Diario de Castilla y León

LA ESPUELA | JOSÉ MANUEL MORA

«Es necesario que haya un centro dramático en Castilla y León»

DIRECTOR DE LA ESCUELA SUPERIOR DE ARTE DRAMÁTICO DE CASTILLA Y LEÓN. Tras cinco años a las riendas del centro, celebra que su oferta formativa haya invertido la corriente para atraer actores de Madrid y Barcelona. Cree en la filosofía del teatro, que debe tratar conflictos de hoy, y se atreve a manifestar: «Últimamente mis grandes experiencias como espectador las he vivido en plazas de toros».

José Manuel Mora, director de la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León -J.M.LOSTAU.

José Manuel Mora, director de la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León -J.M.LOSTAU.

Publicado por
Santiago G. del Campo
Valladolid

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Dramaturgo y gestor cultural, José Manuel Mora es un autor de amplio recorrido a nivel internacional. Ha estrenado piezas en espacios como el Centro Dramático Nacional, el Teatro de La Abadía, Matadero Madrid y Teatro Español, traducidas a varios idiomas, y seleccionadas en teatros emblemáticos de Berlín, Budapest, Londres, Buenos Aires y Varsovia, entre otros. No faltan en su palmarés reconocimientos de primer nivel como los premios SGAE, Max de Teatro y Marqués de Bradomín. Su compañía Draft.inn ha liderado proyectos con teatros y espacios de investigación en nueve países. Desde hace cinco años dirige la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León.

Pregunta.– ¿Cómo celebra la Escuela este Día Internacional del Teatro?

Respuesta.– Con un encuentro entre profesores y alumnos, todo el personal, en el que siempre leemos el Manifiesto del Teatro. Este año lo ha escrito un director estadounidense de teatro y de ópera, Peter Sellars, y es un texto hermosísimo que dice que el teatro es ‘la forma de arte de la experiencia’. También organizamos un encuentro de nuestros alumnos con antiguos estudiantes de la Escuela que ya están trabajando en el sector.

Tenemos por ejemplo un alumno gallego que terminó el año pasado, Chelís Quinzá, que es actor en el montaje de Comedias sin título del Centro Dramático Nacional. También la compañía Las Valquirias, de actrices formadas en nuestra escuela, que optaron por quedarse en Valladolid y están haciendo un trabajo muy sólido, muy riguroso y con mucho talento. Otros dos alumnos, por ejemplo, Álvaro Caboalles y Adriana Herrador, acaban de obtener el premio en el Programa de Arte Joven en Castilla y León, y son egresados nuestros. Ese encuentro lo celebraremos el lunes 28.

P.– Desde aquella antigua Escuela de Teatro en el Hospital Viejo de la Diputación, cuyo título no tenía validez ni siquiera como FP, hasta la actual Escuela Superior... ¿Cómo se ha transformado la profesión de actor y su reconocimiento social?

R.– Yo conozco a muchos actores, con los que he trabajado, que se han formado en esa antigua escuela. Dio muchísimos grandes actores y actrices que están trabajando en el teatro español. Esta escuela es distinta, pertenece al Espacio Europeo de Educación Superior, a todos los efectos sus títulos son equivalentes al grado universitario. Lo más importante es ver que con el paso del tiempo han obtenido ese reconocimiento como educación superior, no siempre fue así. 

Son cada vez más reconocidos y prueba de ello son los nombres de los alumnos egresados que hoy en día están en compañías en Valladolid, o bien en el Centro Dramático Nacional. Tres nuevas compañías que han surgido de la Escuela están estrenando en el festival MeetYou del Teatro Calderón.

P.– ¿Cuántos actores y actrices se forman al año?

R.– Alrededor de 120 alumnos entre las dos especialidades del grado –Interpretación y Dirección de Escena y Dramaturgia–, y el máster. Somos la primera Escuela Superior de Arte Dramático que ha propiciado, con el apoyo contundente de la Fundación Universidades y la Consejería de Educación, la creación de un Máster de Enseñanzas Artísticas.

Es un máster que combina el pensamiento y la filosofía con la creación contemporánea, al que acuden alumnos de disciplinas muy diversas: interpretación, danza, coreografía… Y que recorre por un lado un módulo con pensadores de la escena actual, con voces de mucho prestigio, para indagar en los problemas del mundo contemporáneo, de nuestra sociedad, y un segundo módulo con un recorrido por diferentes disciplinas artísticas. Al final el alumno o la alumna han de crear un trabajo para dar una respuesta artística a uno de esos problemas.

En ese máster tenemos alumnos de Chile, de Brasil, de México, de Costa Rica… que conviven con castellanos y leoneses, con egresados de Castilla y León y con egresados que vienen de Madrid y de Barcelona. Por primera vez el movimiento se invierte. Este máster está haciendo a una escala pequeñita, a escala simbólica porque son 15 alumnos, que algunos que se han tenido que ir a Madrid y a Barcelona, los dos grandes polos creativos, vuelvan aquí a hacer este máster.

P.– El tópico de que todo actor tiene que irse a Madrid o a Barcelona, ¿se sigue cumpliendo? ¿Hay suficientes oportunidades en Castilla y León?

R.– Si no hay una voluntad política –y esto es a nivel nacional–, con amplitud de miras, capaz de propiciar proyectos que puedan desarrollarse en su tiempo en los contextos adecuados, y cristalizar al margen de los ciclos políticos –esto es fundamental–; si no se crean esas estructuras y no se les dota de presupuesto y de autonomía… qué duda cabe, la gente se va donde hay teatro.

Por ejemplo, en Castilla y León tendría que haber un Centro Dramático Castellano y Leonés. No lo hay. Están los teatros de las ciudades. El Teatro Calderón está haciendo una labor maravillosa, el Teatro Principal de Zamora también, los teatros de los ayuntamientos, de las ciudades. Pero sería un sueño un centro castellano y leonés que utilizara la escritura y las artes como medios para vertebrar la Comunidad. Un centro que crease vínculos entre las artes vivas, las artes escénicas, y por otro lado ese patrimonio arquitectónico y ese patrimonio cultural que tiene la Comunidad, que es maravilloso, y con la cantidad de grandes escritores y poetas que ha dado esta tierra.

Una vez dicho esto, sí que creo que hay cada vez más jóvenes que optan por quedarse aquí y por formar sus compañías, porque hay una relación entre formación y creación. 

P.– Las recreaciones históricas en los pueblos, o las visitas dramatizadas a monumentos, han creado oportunidades para los actores, ¿no?

R.– Es una parte interesante sin duda, pero también creo que no se trata solo de ilustrar determinada idea del pasado, sino de utilizar edificios del pasado para albergar experiencias del presente. Los dramaturgos y los creadores del teatro hemos de pensar lo popular, como pensó en su día Bertolt Brecht, como fuente de nutrientes del teatro contemporáneo.

P.– Otra pregunta tópica, pero parece obligada: ¿El teatro sigue en crisis, o siempre estuvo en crisis?

R.– El teatro siempre está en crisis, porque la crisis es la fuente del teatro. Crisis es cambio, sin crisis no hay teatro. Otra cosa es que hablemos de falta de estructuras, de determinados apoyos, o de proyecto cultural. Eso sí es una crisis que no es nueva, que hay que repensar y tratar de paliar.

P.– A veces una determinada manifestación cultural se muere por falta de afición. Ahí está el debate de los toros. ¿Las taquillas de Castilla y León venden, o hay que educar a la gente para que vaya al teatro?

R.– El público de Valladolid es un gran espectador de teatro. Distingue, tiene una gran afición. También creo, igualmente, que es un trabajo que hay que hacer desde la educación, desde la escuela, desde las compañías amateur, desde el teatro universitario. Y respecto a la afición, yo que soy un devoto de la tauromaquia, últimamente mis grandes experiencias como espectador las he vivido en plazas de toros. En el caso de los toros lo que está en juego es mucho más controvertido, pero ahí están las entradas de la corrida en junio, en Jaén, de José Tomás… 

A lo mejor se vuelven experiencias más minoritarias, puede ser, como en el teatro. Pero después de la pandemia los teatros estaban llenos, porque es verdad que una buena historia la encuentras en Netflix y la encuentras en el teatro, pero la presencia de los cuerpos; la reunión de toda una serie de personas para asistir a una serie de emociones en el teatro; esa parte de misa laica que tiene; esa parte ritual, ese es el poder del teatro. Y es el poder de los toros también, de ver la muerte, y vernos a nosotros enfrentados a nuestra propia finitud. Por eso a la tauromaquia la defiendo cada vez más.

P.– Defender la taromaquia públicamente ahora es muy valiente.

R.– Me parece que hay que contribuir. Los franceses lo tienen muy claro lo de la tauromaquia. Incluso coreógrafos y filósofos franceses han pensado a través de lo que se pone en juego ahí. Asistir a determinadas corridas en La Maestranza o en Las Ventas, y escuchar a los aficionados me hizo descubrir un mundo diferente, una manera diferente de ver. Por eso hace falta educación siempre, pedagogía.

P.– Tendremos que ir a Francia para que defiendan nuestros toros.

R.– Eso sería una paradoja hermosísima. 

P.–  ¿Los profesores de la Escuela compatibilizan docencia y teatro?

R.– La Escuela tiene un modelo que permite compatibilizar enseñanza y vida profesional. Eso es fundamental, porque en otras escuelas con un sistema, digamos, funcionarial, muchos de los que enseñan no tienen ninguna relación con el oficio. Por ejemplo, este modelo permite que en el máster los grandes creadores y creadoras del teatro contemporáneo, coreógrafos, escritores, directores, pasen por Castilla y León y por Valladolid.

P.– ¿Usted también compatibiliza la docencia con las tablas?

R.– Trato de hacer un montaje, una dramaturgia al año. Eso no solo a mí, sino al equipo fantástico que tengo, aunque nos quite tiempo nos da muchas satisfacciones.

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