UN HOMBRE | UNA TRAGEDIA
«La tragedia de los portugueses en aquel choque de trenes en la Navidad charra del 65 sigue en el olvido»
PACO CAÑAMERO
El escritor charro ha vuelto este año a recoger en su obra “Fado entre encinas” el segundo episodio trágico en la red ferroviaria del Campo Charro salmantino. Se cumplen 66 años de aquel 18 de diciembre con centenares de heridos y muertos, cifras que se maquillaron entonces y que hoy Cañamero resucita para revindicar la memoria triste de sus paisanos y y el dolor compartido con los portugueses en el lugar de la tragedia, la estación de Villar de los Álamos.
Recientemente nos emocionó con su libro «Aquella mañana de diciembre», un relato descarnado de la muerte de 30 niños en el paso a nivel de Muñoz, en el entorno de la Fuente de San Esteban, a corta distancia de Villar. Dos accidentes ferroviarios, con unos años por medio, coinciden en la Navidad del Campo Charro. Dos tragedias ferroviarias con claros tintes portugueses.
Pregunta.- Sorprende el cúmulo de coincidencias …
Respuesta. - La verdad es que sí. Tristes coincidencias del destino: la tragedia de Muñoz, un 21 de diciembre del 78, y la de Villar de los Álamos, del 18 de diciembre del 65. Además, ambas fueron a las 9:10 de la mañana… Sembraron mucho dolor.
P.- “Aquella mañana de diciembre” y “Fado entre encinas” son casi documentos de los hechos.
R.- Para los que nos dedicamos a las letras era una obligación contarlo. La solidaridad de los habitantes en aquellas tragedias debía ser recogida para que las próximas generaciones supieran que sus antepasados, llenos de dolor, lo dieron todo para ayudar a las víctimas. Los supervivientes me recibieron y me contaron lo que vivieron en aquel momento. También me he basado un poco en la prensa de la época, aunque estuviera sesgada.
P.- En su segundo libro, “Fado entre encinas”, entra la ficción literaria.
R.- Así es, pero solo como hilo conductor, el resto está muy documentado y es el resultado de testimonios de muchos vecinos y supervivientes. Por la zona del Campo Charro pasa la Nacional 620 y hay mucho tráfico de portugueses, igual que había en aquella época. Lo que hice fue intentar tener un testimonio de aquella “carretera de la muerte” y enlazar a los portugueses con la tragedia. Es el único punto novelesco del libro.
P.- ¿Dónde fue?
R.- En la finca de Villar de los Álamos. Una finca salmantina de amplia tradición ganadera, en el corazón del Campo Charro. Colisionan el tren sudexpreso portugués que hacía la ruta Lisboa-París y que venía con retraso y sobredimensionado, con varios vagones de más debido a que era época navideña, y el tren Correo, “el ligerillo”, que circulaba en dirección Fuentes de Oñoro a Medina del Campo. Por un evidente y fatal error humano, ambos trenes chocaron de frente. Una tragedia colosal.
P.- Se perdieron muchas vidas.
R.- La mayoría, portuguesas. Los españoles muertos fueron cinco maquinistas, un guardia civil y una señora que iba a trabajar a Fuentes de Oñoro. El resto de fallecidos fueron portugueses. Otro maquinista español pudo salvarse saltando desde el ténder de la locomotora. Las cifras oficiales se maquillaron.
P.- ¿Cómo se solventan las primeras horas de la tragedia?
R.- Gracias a la solidaridad de la gente del entorno. Son ellos los que atienden a los heridos porque los cuerpos de socorro tardan en llegar.
P.- En “Fado entre Encinas” destaca muchas historias y escenas realmente tristes.
R.- La imagen de la tragedia fue la de una niña fallecida, atravesada por una barra. Esa fue la magnitud de la catástrofe. Había muchas familias que viajaban con la ilusión de la Navidad, volvían a su país con alegría… Todo se truncó.
P.- ¿Trasciende a la sociedad el matiz portugués de la tragedia?
R.- Una vez que se conoció en Salamanca la noticia, se hacen colas larguísimas para donar sangre. El pueblo salmantino se vuelca. En aquella época en Salamanca miraban a Portugal por encima del hombro. Sin embargo, se volcaron con ellos. Incluso la tuna se traslada a los hospitales para cantar el “ay Portugal, ¿por qué te quiero tanto?” a los heridos… La gente sale a las calles a cantar esa canción en un hecho de mucha emoción.
P.- Llama la atención que no haya nada que lo recuerde en el entorno.
R.- Es una reivindicación que tenemos. El pueblo salmantino del Campo Charro acudió en masa a ayudar en una tragedia que marcó esta tierra y allí debe colocarse algún elemento que lo rememore. Todavía existen testigos directos. Como el de un guardia civil de 16 años, que entonces estaba en formación en Valdemoro. Julián Moro. Estaba de permiso aquel día y llegaba a su casa, a Aldehuela de la Bóveda, a pasar la Navidad. Su padre era también guardia civil y le pidió que fuera a ayudar a la tragedia. Hicieron una labor memorable. Es solo una historia de muchas de aquel día trágico del Campo Charro que no debe caer en el olvido.