Diario de Castilla y León

EL SALMANTINO AL QUE ASESINARON AL CONFUNDIRLE CON UN TERRORISTA

El «perdón» que no llegó a tiempo para Faustino

41 años después del triple crimen del Caso Almería, en el que tres jóvenes, uno de ellos salmantino, fueron asesinados y torturados por agentes de la Guardia Civil al ser confundidos con terroristas, el Ejecutivo central se disculpa con las familias y les entrega un «diploma de reparación» / El hermano de Luis Montero murió años antes de este reconocimiento: «Alivia, aunque llega muy tarde», afirma un sobrino

Luis Montero, Luis Cobo y Juan Mañas, los fallecidos en el Caso Almería. FOTO CEDIDA POR 'DESMEMORIADOS CANTABRIA'

Luis Montero, Luis Cobo y Juan Mañas, los fallecidos en el Caso Almería. FOTO CEDIDA POR 'DESMEMORIADOS CANTABRIA'

Publicado por
Alicia Calvo
Valladolid

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Un diploma suele asociarse a un feliz logro . No este. Sólo reconoce años de indefensión y dolor, el haber sufrido la peor clase de terror: la que viene del Estado. Cuando el legítimo depositario de la fuerza se corrompe y enloquece y se vuelven contra los ciudadanos que confían en su protección.

Faustino ya no puede leer ese trozo de papel. Murió sin que a su hermano se le hiciera justicia. No llegó a ver el día (el 20 de enero en Almería) en el que el Gobierno de su país le pidió « desde el corazón del Estado, perdón ». 

Y aunque ese acto de «reparación» no compensara ni mucho menos los años de tribulación y dolor, por lo menos el gigante le hubiera mirado avergonzado. «Le habría dado alivio. El perdón ha llegado 41 años tarde », comenta Javier Diego Montero, sobrino de Faustino y de su hermano, el salmantino Luis Montero, uno de los tres hombres asesinados y torturados por la Guardia Civil en 1981 tras ser confundidos con terroristas, en lo que ha pasado a las páginas infames de la historia como el ‘Caso Almería’ .

Hace dos semanas, el Gobierno celebró un acto de reparación para las familias de Luis Montero , [natural de La Fuente de San Esteban , Salamanca, que tenía 33 años y trabajaba en la factoría Fyesa en la localidad cántabra Boo de Guarnizo] y de las otras dos víctimas de aquel mortal abuso de autoridad, sus amigos Luis Cobo [de 29 años, originario de Santander y empleado de Aceriasa en Nueva Montaña] y Juan Mañas [24 años, nacido en Pechina, Almería , y destinado en las dependencias de FEVE en la capital cántabra].

Un diploma y unas palabras de disculpa y respeto que se producen más de cuarenta años después del triple crimen. En el emotivo acto se taparon algunas heridas, pero no todas. Las familias escucharon por primera vez las palabras que tantos años habían perseguido. Un reconocimiento de culpa tras un tortuoso camino luchando contra todo. Del entorno del salmantino Luis asistió su sobrino Javier, que tenía apenas 13 años cuando ocurrió el salvaje suceso.    

Mayo de 1981 . Tres amigos iban a una comunión del hermano de uno de ellos (Mañas) desde Cantabria hasta Almería. Se les averió el coche en el camino y acudieron a una empresa de alquiler de vehículos. «Días antes, ETA había cometido un atentado contra un teniente general en Madrid. Buscaban a tres jóvenes, los retratos robots estaban por todos los lados, iban con prisa y en la empresa de alquiler dieron el aviso de que a lo mejor podían ser ellos», recuerda hoy el sobrino de Luis Montero. El resto del relato alcanza cotas de crueldad inusitadas. «Los detuvieron, los identificaron, y pese a saber que no eran terroristas, alguien decidió que lo eran . Los llevaron a un lugar apartado. Los torturaron hasta el extremo. Les mutilaron brazos y piernas. Los mataron. Pero no contentos con eso, los metieron en el Ford Fiesta que habían alquilado, los rociaron de gasolina y dispararon para prenderles fuego», enuncia Javier a este diario sobre unos actos que marcaron el resto de su vida y la de los suyos.

Apenas era un adolescente cuando ese domingo su madre Socorro, hermana de Luis Montero, «estaba tan tranquila haciendo labores de casa y escuchó en el parte de las dos de la radio el nombre de su hermano». «Decían que habían aparecido muertos tres delincuentes que llevaban pistolas y que  él era uno de ellos. El día anterior contaron en el telediario que habían muerto tres y mi padre y yo nos miramos y dijimos ‘se han cargado a tres de ETA’. Pero se quedó ahí, no imaginábamos lo que había sucedido ». Ni que les incumbía. 

Cuando Socorro escuchó de repente que su hermano Luis, «que era un buenazo y no se había metido en líos», había muerto y que además lo tildaban de delincuente se sobrecogió y empezaron los nervios y las llamadas de teléfono entre hermanos. Eran 5. 

Sin tiempo para asimilar el vuelco del corazón, llamaron a la puerta. Y la abrieron a la  muerte acompañada de la mentira . «Dos agentes de paisano nos dijeron -como después supimos que también contaron a las otras dos familias- que el nuestro era el bueno, pero había ido con malas compañías. También que el cuerpo estaba en Almería, que ellos se encargaban de todo, del entierro, de los gastos... que no hacía falta que fuéramos, pero mi madre dijo que nada de eso. Que íbamos a buscarle. Mi padre cogió el coche y fue para allá. Y mi tío Faustino ya había salido desde Barcelona», expone Javier que vivió aquello con los ojos de niño.

Fue Faustino el que llegó primero a Almería. «Allí ve cosas que no le cuadran, busca abogado y le cuesta encontrar. Da con Darío Álvarez –al que en el acto del otro día del Gobierno también obtuvo un reconocimiento por su compromiso– porque nadie más quería hacerse cargo del caso. Y deciden colarse en el anatómico forense sin autorización », resume el sobrino de Luis.

El horror de lo encontrado desmontó la versión oficial y movilizó de inmediato a la familia, que exigía «respuestas, justicia y perdón». No encontró ninguna de las tres. «Vieron que, además de estar carbonizados, les faltaban brazos y piernas. Todo lo que habían contado era mentira. A partir de ahí, hubo un juicio en un año en el que solo se sentaron tres de los 11 guardias civiles implicados . El resto sigue por ahí sin que sepamos quiénes fueron. Al abogado le pusieron una bomba durante el juicio, no dejaron presentar todas las pruebas, al final la condena fue de 24 años de cárcel al máximo cargo, el teniente coronel Carlos Castillo por tres delitos de homicidio, salió en libertad condicional en el 92, y 27 años de prisión para los otros dos acusados. Con todo lo que sabemos que pasó y que hicieron les salió barato. Fueron auténticos monstruos . Tratar a otro ser humano así... Ni aunque hubieran sido terroristas estaría justificado». 

El juez dio como hechos probados que el teniente Carlos Castillo y los otros dos guardias civiles «torturaron hasta la muerte a los tres detenidos en el cuartel abandonado llamado Casafuerte y que, con el fin de intentar eliminar evidencias, despeñaron su vehículo por un terraplén, le dispararon numerosas veces y le prendieron fuego».

Desde entonces, las familias de los tres amigos asesinados no ha cesado en su empeño para que se reconociera a sus seres queridos como víctimas y sus verdugos, todos, pagasen por ello. « A nosotros no nos hacía caso nadie nunca. Ni puñetero caso. Ningún gobierno, daba igual el color político, sólo querían taparlo pronto. La postura oficial siempre fue ir en contra de las familias. Hasta el otro día, el 20 de enero, seguían haciendo daño a la familia porque además de todo el dolor también querían quitarle a los tres (Luis Montero, Luis Cobo y Juan Mañas) su honorabilidad», protesta Javier. 

Su madre, Socorro, ha vivido siempre con la pena por lo sucedido con su hermano Luis. Ahora que por fin el Gobierno al menos se disculpa públicamente, la salud de Socorro le impide conocer tal hazaña. «No se ha enterado. Tiene un poco de demencia y no lo sabe. Pues como Faustino, que murió muchísimo antes de que este perdón llegara. Después de toda la vida luchando por esto, sobreviviendo más que viviendo, intentando patalear lo más posible, ninguno de los dos sabrá que al final nos hicieron algo de caso ». lamenta. 

«Fue un acto simbólico, pero importante. Ya era hora de que hicieran algo, aunque tarde», reconoce Javier, que explica que ese día, el pasado 20 de enero, en la Subdelegación de Gobierno de Almería, tuvo «una sensación buena». «Es un buen primer paso para seguir luchando». 

En esa histórica cita, el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez , fue quien entonó las palabras tantos años reclamadas: «Desde el corazón del Estado, perdón», dijo ante los familiares  de Montero, Mañas y Cobo presentes.

También la directora general de la Guardia Civil, María Gámez , aseguró que «aquellos terribles hechos en Almería no deberían haberse producido jamás», y esperaba que se haya dado «consuelo a las familias», según informa Europa Press. 

Fernando Martínez reiteró «el «perdón del Gobierno a los familiares de las víctimas, también por el injustificado abandono de décadas que han sufrido a nivel institucional». «Somos conscientes del extraordinario sufrimiento que habéis pasado y sabemos que este acto llega tarde », reconoció, antes de comprometerse a que no volverán «a estar solos».

Entre los asistentes estaban los hermanos y una de las tres madres, la de Mañas, María. 

La comunión a la que los tres amigos se dirigían desde Santander era a la del hermano pequeño de Juan Mañas, Francisco Javier, y fue quien intervino en el acto institucional emocionando a los asistentes. Aunque «demasiado tarde, representa un alivio a nuestro sufrimiento prolongado e injustamente silenciado», apuntó.

Pese al tiempo transcurrido del «terrible crimen», resaltó que «el dolor no prescribe», sobre todo  cuando la vida de su hermano y sus amigos «les fue arrebatadas en manos de los que tienen como obligación nuestra custodia y garantizar nuestros derechos», afirmó. « Gran paradoja, tremenda injusticia . Tres familias hemos sobrevivido con ese dolor, con esa losa insoportable, esa incomprensión, esa pérdida irreparable y todos esos años de sufrimiento, sin que nadie nunca desde las administraciones nos haya dado una explicación, un ‘lo siento’, o un ‘no tenía que haber sucedido lo injustificable’», expuso mientras el resto de allegados veía reflejado en su exposición un pesar compartido.

Fundamentalmente, su madre María Morales , de 86 años, que recibió un aplauso cerrado. «Son más de cuatro décadas las que lleva esperando, aunque solo sea unas palabras de disculpa, y hoy es ese día».

Mañas reclamó que no se olviden  los hechos. «No vamos a parar, hoy recibimos un nuevo impulso desde el Gobierno de España para seguir trabajando en buscar la verdad del Caso Almería y también para que a Juan Mañas, Luis Montero y Luis Cobo se les dé el trato que merecen en la reciente Ley de Memoria Democrática».

También extendió su  agradecimiento a quienes les han acompañado en este ingrato camino: a la Asociación Andaluza de Víctimas de la Transición, al Colectivo de Olvidados de la Transición y a la Asociación ‘Desmemoriados de Santander’.

Desde esta última entidad explican a este diario que «el acto organizado por la Subdelegación del Gobierno en Almería es un paso importante». «De hecho, es la primera vez que el Estado pide perdón a unas de las víctimas de la transición , pero no puede ser el final del camino. Hace falta que la Ley de Memoria Democrática se cumpla y que se reconozca y dignifique a todas las víctimas de la transición a manos de grupos de ultraderecha y cuerpos policiales, que hasta ahora solo han padecido la injusticia, ya que los culpables no fueron llevados ante la justicia y que fueron condenados al olvido de las instituciones».

Una película en la plataforma Amazon Prime Vídeo (El caso Almería) cuenta esta historia. 

Javier, el sobrino de Luis, sabe que no es el final de su propósito: «Para empezar la reparación está muy bien, pero falta la verdad y la justicia».

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