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La Guardia Civil identifica al dueño de un Seat 127 por la desaparición de las niñas de Aguilar hace 30 años

Se cumple un año de la reapertura del caso tras el testimonio de una mujer a la que intentó secuestrar un conductor con el mismo modelo al que meses después se vio subir a Virginia y Manuela en 1992

Imágen de las niñas de Aguilar, Manuela Torres y Virginia Guerrero, poco antes de desaparecer. E. M.

Publicado por
Alicia Calvo
Valladolid

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Un Seat 127 blanco en el que una mujer vio montarse a las dos menores es el principal hilo del que tirar en un suceso que conmocionó al país hace ya 30 años y rompió dos familias, las de  Virginia Guerrero y Manuela Torres , las ‘niñas de Aguilar de Campoo’ desaparecidas la noche del 23 de abril del 92 y de las que no ha vuelto a saberse nada.

Y ese hilo llevó la investigación hasta un punto nuevo. La Guardia Civil identifica a un propietario de un Seat 127 por la desaparición de estas dos amigas, según ha podido saber EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN de fuentes judiciales.

Estas actuaciones se producen cuando acaban de cumplirse tres décadas de aquella fatídica noche en la que se perdió el rastro de Virginia y Manuela , de entonces 13 y 14 años, tras hacer autostop para volver a casa después de escaparse a las fiestas de Reinosa .

El verano pasado se reabrió el caso gracias al testimonio de una mujer que, tras ver el repaso del misterio en televisión, aseveró haber sufrido un intento de rapto cuando era menor por un conductor con este modelo de coche  muy poco antes en la misma zona  en la que se perdió el rastro de las niñas.Su testimonio devolvió esta investigación a la actualidad e hizo que las familias recuperaran la esperanza de poder saber qué les ocurrió a Manuela y Virginia y averiguar dónde están. 

Hace casi un año, la jueza del número 2 de Cervera de Pisuerga , en Palencia, dictó un auto en el que reabría el caso tras surgir una nueva línea de investigación después de que esta mujer de un municipio palentino denunciara ante la Guardia Civil que una experiencia que podía estar relacionada con el caso. 

Contó que en 1991, un año antes de que desaparecieran las dos niñas de Aguilar, ella y una amiga con la que volvía también de las fiestas de Reinosa hicieron autostop y el conductor de un Seat 127 blanco las dejó subir, pero dio un volantazo para tomar la dirección opuesta.

Según su relato de los hechos efectuado el año pasado, tras un forcejeo, el coche se salió de la carretera y ellas, que tenían quince años entonces, aprovecharon para huir. Consiguieron escapar y no lo denunciaron porque habían salido –igual que hicieron Virginia y Manuela– sin el permiso de sus padres. Pero al escuchar la historia de las dos menores desaparecidas en el programa televisión Viva la Vida en junio de 2021 esta mujer estableció una conexión y decidió dar cuenta de aquel siniestro suceso vivido en su adolescencia.

Otro punto central de su testimonio  fue que no solo declaró lo que le que ocurrió a principios de los 90, sino que aseguró que años después reconoció a este hombre cuando se cruzó con él.

Su revelación fue el punto de partida para retomar una investigación que hace ya muchos años  se quedó estancada y que ahora aporta nuevos datos. Además, según confirman fuentes judiciales a este diario, la Guardia Civil ha vuelto a incidir en todas las personas que estaban en el sumario inicial y ya fueron investigadas entonces.

En este tiempo, desde la reapertura del caso, el instituto armado ha rastreado más de 7.400 vehículos de ese modelo antiguo, un Seat 127. Ha efectuado estos trabajos en seis provincias distintas y casi en 70 de ellos cerca de la zona en la que las niñas fueron vistas por última vez.

La familia solicita deligencias "de sumo interés" 

La familia y sus abogados declinan efectuar ninguna declaración hasta que el proceso judicial avance. 

El pasado 30 de marzo, los representantes legales de las familias de Virginia y Manuela remitieron alegaciones derivadas de la investigación de la Guardia Civil y solicitaron a la juez que autorizada una serie de diligencias que entendían que son «de sumo interés para avanzar en el caso» porque consideraron entonces «insuficientes» las actuaciones realizadas desde que se reabrieron las actuaciones.

Cuando trascendió la declaración de la espectadora de televisión que revivió el caso, la familia, a través de su hermano y del criminólogo Ramón Chippirrás, explicaron a este diario que aunque la resurrección de la investigación les insufló «esperanza y alegría», las posibilidades de resolver el caso eran «escasas» y querían evitar hacerse faltas ilusiones. 

Y es que los allegados de las dos niñas saben lo que es ilusionarse y recibir una decepción tras otra. 

Estos 30 años han dado para mucho y han estado trufados de pistas falsas que sólo conducían a más oscuridad. Hubo una falsa alarma tan solo dos años después de la desaparición: la aparición de dos cráneos junto al pantano de Requejada que finalmente correspondieron a la época de la Guerra Civil. Entre tanto, avistamientos que no eran tal, como cuando el 1997 una joven dijo estar convencida de que Manuela y Virginia vivían como okupas en Madrid.

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Una de las más recientes data de 2018, cuando el hallazgo de una mandíbula en la localidad cántabra de La Población de Yuso, próxima a Reinosa, llevó a conjeturar que fueran restos de alguna de ellas. El ADN descartó esa hipótesis. Ahora esperan a ver si este año de pesquisas les conducen a saber qué les pasó en verdad a Virginia y a Manuela.