El guardián de los secretos de las Cortes
Ángel Duque, tras 40 años trabajando en el Parlamento, aún recuerda los inicios de la Comunidad: «Funcionarios y políticos éramos nuevos y andábamos perdidos»
La casualidad, a veces, deja historias tan sorprendentes como la de Ángel Duque , uno de los responsables del departamento de protocolo de las Cortes de Castilla y León y que ha estado ligado a la institución, prácticamente, desde el nacimiento de la Comunidad con la aprobación del Estatuto de Autonomía. De hecho, recuerda cómo se convirtió en trabajador del Parlamento cuando en aquellos primeros compases aún no se habían decidido siquiera las sedes mientras que ahora, cuatro décadas después, echa la vista atrás y contempla con satisfacción un recorrido pleno de anécdotas y de aprendizaje que le han llevado a conocer y guardar «casi todos» los secretos de las Cortes.
Es el mismo Ángel quien relata a este periódico su experiencia. «Llevo desde que se constituyeron las Cortes en el mismo puesto» , señala con una nota de orgullo en la voz, al mismo tiempo que apunta que durante unos años compaginó su labor de protocolo con la de intervención.
Toda esta aventura, recuerda, comenzó cuando apenas tenía 25 años y trabajaba en el castillo de Fuensaldaña cuando era sede de la Diputación de Valladolid. «Yo llegué a las Cortes por estar en ahí en el momento justo», rememora, acordándose de cuando la institución provincial ofreció la fortaleza como sede al recién creado Legislativo autonómico, que fue aceptada casi de inmediato.
«A los pocos días empezó a llegar el primer personal, no más de media docena de personas» , recuerda Duque. «A partir de ahí se convocaron las primeras oposiciones y yo por oposición me pasé a las Cortes», relata. Desde entonces, y a pesar de que la lista de sus funciones dentro del Parlamento no es escueta, guiar a las visitas es su favorita.
«Ahora me encargo de las visitas a todos los niveles que se hacen y la organización de todos los actos protocolarios», señala. «Vienen desde niños de instituto o de colegio hasta una representación de diputados mejicanos que ha habido recientemente», al tiempo que asegura que esto no es nada nuevo. «Las visitas se iniciaron hace 40 años con Llamazares y los demás presidentes las han mantenido de la misma forma. Las visitas siempre han tenido una aceptación muy grande» , enfatiza.
Durante todo este tiempo, además, Ángel Duque ha tenido la posibilidad de relacionarse con los máximos dirigentes políticos de Castilla y León y otros llegados desde fuera de las fronteras autonómicas. En este sentido, recuerda con especial afecto al anterior presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera , pues asegura que las dos legislaturas que estuvo al frente del Ejecutivo les permitieron establecer un buen vínculo.
Pero como todo en la vida, el trabajo de Ángel toca a su fin. La jubilación llama a la puerta, y aunque este funcionario no descarta sumar algunos meses más haciendo lo que más le apasiona, sabe que antes o después, igual que muchos de sus compañeros, deberá despedirse definitivamente de la sede del Parlamento. «Empecé con 25 años y ahora estoy a punto de jubilarme. No se el tiempo que me queda aquí pero en máximo dos años estaré jubilado», asegura, «estamos empezando a salir toda mi generación que fue la primera».
La despedida será difícil, de eso no hay duda, pero Ángel también tiene a su favor todo aquellos que ha ido recopilando a lo largo de estas cuatro décadas. «De todo el mundo se aprende algo y el haber estado con todos los presidentes de todos los colores políticos es una satisfacción» , remarca.
Sin embargo, al ser preguntado por un momento o etapa especial, la mente de este ya sexagenario viaja hasta el castillo de Fuensaldaña porque, no en vano, «siempre se tiene un recuerdo especial al lugar donde empiezas y a las personas con las que has empezado». «Esos primeros años la relación entre todos fue bastante estrecha porque todos teníamos algo en común», relata Duque refiriéndose tanto a otros funcionarios como a los propios políticos de la época, «todos éramos nuevos y andábamos un poco perdidos» .
Ángel cuenta en su haber con el preciado tesoro de la experiencia, la cual ha ido adquiriendo día a día en un trabajo que, además, le ha permitido no ya conocer sino vivir la política regional desde su núcleo. «Aprender se está aprendiendo toda la vida. 40 años dan de sí y permiten conocer un poco casi todos los secretos, pero siempre hay algo que te puede sorprender» , afirma.
Precisamente, ese recorrido histórico en primera persona invita a preguntar a Ángel por su opinión acerca de cómo ha evolucionado Castilla y León y su política desde la firma del Estatuto. «La valoración siempre va a ser positiva», asevera, aunque matiza que «ha habido temporadas mejores y peores». «Los empieces fueron bastante difíciles, pero con una ventaja que había entonces. La ilusión de todo el mundo por hacer algo» , evoca.
Por el contrario, considera que «en estos últimos años estamos viviendo una etapa más complicada y un poco como la primera, pero con una diferencia. Ahora no hay las ganas de hacer las cosas bien, de llevarlas a la práctica y desde el entendimiento de todos. Eso se ha perdido y creo que lo tendrán que recuperar», lamenta.
Cuarenta años dan para mucho, algunos dirían que para casi todo, pero eso no ha sido así para Ángel, que nunca ha estado tentado de afrontar nuevos retos profesionales. «El trabajo que tengo es un trabajo que me ha gustado siempre. Un trabajo complicado en un principio pero que al final todos se vuelven rutina. He tenido ocasión de cambiar pero no lo he hecho» , apunta.
En cualquier caso, la decisión no fue nada difícil, pues aún se acuerda de cuando el presidente de las Cortes le preguntó si prefería cambiar de puesto. Duque, que se puso a su disposición, recibió una respuesta que aún hoy tiene grabada a fuego en su mente. «El presidente quiere que tu seas la imagen de las Cortes ante toda la gente que va a venir a verlas» , de manera que rechazar tan elocuente invitación no fue ni siquiera una posibilidad.
Y ante esta etapa que toca a su fin, para pesar tanto de Ángel como de todos aquellos que han conocido más de las Cortes de Castilla y León de su mano, parece un buen momento para dejar un mensaje a aquellos que vengan a sustituirle a él y a sus compañeros. Su consejo, si es que toda una vida dedicada a dar visibilidad al Parlamento se puede condensar en un solo consejo, es que «hay que darle un buen trato a todo el mundo y a cada uno hay que hablarle de lo que le guste». «Yo dejo que sean los que vienen los que te indiquen el camino de lo que hay que hacer . Las visitas hay que adaptarlas siempre», recomienda.
Sobre esto mismo, Duque vuelve a tirar de memoria para recuperar las palabras del primer presidente del Parlamento, pues aunque «todos siempre han atendido a grupos de vez en cuando», fue Llamazares el que le marcó con su definición de las Cortes: «Esto es lo que nos hemos dado todos, la diferencia en que sea positivo o no está en hacer las cosas bien o en hacerlas mal» .