Erasmus de Castilla y León desesperados en Italia: «El casero se quería embolsar 36.000 euros en un momento»
Estudiantes de Valladolid y Burgos ven peligrar su beca para estudiar en el extranjero porque no encuentran alojamiento a precios asequibles
Estafas, engaños y sin piso. Estos son los primeros días de algunos de los estudiantes de Erasmus de Valladolid en Italia. A varios alumnos de la Universidad de Valladolid se les complica poder disfrutar de la tan ansiada experiencia internacional. La ilusión de vivir un año en otro país, conocer gente nueva, otro idioma y otra cultura; se puede ver desahuciada por la falta de alojamiento en el país transalpino.
Pese a llevar todo el verano en busca de un piso, encontrar casa en Italia no es una tarea sencilla, concretamente en Turín. Noelia, una estudiante de la UVa, explica que llegó a la capital del Piamonte el día 14, pero «sin piso» . Viajó sin haber conseguido un alojamiento donde vivir por la experiencia de otros compañeros en cursos pasados:«Mucha gente iba sin casa y aquí la encontraba rápido».
Desde que aterrizó en suelo italiano tuvo problemas con el alojamiento puesto que solicitó un airbnb (una plataforma para buscar apartamentos muy utilizada por los jóvenes) desde España para alojarse unos días y buscar piso desde allí, pero cuando llegaron su arrendatario no respondía al teléfono:«Sospechamos de que nos habían estafado». La reserva la habían realizado a través de la compañía Booking , contactaron con ellos para ver qué sucedía y «nos devolvieron el dinero».
Noelia y sus tres compañeras, con las que iba a compartir piso, pasaron la noche en un apartamento de unos chicos de Valencia y después decidieron instalarse en un hotel por dos noches. Tras esa estancia, se encuentran en otro airbnb «a la espera de poder entrar en un piso» a través de una inmobiliaria.
Esta joven se extraña por la enorme dificultad que ha tenido para encontrar un alojamiento. Las razones que le han dado las inmobiliarias italianas es que «las restricciones por la pandemia han acabado» y «hay una mayor demanda de estudiantes procedentes de Ucrania». Acusan que hay más demanda que oferta de pisos disponible . «Nos avisaron que había estafas», señala Noelia.
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Parece que por fin tiene localizado un apartamento, pero la travesía no ha sido nada fácil. Cuenta que tuvo otro intento de estafa. «Se puso en contacto una chica no nosotras por correo electrónico para ofrecernos un piso», tras este mensaje sus compañeras comenzaron a buscar el anuncio por Internet, pero no lo encontraban. Se trataba de una estafa , otra más. La historia no acaba ahí, después de que Noelia no contestara al correo, le volvieron a escribir con un nombre diferente y ofertando el mismo piso.
Selena y Belén se encuentra en una situación peor que la de su compañera, pues están en otro airbnb hasta el día 30 y no tienen localizado ningún apartamento en el que puedan alojarse.
Ellas también se encuentran en Turín y también intentaron estafarlas. «Nos intentaron vender dos pisos, supuestamente diferentes, pero con las mismas fotografías», lamentaba Selena.
Este no fue el único intento de ‘sacarles’ dinero puesto que «algunas inmobiliarias te cobran dinero solo por ver el piso» . Ante su situación, se pusieron en contacto con la universidad de acogida, pero desde allí les informaron de que «no tienen ningún tipo de convenio» para que pudieran alojarse en una residencia de estudiantes.
Como han hecho muchos estudiantes de Erasmus, estuvieron buscando un piso «todo el verano», pero les rechazaban en todos y cada uno de los apartamentos en los que se interesaban.
Debido a su situación decidieron ponerse en contacto con la Universidad de Valladolid :«La UVa ha hablado con las universidades de aquí para que hagan algo . Aún así, si no encontramos nada, nos facilitan la renuncia del Erasmus» lamentaban Selena y Belén.
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Desde la propia Universidad de Valladolid afirman que «apoyan» a estudiantes que se encuentran en este tipo de situaciones. Además asegura que «se realizan gestiones ante distintas estancias para que los estudiantes puedan alojarse».
Desde la Uva recuerdan que «ninguna universidad te ofrecen una residencia», eso es algo que debe buscar cada alumno por sí mismo.
Pedro cuenta su caso y el de sus compañeras. Es diferente al de Noelia, Selena y Belén; porque él ya vive en la que será su casa durante todo el curso. Él viajó a Foggia, al sur de Italia, pero ‘consiguió’ un piso en marzo.
A través de compañeros que habían ido a dicha ciudad otros años, localizó una vivienda que la apodaban ‘El Palacio’ «porque era el mejor piso de la ciudad». Explica que para reservar la que iba a ser su casa, cada inquilino debía abonar 200 euros (cinco estudiantes iban a residir en esa vivienda). Tres días antes de coger el avión que le llevaría a Italia, «el casero pidió una fianza de 4.000 euros a cada uno, por la situación en Ucrania y los precios del gas», además les dijo que el precio del alquiler probablemente sería el doble de lo pactado.
Pedro señala que «le hubiéramos dado 20.000 euros sin firma ningún contrato». Por desgracia no fueron los únicos que se vieron afectados. El mismo casero, en otro piso que tiene para alquilar, pidió 4.000 euros a cuatro estudiantes: «El señor se quería embolsar 36.000 euros en un momento» , declaraba este joven vallisoletano. En ambos casos la respuesta fue negativa.
A 72 horas de coger su vuelo, Pedro y sus cuatro compañeras se encontraban sin piso. Pese a ello, se pusieron a buscar pisos desde España, «pero todo estaba reservado, era muy caro o en unas condiciones muy malas».
Pese a no encontrar donde vivir, decidieron viajar a Foggia para encontrar un alojamiento desde ahí. Decidieron alojarse en un Bed&Breakfast (un apartamento donde solo se ofrece una cama y el desayuno). Consiguieron encontrar un piso, pero estaba en «muy mal estado», en ese momento pensaron que «al menos tenemos donde vivir, si no encontramos nada mejor».
Tras días «de estar mañana y tarde en la calle buscando piso», encontraron un alojamiento justo antes de que cerrara una inmobiliaria . Este estudiante señala que fueron a ver la casa que «estaba bastante bien» y pudieron acordar el contrato con la agencia. En el mismo día encontraron la casa y ya estaban instalados en ella.
Pedro es consciente que pese a su mala suerte, ha sido un ‘afortunado’ porque no ha tenido que convivir en un «airbnb con otros estudiantes sin saber si iba a conseguir un piso» donde disfrutar de esa experiencia única en la vida que es el Erasmus.