Diario de Castilla y León

«Otra cosa que perdemos; ha llegado el momento en que no hay relevo en la escuela»

Bohoyo, en Ávila; Granja de Moreruela, en Zamora; y Cogeces de Íscar y Rodilana, en Valladolid, no tienen suficientes matrículas y cerrarán si en septiembre no llegan niños

La alcaldesa de Cogeces de Íscar (Valladolid), Aránzazu Herrero, en la escuela del pueblo donde por ahora sólo está matriculada su hija. | A.C.

La alcaldesa de Cogeces de Íscar (Valladolid), Aránzazu Herrero, en la escuela del pueblo donde por ahora sólo está matriculada su hija. | A.C.

Publicado por
Laura G. Estrada
Valladolid

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Llevan tiempo en la cuerda floja , haciendo equilibrios para mantenerse en pie pero, si de aquí a septiembre la situación no varía, cuatro centros escolares de Castilla y León que hasta ahora habían sobrevivido con un puñado de niños , echarán el cierre por no llegar al mínimo de tres alumnos que establece la Consejería de Educación. Se trata de Rodilana , pedanía de Medina del Campo, en Valladolid; Cogeces de Íscar , en la misma provincia; Bohoyo , en Ávila y Granja de Moreruela , en Zamora.    

Estos casos son los que no tienen, por el momento, un número suficiente de matrículas y están a punto de poner fin a una etapa, a la espera de que en el periodo extraordinario de septiembre alguna familia escolarice allí a sus hijos en Infantil o Primaria. Los alcaldes, en general, no lo ven fácil. Es más, algunos utilizan frases lapidarias para expresar el sentimiento con el que afrontan la situación. Juan Carro , regidor de la localidad zamorana es el más tajante: «Una vez que cierras un servicio, hacia abajo vas» .

El curso pasado se matricularon cuatro estudiantes en Granja de Moreruela, pero dos no llegaron a sentarse en los pupitres y, como excepción, siguió funcionando con los otros dos, cuenta el primer edil. Sin embargo, ambos comienzan ya el instituto y tendrán que desplazarse a la capital zamorana, así que Carro no ve «ninguna posibilidad» de continuidad. «Llevamos tiempo sujetando la escuela, esperando a ver si viene alguien de fuera a vivir aquí, porque en el pueblo no hay más niños, pero no llegan» , lamenta. 

Los únicos menores de doce años que ahora mismo están asentados en el enclave son dos refugiados procedentes de Ucrania, pero el alcalde desconoce cómo se escolarizarán y, en todo caso, no serían suficientes para llegar a esa ratio mínima de tres. Lo que Carro tiene claro es que si hubiera críos más pequeños que aún no alcanzaran la edad escolar pero garantizasen su continuidad a corto plazo, intentarían «de mil maneras» que el aula siguiera en funcionamiento, pues la ausencia de una escuela es reflejo de decadencia

Por eso el alcalde de Granja de Moreruela no tiene en mente buscar un uso alternativo al edificio, ese que el año pasado se dotó de banda ancha. En vez de hablar de la desafección del inmueble –propiedad del Ministerio–, prefiere pensar en un ‘quizá’: «Quizá regrese gente de las ciudades a los pueblos» . Quién sabe. 

En todo caso, la Consejería de Educación no ha puesto todavía el candado a ninguno de los cuatro centros en ‘peligro de extinción’ e insiste en que el periodo de matriculación aún no se ha cerrado y que faltan por resolver los supuestos excepcionales. Habrá que esperar, por tanto, para confirmar si se sentará alguien en los pupitres de estos cuatro centros y también para saber si en otros donde, a priori, sí habían llegado a la ratio, se mantiene el número suficiente de alumnos en el arranque del nuevo curso. Hasta entonces, no hay nada definitivo. 

Es la esperanza a la que se aferra la alcaldesa de Cogeces de Íscar, Aránzazu Herrero, no sólo en calidad de regidora, sino también de afectada. Según explica, su hija es la única que continúa ‘inscrita’, aunque en este caso no por falta de niños, sino por la actitud de la responsable del aula, dice. Según critica, se han ido familias descontentas y a otra que estaba interesada le ha «quitado las ganas», así que, aunque «podía haber cinco matrículas», sólo queda la suya.

«Después del confinamiento una niña se cambió de centro; otro también se ha ido porque tiene problemas auditivos y la profesora dejaba la emisora encima de la mesa, así que no oía bien y ni siquiera podía leerla los labios con la mascarilla; y a otros padres que iban a matricular a su hija en Infantil les dijo que ella no era profe de pequeños, sino de Primaria. Prácticamente está echado el cierre incluso habiendo un niño de dos años y medio en el pueblo y otros dos de un añito, que garantizan la continuidad del centro», lamenta en tono de enfado.

De enfado y de impotencia , pues expresa que todos estos problemas se los ha ido trasladando a la Dirección Provincial de Educación en Valladolid, como alcaldesa y como madre, y no ha recibido una respuesta contundente. «La empatía con los pueblos rurales es nula por parte de las administraciones», añade. 

Uno de los argumentos que, tanto Herrero como otros ediles consultados, escuchan cuando se abre el debate sobre los pros y los contras de mantener abierto un centro con un número de alumnos que pueden contarse con los dedos de una mano, es el beneficio social para los chavales . ¿Es mejor que estén en un colegio donde puedan interactuar con otros niños de su edad? ¿O les favorece a nivel académico que les impartan las materias casi como si recibieran clases particulares? 

«Yo fui a un colegio pequeño y no éramos bichos raros», subraya la alcaldesa de Cogeces de Íscar, decidida a mantener el aula en funcionamiento. También en Rodilana, pedanía de Medina del Campo, han ‘luchado’ por su supervivencia, aunque no parece que vaya a ser posible, según explicó el alcalde de la Villa de las Ferias, Guzmán Gómez. «Hace unos meses nos reunimos con las familias y nos mostraron su preocupación, porque la escuela es uno de los símbolos de identidad de Rodilana; a los vecinos les duele enormemente y a mí también, pero no hay otra opción», lamenta el regidor. 

La única solución para que se mantenga abierta la escuela de la pedanía es que se matriculen más niños, pues el curso pasado fueron tres pero uno pasa al instituto, y esos dos que quedan no son suficientes para alcanzar el mínimo exigido. Hay más chicos en edad estudiantil en el enclave, si bien algunas familias optan por acercarles a Medina para que se relacionen con más niños. De nuevo, la realidad se aborda desde diferentes ópticas

Algo similar viven en la localidad abulense de Bohoyo, donde este curso recién finalizado contaban con cinco alumnos, pero uno pasa al instituto y otro se traslada de residencia a otra localidad. Las matemáticas son claras, sólo quedan tres niños. Un número tan reducido que los padres han decidido finalmente que lo mejor es que continúen su formación en El Barco de Ávila, explica el alcalde, Álvaro Hernández. 

«Dos de los que quedan son hermanos, y el otro es hermano del que pasa al instituto, así que los padres han preferido que se relacionen con más niños», añade el regidor después de remarcar que desde el Ayuntamiento siempre se han implicado para que subsistiera la escuela, comprando los recursos que solicitaban los profesores o garantizando la adecuada calefacción del centro. 

«Otra cosa que perdemos; ha llegado un momento en el que no hay relevo» , lamenta Hernández. Porque al único niño más pequeño que reside en Bohoyo todavía le restan dos años para ir al colegio. «Tenemos la sensación de que nos quedamos vacíos» , dice en alusión no sólo al aula, sino también a las tiendas que había y que ya no encuentran quien las gestione cuando el propietario se jubila, porque la población es mayor.

A partir del 9 de septiembre, cuando arranque el nuevo curso escolar en Infantil y Primaria, en Granja de Moreruela, en Rodilana, en Cogeces de Íscar y en Bohoyo –si no hay cambio respecto a las matriculaciones actuales–, ya no sonará el timbre que anuncie el comienzo de las clases. El sonido que lo sustituya será el del motor del autobús que recoja a los escolares para llevarlos a otros pueblos. 

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