El arte abstracto del burgalés Rufo Criado brilla en Madrid
La Galería Juan Silió acoge su reinterpretación de la “sensación de paisaje”
Hace veintiséis años el artista burgalés Rufo Criado (Aranda de Duero, 1952) decidió instalar su estudio en Milagros, un pequeño pueblo bañado por el río Riaza, cuyas aguas vislumbra desde su ventana. Para él, confiesa, esa fuente de vida funciona como “un manantial” que le inspira y que da sentido a su vida y a su propia concepción del arte. “Hay cantidad de ideas y de obras que han arrancado de esa imagen, de una forma directa o indirecta, para desarrollar mi propio lenguaje”, explica.
Así sucede con sus últimas obras, las que reúne hasta el próximo 20 de enero en la Galería Juan Silió de Madrid, con el título ‘Estructuras anómalas’, con la que da continuidad y cierra su serie ‘A ras del suelo’, que inauguró el pasado verano con la exposición ‘Hierbajos’ en el Museo Barjola de Gijón. Si bien en aquella ocasión planteaba un proyecto específico adecuado al entorno que lo acogió, partiendo de premisas estrechamente ligadas a la fotografía, ahora explora la vertiente “más racional”, vinculada con la geometría de aquella investigación, informa Ical.
Un total de 22 pinturas conforman ‘A ras de suelo. Estructuras anómalas’, un subtítulo que responde a que las formas encerradas en sus lienzos “no responden a ninguna funcionalidad”, sino a criterios estrictamente compositivos.
La extensa carrera de Rufo Criado parte de planteamientos próximos a nuevas tendencias formalistas, donde sus pinturas conectan con algunas de las ramificaciones de la abstracción geométrica internacional. En ellas el color juega un papel importante, convirtiéndose, a través de la forma, en la figura que refleja la energía de la transformación. Formas e intensidades que, lejos de entender la geometría como un lenguaje frío, adquieren el valor de representar el tiempo emocional, de otro modo incalculable y que se escapa a cualquier unidad de medida establecida.
El propio artista defiende que el resultado final de su obra “no debe entenderse desde una estética o alineamiento predeterminados, sino que persigue la construcción espacial y cromática del cuadro como una entidad abstracta cargada de silenciosa intimidad, intuitiva en el proceso de ejecución, y que termina por convertirse en una experiencia visual e introspectiva al mismo tiempo”.
Con este trabajo busca huir del “ensimismamiento formal” planteado décadas atrás por maestros como Josef Albers. “Los que seguimos creyendo en la pintura, que está viva, tenemos que desarrollarla, y la forma de hacerlo es a través de propuestas conectadas con elementos reales y próximos”, relata.
Sobre la restringida paleta de colores que utiliza en esta ocasión, asegura que su aproximación a la gama de colores la ha planteado más desde el lenguaje abstracto que desde el referencial. “Si tienes un paisaje como motivo de referencia, tendrás que manejar unos colores que, quieras o no, estarán ligados a ese referente, pero cuando yo me empapo del paisaje, luego lo racionalizo, lo esquematizo y le doy sensaciones y sentimientos, pero nunca desde esa intencionalidad del ‘cuadro-ventana’, con la intención de meter en un salón lo que ves desde tu ventana, sino a partir de las sensaciones y estructuras que percibes”, argumenta sobre un trabajo presidido por cierta frialdad, que achaca a la gama elegida, con “dureza de estructura y de color”, al abundar los grises, platas, negros y blancos crudos, que encuentran su “contrapunto” en algunos granates-fucsias que dotan a los lienzos “una fuerza e intensidad grandes”, algo a lo cual también contribuye la aparición de las curvas en dos de las obras.
En un lugar común
Esas curvas ganarán más protagonismo, según adelanta, en la que será su próxima serie, titulada ‘Interiores’ y de la cual ya se pueden contemplar dos piezas en la exposición ‘En un lugar común’, comisariada por Mariano Navarro para la galería madrileña Rafael Pérez Hernando. Esa muestra reúne el trabajo de Criado con el de dos compañeros de generación como el japonés afincado en España Mitsuo Miura y el zaragozano Enrique Larroy. Los tres, como recalca el comisario, coinciden en una práctica de la pintura cuya base es el entorno y su manera de concretarlo, la abstracción.
Las obras elegidas corresponden a momentos cronológicos distintos, con especial incidencia en la primera y segunda década de este siglo. Establecen entre ellas una conversación que atañe a puntos de partida compartidos, a procesos de realización complejos y, sin embargo, de simplicidad en cuanto a propuesta, confiando en la potencia y posibilidades de la pintura.
‘En un lugar común’ propone una lectura contemporánea de las posibilidades de la abstracción, ejemplificando tres maneras distintas de abordarla pero que a la vez concurren en una idea natural y universal de entender las reglas escritas y las aún por escribir de la creación artística. “A los tres nos une una formalidad alejada de lo que se entiende habitualmente como geometría”, apunta Criado.
Rufo Criado fue miembro fundador de A UA CRAG Colectivo de Acción Artística (1985-1996), del que formó parte hasta 1994. Dirigió el Centro de Arte Caja de Burgos, CAB desde su apertura en 2003 hasta finales de 2006. Artista con un amplio recorrido expositivo, sus obras forman parte de varios Museos y Colecciones Públicas como el IVAM de Valencia, Artium de Vitoria, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Depósito Legado Soledad Lorenzo), Musac de León (Fondo A Ua Crag), Calcografía Nacional de Madrid, Museo de Santander (MAS), Museo de Burgos, MAC de La Coruña, Centro de Arte Alcobendas, Madrid, la Fundación Coca-Cola, Colección Caixabank y Colección Caja Madrid, entre otras.