JESÚS PUEBLA
«En la política no hay buenos mimos, lo que hay son muchos pantomimos»
LA ESPUELA. Mimo y actor. Sin palabras pero expresándolo todo. Así es la vida de este vallisoletano que comenzó en el mundo del mimo a los 14 años. 35 después, sigue en forma, y asegura que es «mi-mo mento» gracias a unos últimos proyectos, «los más creativos y productivos», con la aportación de su pareja y compañera de la compañía, Chari González. Con un brillante currículum, sigue ilusionado con gestos.
Pregunta.- Confírmeme que una imagen vale más que mil palabras.
Respuesta. ¡Cómo no te lo voy a confirmar si me dedico a la imagen!
P-. Actor y mimo, ¿qué profesión está ahora menos mala?
R-. Se dan la mano. Por ser realista, los actores de teatro llevamos tiempo en crisis, así que estamos curtidos, creo que desde que entré en 1984 en la Escuela de Arte Dramático ya lo escucho.
P-. ¿Qué es el silencio?
R-. Un lenguaje y es lo más bonito del mundo. Te ayuda a encontrarte a ti mismo. Es mostrar a los demás mi mundo interior.
P-. ¿Las cosas sin palabras se entienden mejor?
R-. Creo que sí. Una mirada, un gesto…lo entendemos a la primera en cualquier situación de la vida. Hay miradas que fulminan.
P-. En los tiempos que corren, ¿cómo está la sonrisa de este mimo?
R-. La mía está bien, triste por todo lo que se ha pasado, pero nunca la he perdido. Con cabeza, mirando hacia el futuro.
P-. ¿Son buenos mimos los políticos?
R-. Yo creo que son más pantomimos. A buen entendedor…
P-. ¿Quién le da mimos?
R-. Mi familia, mis hijos, mis compañeros, mis amigos…soy una persona afortunada.
P-. Y sus mimos, ¿para quién son?
R-. Para todas esas personas que han sufrido una pérdida durante la pandemia.
P-. Dígame sin palabras, pero con un gesto el futuro de España.
R-. Es complicado. Ojos hacia arriba y luego mirar hacia el frente. Vamos a ser optimistas.
P-. Un confinamiento, al ser mimo, ¿es más fácil de llevar?
R-. Voy a ser malo. No me enteré del confinamiento porque vivo en un pueblo, entonces no tiene nada que ver con lo que vivió la gente que vive en las grandes jaulas de hormigón. Lo que hice, con mi pareja Chari González, fue pensar cómo adaptar los espectáculos a la nueva normalidad. Luego entrenamos dos espectáculos, así que empleamos bien el tiempo.
P-. Otros lo dedicaron para aprender a hacer pan…
R-. (Risas). Vivimos en un pueblo pequeño, Aldea de San Miguel, y aquí tienes que ser autosuficiente. Así que lo llevábamos aprendido. Lo difícil era encontrar los ingredientes. Aunque llegamos a hacer masa de pizza con levadura de cerveza.
P-. ¿Tiene alguna técnica que diga esta es mía?
R-. No, yo ahora lo que hago es jugar e investigar con la frontera entre mimo y clown. Busco el combinar varias disciplinas para no quedarte quieto.
P-. Me dicen que hay mucho intruso en su profesión...
R-. En todas las hay. El problema es cuando ese intrusismo está provocado por el que te quiere contratar. Hay gente que quiere un mimo, un taquillero, un técnico de sonido, el guardia de seguridad y el que enrolla las mangueras de cable.
P-. ¿Ahora que la palabra puede llegar a ser peligrosa al menos decirlo con mímica?
R-. El silencio está muy bien, pero la palabra no se puede perder nunca. Si hay que denunciar algo, se denuncia fuerte.
P-. En este mundo tan digital, ¿cómo conecta usted con el público?
R-. La gente que va al teatro acude para olvidar los problemas y deja el móvil a un lado.
P-. ¿Con quién le gustaría tener una charla con Chaplin o con Marcel Marceau?
R-. Es fácil, con Chaplin. A Marceau lo conocí en el año 1989 durante un casting para el que buscaban actores de ópera, y él venía con la misma compañía. Para la ópera no me cogieron, pero para el de mimo sí y estaba en el proyecto. Charlé escuetamente con él.
P-. Chaplin era un buen visionario de todo lo que está pasando en el mundo.
R-. Lo que tenía era una humanidad increíble.
P-. ¿Cuál ha sido su viaje más increíble, como su personaje Notorius?
R-. Pues voy a decepcionar un poco…Mi viaje más increíble fue la primera vez que salí de España a trabajar y fue a Portugal. Tenía 20 años y todavía llevaba pasaporte.
P-. ¿Ante que noticias se queda congelado?
R-. Pues noticias como la muerte del chaval Samuel. Congelado, enfadado, y hasta echo espuma por la boca. Todo lo que sea acabar con la vida de otros…vive y deja vivir.
P-. Trabaja con su cuerpo, ¿de qué parte está más orgulloso?
R-. Mi barriga (risas). Ahora en serio, las manos, porque creo que expresan mucho, incluso más que los ojos. Me dicen que se parecen a las de mi padre, y cuando lo has perdido, es todo un orgullo.
P-. Por último, ¿sabe qué le dice un mimo a otro mimo?
R-. (Se lo piensa). En el club de Mimos está prohibido hablar.
P-. No. Este es «mi-mo mento».
R-. (Risas). Me lo apunto.