Mañueco tumba a Tudanca e Igea, pero precisa al ‘vendaval’ Vox para gobernar
El PP logra una victoria por la mínima, con 31 procuradores por los 28 del PSOE, mientras Vox se dispara hasta los 13 / Igea hunde a Cs, pero se aferra al escaño, Podemos cae y Soria ¡Ya!, UPL y Por Ávila triunfan
El PP recupera la senda de la victoria que la formación mantuvo durante 32 años y logra una victoria por la mínima (31 procuradores del PP por 28 del PSOE). Mañueco doblega a Tudanca y a Igea, pero –y es un pero trascendental– para gobernar depende del ‘vendaval’ Vox, que arrasa con 13 parlamentarios y se convierte en decisivo para el futuro gobierno de los populares y de la Comunidad.
Mientras, Ciudadanos certifica su hundimiento; Podemos no frena su caída; Por Ávila resiste, y Soria ¡Ya! y UPL son, junto a la formación de Santiago Abascal, los otros victoriosos de la noche electoral a costa de votos que pierde el PSOE, dejando el Parlamento más fragmentado que ha conocido la Comunidad, y con la presencia por primera vez de tres fuerzas que representan a las provincias, lo que denota la tensión política de Castilla y León por los desequilibrios territoriales, que no ha sabido recoger la oposición.
El Partido Popular gana las elecciones, recupera la confianza de los castellanos y leoneses, da la vuelta al resultado de 2019, pero su golpe de mano electoral no termina exactamente como Mañueco deseaba. Cierto que los populares vuelven a ganar tras la derrota de 2019, pero no consiguen la mayoría holgada que Alfonso Fernández Mañueco pidió para no depender de otras formaciones.
El PP lanzó un órdago a los ciudadanos y estos se lo han visto solo a medias. Convocó elecciones con un inédito adelanto para hacerse un ‘Ayuso’, volar en solitario y obtener un «gobierno sólido, fuerte, libre de hipotecas», como repitió tantas veces en campaña, y los castellanos y leoneses le han dicho que deberá pactar. Su viaje continúa acompañado, aunque cambia de compañero: Cs por un triunfante Vox. Tanto, que ayer el propio Santiago Abascal se mostró predispuesto a entrar en el gobierno y aseguró que «qué cara de vicepresidente se le está quedando a Juan García-Gallardo».
El PP pasa de los 29 escaños de 2019, con el peor resultado de su historia, a anotar 31, eso sí, muy lejos de los 41 de la mayoría absoluta. El PSOEcae de los 35 que tenía a 28; Vox se dispara de uno a 13; Cs baja de 12 a uno; Podemos pierde uno de dos; Por Ávila conserva el suyo, y UPL y Soria ¡Ya! logran tres cada uno.
La atención puesta por parte del PSOE y de Ciudadanos en el tramo final de la campaña sobre Vox parece que los ha perjudicado más de lo que esperaban. El PSOE pierde sonoramente y Ciudadanos se reduce drásticamente a ser una fuerza testimonial, con solo un procurador.
El sueño del socialista Luis Tudanca ha sido efímero. No consigue reeditar su histórica victoria de las pasadas elecciones en las que rompía por primera vez con la racha victoriosa del PP, cuando los socialistas consiguieron ser los más votados. Tras poco más de dos años, vuelve a ser la segunda fuerza política de esta tierra y sin opciones de gobierno. La izquierda sale derrotada (junto a Podemos registran 8 escaños menos) y el PSOE sólo es el más votado en cuatro provincias.
El auge del leonesismo de UPL y de Soria ¡Ya! dañan directamente a los socialistas y le restan parlamentarios hasta alejarlos de los mandos de Castilla y León. «Analizaremos los resultados porque no se han cumplido los objetivos», asumió Tudanca anoche, antes de lanzar un mensaje que suena a despedida y abre la puerta a poderse marchar: «Otro vendrá que hará el cambio», declaró sin más detalle.
Tras una campaña en clave nacional, con los líderes de todas la formaciones volcados en Castilla y León para reafirmar sus liderazgos, afianzarlos o evitar la debacle total, no gana Casado, tampoco Sánchez y, mucho menos, Arrimadas.
Aunque Mañueco gane, Pablo Casado pierde en cierto modo porque el ajustado resultado demuestra que el adelanto electoral no ha servido para reafirmarse en su partido con una mayoría tan aplastante como la que sí obtuvo Isabel Díaz Ayuso.
Lo que el mapa geográfico deja claro, también lo determina el mapa electoral: Castilla y León no es Madrid. La maniobra de la carismática y a contracorriente presidenta de la comunidad vecina, que el PP quiso convertir en fórmula excluyendo el complejo factor humano, no cala tanto en esta tierra. Con lo que Casado ha demostrado que ha sobrevalorado su propia fuerza como líder. En este caso, además, el efecto dominó de lograr otro gobierno autonómico en solitario, que pasaba por Andalucía, se convierte en imprevisible.
Mañueco durante la campaña evitó confirmar si pactaría con la lista encabezada por Juan García-Gallardo, pero ahora tendrá que descubrirse. «Voy a dialogar con todos para tener un gobierno de todos y para todos», exclamó anoche tras proclamarse ganador y mostrarse «satisfecho por ganar las elecciones».
Mientras, la lista de Vox liderada por el joven burgalés Juan García-Gallardo sí logra su objetivo de ser imprescindible y llave de gobierno. Arrasa y consigue lo que no logró en Madrid, donde su entendimiento con Ayuso se reduce a apoyos o acuerdos programáticos puntuales.
El adelanto electoral benefició a la formación de Abascal, que ha sabido recoger votos en uno y otro caladero. Contrasta con el fracaso de Ciudadanos, al que el ‘efecto Vox’ y la irrupción de las formaciones provinciales engullen y queda reducido a la mínima expresión.
Francisco Igea hunde a la formación naranja, pero se aferra a su escaño, pese al catastrófico resultado y a que los castellanos y leoneses lo envían al Grupo Mixto. El ex socio de coalición del PP no desaparece, pero no es ni la sombra de lo que fue, a pesar de que Igea insistía en que tendrían grupo propio y serían decisivos. Ni lo uno, ni lo otro.
Otro batacazo estratosférico también para el liderazgo de Inés Arrimadas, volcada en esta campaña, tras los sonoros fracasos de Cataluña y Madrid. Los castellanos y leoneses castigan la gestión de Ciudadanos y de Francisco Igea, que pasa de decidir quién llegaba al Colegio de la Asunción, sede de la Junta, a ser irrelevante para la gobernabilidad.
En el otro extremo, el de la victoria, está Soria ¡Ya! Ha sido la revelación de la campaña y de las elecciones. Las encuestas pronosticaban un triunfo sin parangón y así se ha producido. Soria ¡Ya!, con Ángel Ceña a la cabeza, logra un hito y sienta a la España ‘vaciada’ en el parlamento autonómico, en lo que supone un éxito de un movimiento reivindicativo de 20 años de historia en la lucha por mejorar las condiciones de la provincia más despoblada de la Comunidad.
Arrasa en la provincia convirtiéndose en la formación más votada, por encima de los partidos tradicionales, y roba votos a izquierda y derecha. Sus tres parlamentarios suponen una demostración de fuerza de las zonas despobladas y un voto de castigo al PSOE y al PP, que en los comicios de 2019 sacaron tres y dos escaños, respectivamente, en esta circunscripción. Sobre todo al PSOE, al que le resta dos procuradores y se tiene que conformar con uno, en una provincia en la que los socialistas en las últimas elecciones sacaron su mejor porcentaje de voto.
Otros de los que ayer terminaron el día con una sonrisa y satisfechos por las urnas son los integrantes de la lista de UPL. La Unión del Pueblo Leonés hace historia y demuestra la pujanza del leonesismo dentro de Castilla y León en los últimos tiempos. Pasa del solitario procurador que fue Luis Mariano Santos en la última y corta legislatura, a sumar otros dos escaños, certificando el descontento con los partidos mayoritarios y el relanzamiento de la lucha por la autonomía leonesa a la luz de los resultados de esta opción política.
UPL repite su mejor resultado histórico, como en 1999, cuando la Cámara no estaba tan fragmentada, pese a que en la situación actual la formación no tiene la fuerza municipal que tuvo en aquellos fructíferos tiempos, cuando sumaba 7 concejales. Ahora tiene tres.
A diferente escenario se enfrenta Unidas Podemos, que no frena su caída y se queda solo con Pablo Fernández como único parlamentario de la confluencia con Izquierda Unida. Cualquier palabra en negativo resume los resultados de esta opción en Castilla y León. Solo consigue un escaño y reduce a la formación casi a la nada. Tanto, que el líder de Podemos, Pablo Fernández, salva su asiento por la estrategia de cambiar de ‘cuna’ para presentarse por Valladolid en vez de su León natal y evitar así el sobresalto de los anteriores comicios, cuando después del día electoral logró su escaño por una pírrica diferencia. Ahora, Podemos se convierte, tras su unión con Izquierda Unida para estas elecciones, un poco en lo que era la propia Izquierda Unida en varios mandatos antes de desaparecer del Parlamento autonómico: una fuerza testimonial con tan solo un representante en las Cortes.
Impasible al vaivén electoral se revela la lista del médico Pedro Pascual (Por Ávila), al que beneficia la baja participación en la provincia abulense y no se ve afectada por el adelanto ni por la fallida negociación de presupuestos con el anterior gobierno. Se jugaba el olvido, perder su único escaño, pero ha capeado el temporal y mantiene su procurador, el propio Pascual.
Concluyen unas elecciones en las que hay un ganador, Mañueco; un gran triunfador, García-Gallardo, y dos contundentes derrotados: Tudanca e Igea.