Antón, la rentabilidad es más que suficiente.
La capacidad de bombeo de la estación es impresionante: en primer lugar, para captar agua sobre el canal del Trasvase Esla-Carrión, que impulsa agua a una presión de 1,9 bares con un caudal de entre 400 y 2.400 litros por segundo, con una longitud de 2,4 kilómetros. En segundo lugar, para impulsar el agua desde la balsa a las tierras de cultivo, con un caudal máximo de tres metros cúbicos por segundo y una presión de 7,9 bares.
La distribución se realiza a través de una red de tuberías de entre 1.800 y 160 mm de diámetro que, de forma ramificada, finaliza en cada parcela con un hidrante donde se garantiza una presión y un caudal necesario para el riego por aspersión. Además, se provee de un sistema de control automatizado para la supervisión del riego de forma telemática.
Ahora, los agricultores pagan en cuotas, en un crédito a 25 años, el 24% de la inversión de la tercera fase de las obras, la de la red de tuberías hacia los cultivos, que contó con un presupuesto de 15 millones de euros. En esta campaña se espera que abundará el maíz, la remolacha, las alfalfas, y también el trigo y colza, y algún girasol. Antes, lo único que se podía cultivar era cereal, girasol de secano, y alguna leguminosa.