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DÍA MUNDIAL EN RECUERDO DE LAS VÍCTIMAS DE ACCIDENTES DE TRÁFICO

Una mochila de 116 muertos

Bombero, guardia civil y sanitaria repasan causas, cambios y desafíos

La médica de Emergencias Sanitarias de Sacyl, Esther Fraile, el sargento de bomberos de Valladolid, Juan Carlos Rodríguez, y el teniente del subsector de Tráfico de la Guardia Civil, Ramiro García. -J.M. LOSTAU

Publicado por
Alicia Calvo
Valladolid

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Hay una madre a la que la médica de Emergencias sanitarias de Sacyl Esther Fraile no ha podido olvidar. Una que representa a muchas otras. « Ningún accidente te deja indiferente porque sientes que es tan evitable... pero hay uno... un chico que se empotró a la salida del pueblo. Se tardó en sacarle del coche y como era al lado del pueblo fue todo el pueblo, también los padres. Recuerdo la forma de llorar de aquella mujer por su hijo que se acababa de matar. Yo hasta entonces había estado a lo mío, atendiéndole, y en ese momento te das cuenta del drama de esa pobre mujer, que gateaba intentando acercarse a su pobre niño que no tenía ni 18 años. Y digo, fíjate qué absurdo. Un segundo distinto de aquel chico y ahora tendría 40 años , una vida, una familia, un trabajo. Y un microsegundo...». 

Esa interacción en el terreno no es lo habitual. «Los accidentes son un drama, pero no lo ves en ese momento. Ves la parte clínica, lo que tienes que atender, y cuando ya finaliza tu trabajo te das cuenta de la parte dramática. Esa es la que te llevas a casa. Todos tienen implicación emocional, ninguno me ha dejado indiferente», explica la sanitaria Esther Fraile, y coinciden Juan Carlos Rodríguez , sargento de bombero de la capital vallisoletana, y el teniente del subsector de Tráfico de la Guardia Civil de Valladolid Ramiro García . «Recuerdo cada uno de los siniestros mortales a los que he acudido en estos 30 años de servicio» , apunta el bombero Rodríguez.

Para colmo, hay años y años. Y en este 2022 de profundo luto en las carreteras de Castilla y León , los profesionales del servicio de emergencias autonómico, los bomberos de distintos puntos de las nueve provincias y las fuerzas del orden de esta Comunidad se han ‘llevado a casa’ una retahíla de historias trágicas. Una condenada mochila con un centenar de siniestros mortales que dejan en lo que va de año un reguero de 116 muertes en el asfalto de vías interurbanas de Castilla y León. Los datos de la DGT revelan una radiografía actual cruenta: los decesos por tráficos ya superan a los del año pasado completo y representan 31 fallecidos más que en el mismo periodo de 2021. 

Con estas cifras se convierte, además, en la autonomía con un incremento más alto de muertes por esta causa, aunque este aumento se concentra en unas provincias [con Burgos con peores datos (21)], dado que en otras como Valladolid (14) y León (13) descienden respecto al ejercicio anterior.

Esther, Juan Carlos y Ramiro forman parte de la primera línea de defensa. Son los primeros en llegar, los que están a pie de carretera cuando más falta hacen.

En cada aviso de accidente, Juan Carlos y sus compañeros del cuerpo de bomberos efectúan un chequeo instintivo, íntimo, en silencio , y muy rápido. Casi sin darse cuenta, recorren mentalmente uno a uno los conocidos con la edad de los que han sufrido un siniestro , los que viven en las proximidades de la zona del incidente y comprueban dónde pueden encontrarse. Una vez descartados como implicados, la concentración es máxima.

Cada uno sabe cuál es su función y hay coordinación total. «Todos hacen falta, pero ninguno debe estorbar», comentan estas tres piezas fundamentales en la intervención de un siniestro de tráfico y de cuyo engranaje depende en gran medida cómo se resuelva el suceso: Emergencias Sanitarias, Bomberos y fuerzas del orden público, ya sea Guardia Civil o Policía. «Es un momento en el que mucha gente que no se conoce tiene que hacer cada cosa en el segundo exacto en el que lo tiene que hacer. La especialización ahora es brutal y todo está muy protocolizado», apunta Esther, en una conversación en la que participan los tres para trasladar a quienes lean estas líneas que «si el principal factor en los accidentes es el humano, se deberían poder reducir con concienciación», asegura el teniente Ramiro García. «Preocupa la salud y se toman medidas, pero mucha gente no se da cuenta de que la seguridad es un problema muy grave de salud », añade. 

Ninguno tiene una respuesta definitiva sobre los accidentes que sacuden a esta tierra castellana y leonesa, pero apuntan algunos aspectos clave. «Es muy difícil determinarlo, pero quizás todos nos hayamos relajado. Intervienen los factores humanos, de infraestructuras y de vehículos. Y hay que insistir. Interiorizar que hay que ser buen ciudadano y circular con seguridad», indica Esther sobre la importancia de redoblar esfuerzos en sensibilización. «La educación es fundamental».

Aquí se pone sobre la mesa la posibilidad de que «tras la pandemia, alguna gente tenía muchas ganas de salir y hay quien que se olvidara de cumplir las normas». 

Para Juan Carlos, experimentado en rescatar a quien se queda atrapado en su vehículo,  «los coches dan una falsa percepción de seguridad». «Cuando, al final, un coche es una lata de coca cola de chapa. Nosotros vemos cómo se arruga un vehículo», comenta. 

«Eso, el ser humano piensa que todo le va a ocurrir a los demás, pero no, te pasará a ti. Si coges el teléfono conduciendo, te vas a matar », agrega la médica de Emergencias. «¿Quién no ha cruzado en rojo?», se pregunta el bombero, mientras el resto asiente con cierto reconocimiento de culpa. «Todos, y eso que como peatones somos los más vulnerables por no llevar protección», responde Esther. 

La DGT revela a este diario que, aunque cada siniestro «puede tener uno o varios factores concurrentes, la distracción continúa siendo el principal factor desencadenante de accidentes mortales en Castilla y León, seguido del cansancio y el sueño. Mientras la velocidad se sitúa como el tercer motivo». 

Con todo, los tres detectan terreno ganado. «Se ha avanzado bastante en la concienciación. Si miramos años atrás, el consumo de alcohol y el exceso de velocidad eran algo más socialmente aceptable. Alcohol en la conducción todavía hay, pero se ha bajado bastante gracias en parte a la vigilancia, a la educación y a la sanción», destaca este teniente del subsector de Tráfico. Es entonces cuando la médica rescata una conversación que le agrada presenciar: «Me encanta la discusión entre jóvenes de quién no bebe esta noche para coger el coche . Genial». 

El guardia civil toma de nuevo la palabra: «Dicen a veces de la juventud, pero cada vez está más concienciada con el tráfico. Muchas conductas las hemos tenido que ir aprendiendo. El poner el cinto antes no era obligatorio y, sin embargo, los niños de ahora ya lo ven como algo natural. Lo tienen interiorizado».

Pese a las cifras actuales, la memoria que ponen en común estos tres profesionales evoca tiempos peores . Infinitamente peores. «Cuando entré en el cuerpo en el 89 estaba la punta de la siniestralidad con 9.300 fallecidos por accidentes de tráfico a nivel nacional. Era una constante». En 2021 fueron alrededor de 1.500.

La médica Esther también recuerda que en sus inicios en este servicio, en los primeros años del 2000, «era raro que no hubiera un accidente de tráfico cada día» . «Después hemos estado unos años mejores, aunque ningún año es bueno», precisa.

Achacan esta disminución histórica a cuestiones obvias como la mejora de la seguridad de los coches. «Antes en esos R11, por ejemplo, se daban un golpecito con un árbol y tenían u n hierro clavado o le atravesaba la pierna» . También a mejorar en la asistencia, y a los protocolos. «Hubo un grandísimo cambio en esta Comunidad que fue la aparición del Sistema de Emergencias en el año 2000 . Antes ni siquiera se podía activar a todos los recursos a la vez. La asistencia sanitaria dependía de voluntarios de Cruz Roja, a veces había y otras, no», cuentan.

Pero además de la inmediatez lograda con este servicio, también el avance en las intervenciones es clara. Los primeros en llegar suelen ser la Guardia Civil de Tráfico, protegen la zona primero «para la seguridad de los accidentados, de los intervinientes y del resto de usuarios de la vía».

Sobre el trabajo de los bomberos, Juan Carlos explica que el cambio es abismal. «Recuerdo que cortábamos a lo loco los coches de cualquier manera. Ahora no, ahora para cortarlo empleamos muchas técnicas y estabilizamos el vehículo». Los adelantos les obligan a la especialización, a conocer en qué coche van a intervenir o cómo, pero también conllevan nuevos «riesgos invisibles, como la electricidad de los híbridos y eléctricos» . Y cuando los sanitarios socorren a los accidentados, el resto colabora. 

Si uno de los peores recuerdos de Esther es la agonía de esa mujer por su hijo muerto a las afueras del pueblo; para Ramiro, como miembro de la Guardia Civil, son cada una de las veces que en un siniestro resultó lastimado de gravedad un menor. «Cuando les pasa a los niños, eso es muy duro» , afirma. Para Juan Carlos hay un momento especialmente doloroso. «En uno de los accidentes el fallecido era el hijo de un compañero». 

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Hablar de ello no aligera el peso, pero lo consideran una parte más de su deber: «Con que una sola persona tenga más cuidado, ya habrá merecido la pena contarlo».