Xosé R. Bustelo | Director científico del Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca
«Solo con ciencia e innovación podremos desarrollar una economía competitiva»
Afronta esta nueva etapa con el meta de atraer talento que aporte nuevas líneas de investigación de frontera y que tenga potencial para conseguir financiación nacional e internacional
Xosé R. Bustelo (A Coruña, 1962) sustituye a Eugenio Santos como director científico del Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca. Es profesor de investigación del CSIC, coordinador del Programa Científico de Mecanismos del Cáncer en CIBERONC y coordinador de la red científica CSIC-Cáncer. Su formación incluye un doctorado por la Universidad de Santiago de Compostela y un periodo postdoctoral en el Bristol Myers Squibb Pharmaceutical Research Institute (EE. UU.).
Con una destacada trayectoria, ha publicado 170 artículos científicos, cuenta con seis patentes y ha sido reconocido con varios premios nacionales e internacionales. Además, ocupa la Presidencia de la Federación de Sociedades Españolas de Oncología, agrupando a 6000 profesionales oncológicos en España, y ha desempeñado roles destacados en la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer y otras instituciones científicas. Su labor se extiende a comités de dirección, comités científicos y academias de relevancia en el ámbito de la investigación oncológica. En esta nueva aventura estará acompañado por los doctores Alberto Orfao (como vicedirector de Asuntos Clínicos), David Santamaría (como vicedirector de Programas Científico-Técnicos) y María Sacristán (como vicedirectora de Actividades de Formación).
Pregunta.- ¿Cómo afronta su nuevo puesto en el Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca?
Respuesta.- Con mucha ilusión y con ganas de hacer cosas. O se hace así, o mejor no implicarse en este tipo de tareas. Independientemente de que partamos ya de una posición buena tanto a nivel nacional como internacional gracias a lo hecho en estos últimos 24 años, podemos dar todavía un fuerte impulso al Centro para conseguir situarlo todavía mejor en el área de la investigación oncológica y para conseguir ligarlo más a toda la sociedad salmantina y de nuestra comunidad autónoma. Gracias a Eugenio Santos se fundó el Centro y también yo estoy aquí, dado que él se puso en contacto conmigo cuando todavía estaba en Estados Unidos para convencerme de unirme a la iniciativa de poner en marcha un nuevo Centro de Investigación del Cáncer en Salamanca. Partimos de una gran herencia previa.
P.- Durante su presentación comentó que en esta etapa espera dar un «impulso adicional» al Centro y atraer a nuevos talentos internacionales. ¿Cómo lo va a hacer?
R.- Haciendo un esfuerzo en identificar a esos talentos que se están formando ahora fuera de España y convencerlos para que vengan teniendo en cuenta lo que pueden tener aquí y en cómo les podemos ayudar. Y, claro, buscar a aquellos que aporten nuevas líneas de investigación de frontera y que tengan potencial de conseguir financiación nacional e internacional. Afortunadamente, en España el problema de la ciencia no es la falta de talentos; el problema es conseguir atraerlos aquí y que no vayan a otros centros.
P.- ¿El Centro del Cáncer se encuentra en una etapa de supervivencia o de recuperación?
R.- El Centro siempre ha estado en una etapa de ilusión y de trabajo continuo, lo que nos ha permitido conseguir resultados científicos en la frontera del conocimiento en el área de la oncología. Que ello haya sido así no significa que no se tengan dificultades, algunas de las cuales no ayudan a que alcancemos el gran potencial que podríamos tener. Independientemente de ello, el Centro sigue creciendo con la incorporación de jóvenes brillantes y atrayendo financiación competitiva de forma incluso mejor que otros centros con mayor presupuesto. También nuestros programas formativos y de servicios sociosanitarios son excelentes. En este sentido, considero que es importante resaltar un punto que, quizá a diferencia de otros centros, es parte de nuestro ADN: el gran sentido de comunidad que existe entre todo nuestro personal científico, técnico y administrativo; lo que hace, desde luego, mucho más fácil el trabajo en el Centro y que este se mantenga vivo y dinámico.
P.- ¿Y la financiación? A las administraciones se les llena la boca hablando de su apuesta por la investigación…
R.- Sí, este es un tema pendiente todavía en el conjunto de España. Hay problemas de financiación. De igual forma, faltan planes estratégicos que den continuidad a muchas iniciativas que se ponen en marcha. Eso siempre lo he denunciado a nivel individual y, también, cuando tuve la oportunidad de presidir la Asociación Española sobre Investigación en Cáncer. Me gusta resaltar que este problema no atañe solo a los científicos, sino a toda la sociedad. Solo con ciencia e innovación podremos desarrollar una economía competitiva y de salarios altos que permita sufragar los beneficios sociales que todos queremos en nuestro país, como son los de tener buenas escuelas y hospitales, pensiones o ayudas generosas a personas desfavorecidas.
P.- ¿La burocracia sigue siendo uno de los principales lastres en vuestro día a día?
R.- Sí, lamentablemente. ¡Casi podría decir que la imagen de un científico en estos momentos es la de estar rodeado de papeles en vez de probetas! Y esto no afecta solo a la gestión de proyectos de investigación, también es un freno a la captación de personal científico extranjero debido al requerimiento de la homologación de títulos. Si estas trabas existiesen en otros países, ningún científico español nos podríamos haber formado en el extranjero. Esta es una traba muy importante cuando se quiere traer a trabajar a España cualquier talento científico que no sea español o que no se haya formado en España. Curioso que otros países más punteros le den la prioridad a otra cosa: la captación de las mejores mentes de todo el mundo para su propio beneficio como país.
P.- ¿Cuáles son los hitos más importantes de este Centro?
R.- Querer combinar la investigación básica con la traslacional y la clínica para acelerar la conversión de los nuevos conocimientos sobre el cáncer en mejores diagnósticos y tratamientos. Y también el que, además de unidades técnicas comunes a otros centros de investigación, el Centro de Investigación del Cáncer ofrezca servicios sociosanitarios de interés como son las unidades de diagnóstico avanzado de tumores, la de detección de cáncer familiar o la coordinación del biobanco de tumores regional. Salamanca y toda la comunidad castellana y leonesa pueden estar orgullosas de tener un centro de investigación de este estilo.
P.- ¿Qué líneas de investigación cree que se deberían potenciar en los próximos años?
R.- Hay varias de interés que abordan problemas todavía no resueltos y que, creemos, ayudarán al desarrollo de mejores opciones terapéuticas para los pacientes. Una de ellas es conocer los primerísimos estadios del proceso tumoral, un momento en que algunas células de nuestro organismo han sufrido alteraciones genéticas, pero no se han ‘decidido’ todavía a convertirse en células cancerosas ya ‘profesionales’. Saber qué factores influyen en esa transición pensamos que nos ayudará a desarrollar terapias más efectivas para poder atacar a esas células cuando están en los estadios más recientes de la enfermedad y que, por tanto, son menos complejas genéticamente. Otra de ellas es conocer mejor cómo inactivan las defensas que todos tenemos para detectarlas y destruirlas, lo que nos llevará a mejorar su eliminación a través del uso de inmunoterapias de diverso tipo. Tenemos que conocer mejor el ‘diálogo’ que se establece entre las células tumorales y las células normales que están presentes en todos los cánceres, dado que estas últimas afectan al crecimiento, malignidad y respuesta terapéutica de los tumores. También nos queda por abordar en mayor detalle el fenómeno de la metástasis y cómo enfrentarse a este problema desde un punto de vista farmacológico. Y, finalmente, tenemos que trabajar en el reto de desarrollar fármacos contra muchas moléculas alteradas en tumores que, hasta ahora, no se sabe bien cómo obtener con el conocimiento farmacológico actual.
P.- Se está trasladando la investigación a la práctica clínica, pero hay todavía cánceres sin soluciones óptimas…
R.- Todas las terapias actuales contra dianas moleculares y las inmunoterapias han surgido de investigación básica durante estas últimas décadas. Sin investigación, estaríamos tratando a los pacientes exclusivamente con cirugía, quimioterapia y radioterapia. Lamentablemente, todavía hay cánceres, subtipos de tumores y pacientes concretos para los que no hay soluciones óptimas. Eso es por múltiples razones: desarrollo de resistencia a los fármacos que se usan, si se tiene o no tiene metástasis (células que se han diseminado del tumor primario a otros sitios de nuestro organismo y que son difíciles de tratar), las propias características moleculares del tumor, nuestra propia genética (no todos somos iguales ni respondemos igual a las mismas terapias) o porque algunos tumores, como el de páncreas, se detectan ya en estadios tardíos.
P.- ¿Se producen más enfermedades oncológicas en la actualidad por nuestro tipo de vida (alimentación, estrés, contaminación, etc.) o es debido a que, como algunos apuntan, una mayor esperanza de vida supone más posibilidades de sufrir esta enfermedad?
R.- Por todo ello y, también, por culpa de una combinación de ambas. Hay cáncer porque surgen errores en nuestro genoma de forma espontánea cada vez que una célula da lugar a más durante la reparación de órganos o de heridas. Y estas alteraciones, obviamente, se acumulan a lo largo de nuestra vida. No hay que olvidar que existen agentes externos que inducen dichas alteraciones genéticas y que sería fácil evitar como, por ejemplo, el hábito de fumar o la manía de exponernos excesivamente a los rayos solares. Y factores, como partículas de la contaminación de nuestras ciudades, el gas radón que existe en algunos lugares por motivos geológicos, o procesos que inducen inflamación crónica que hacen que las células con alteraciones genéticas lo tengan mucho más fácil para generar un tumor. Las alteraciones genéticas espontáneas son evitables. Las otras son prevenibles con buenos hábitos de vida y un medio ambiente limpio, lo que conllevaría una disminución muy significativa de la aparición de algunos tipos de cánceres como el de pulmón, vejiga o piel.
P.- ¿La metástasis es una condena o hay luz al final del túnel? ¿Se puede aprender a prevenirla?
R.- La metástasis es uno de los problemas más graves, dado que la diseminación de las células tumorales a otros órganos hace que sea muy difícil o casi imposible eliminarlas por cirugía y terapias convencionales como la quimioterapia. Además, tienen características biológicas que las hacen más resistentes a los tratamientos. Es difícil prevenirlas, dado que muchas de ellas ya están presentes cuando se diagnostica el tumor, pero sí que pueden ser combatidas a través de varias estrategias: terapias dirigidas contra sus alteraciones genéticas o mediante inmunoterapia. También sabemos que, en muchos casos, las metástasis se comportan como la ‘bella durmiente’: están ya diseminadas, pero en un estado durmiente y muy poco activo. Hay muchos trabajos en marcha para entender este proceso y, así, diseñar estrategias para poder eliminarlas incluso cuando estén ocultas a nuestros ojos por culpa de dicho comportamiento.
P.- ¿Los cribados son clave en la prevención?
R.- ¡Por supuesto! Los cribados nos permiten detectar si han surgido tumores en determinados sitios de nuestro organismo, lo que nos ayuda a detectarlos en sus estadios más tempranos. Esto tiene importancia porque, si se detectan en ese momento, en general pueden ser tratados muy fácilmente por varias razones: están más localizados y, por tanto, son más fáciles de extirpar por cirugía; porque habitualmente tienen un menor número de alteraciones genéticas que los tumores más avanzados; y, finalmente, porque la probabilidad de que hayan desarrollado metástasis es menor en la mayoría de los casos. También es importante la autoexploración, que puede ser clave en algunos tumores ‘visibles’ como el de mama o el melanoma. Ante cualquier sospecha, es importante acudir al médico de familia para determinar si estos signos son una falsa alarma o el resultado del crecimiento de un tumor.
P.- ¿Cuáles han sido los mayores avances en el tratamiento del cáncer en los últimos 20 años?
R.- En primer lugar, las terapias dirigidas, esto es, el uso de fármacos o agentes biológicos que van dirigidos específicamente contra moléculas alteradas genéticamente en los tumores. Estas surgieron prácticamente con la entrada del siglo XXI. Y, en estos últimos diez años, la inmunoterapia, que es el uso de fármacos biológicos para reactivar el sistema inmune de los pacientes para que pueda reconocer y destruir los tumores de dicho paciente, y las células CAR-T, que son células obtenidas del sistema inmune de los pacientes y que se modifican genéticamente en el laboratorio para que puedan reconocer específicamente y destruir las células tumorales de dicho paciente.
P.- ¿El objetivo es que el cáncer llegue a convertirse solo en una enfermedad crónica? ¿La llegaremos a curar algún día?
R.- Llegaremos, de hecho, ya hemos llegado a la curación de algunos tumores, como, por ejemplo, el de testículo y, también, a la cronificación de otros tipos tumorales. Todo irá mejorando progresivamente con la combinación mágica de más investigación, detección temprana y cambios en nuestro estilo de vida.
P.- ¿Cuál debe ser el papel de las empresas en la investigación de esta enfermedad?
R.- Juegan un papel fundamental en el desarrollo de nuevos fármacos antitumorales. Este es un tipo de investigación tan cara que difícilmente se puede hacer por agencias gubernamentales, centros de investigación o grupos de investigación aislados. Eso no quiere decir que no debamos exigir que estas empresas tengan un compromiso social y, sobre todo, que se pueda permitir un acceso equitativo a las terapias que se desarrollen. Y tampoco que no tengamos que negociar con ella cómo se pagan las mismas, sobre todo, cuando no funcionan en un porcentaje significativo de pacientes.
P.- ¿Qué siente estar al frente de un Centro que puede tener un impacto tan grande en la vida de millones de personas?
R.- Pues, sobre todo, ilusión. Siempre está bien asumir este tipo de retos, sobre todo cuando el trabajo que se va hacer se traducirá en conseguir tener un centro de investigación cada vez más puntero y dinámico que sea capaz de adaptarse a los retos siempre cambiantes a los que nos tenemos que enfrentar para entender, diagnosticar y tratar el cáncer un poco mejor cada día. También quiero resaltar que el mío no es un trabajo individual y solitario. En esta nueva etapa me acompañarán tres grandes investigadores que participarán en las labores de dirección del Centro: los doctores Alberto Orfao, María Sacristán y David Santamaría.