Diario de Castilla y León

Luis Martín Arias

«Excluiría de AstraZeneca sólo a los menores de 30 años por su bajo riesgo a enfermar o morir por Covid»

Director del Centro de Farmacovigilancia CyL. Lamenta la desconfianza desatada hacia la vacunación por una «nefasta» gestión política y comunicativa. Asegura que el riesgo de la profilaxis es mínimo frente a una mortalidad «inasumible». Predica con el ejemplo y a sus 64 años acaba de pincharse con AstraZeneca. Los sueros aprobados son «el mayor hito de la ciencia desde la llegada del hombre a la Luna» 

Luis Martín Arias, médico director del centro de farmacovigilancia de Castilla y León. / JUAN MIGUEL LOSTAU

Luis Martín Arias, médico director del centro de farmacovigilancia de Castilla y León. / JUAN MIGUEL LOSTAU

Publicado por
Esther Neila
Valladolid

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Tras estudiar Medicina en la UVA, Luis Martín Arias (Puertollano, Ciudad Real), se formó en Barcelona, cuna de la farmacovigilancia. A su regreso a Valladolid, a finales de los 80, fue uno de los fundadores del pionero Centro de Estudios de la Seguridad de los Medicamentos, que aloja el Centro de Farmacovigilancia de Castilla y León, encargado de registrar cualquier sospecha de posibles efectos secundarios. Desde hace seis años dirige ambos centros, adscritos a la Universidad de Valladolid, algo que garantiza la independencia de su trabajo y el desarrollo de investigaciones propias. 

P.- ¿Cuántas sospechas de reacciones adversas han registrado desde que comenzó la vacunación contra la enfermedad Covid?

R.- Unas 300 al mes en Castilla y León. La mayoría llegan de profesionales sanitarios, aunque los ciudadanos también están notificando, porque ahora hay una gran conciencia. Estamos viviendo lo que debe ser la farmacovigilancia: que se comunique todo. 

P.- ¿Y cuáles son esas sospechas?

R.- El 81% son totalmente leves. La gran mayoría, febrícula, dolor en el punto de inyección o en otros músculos y dolor de cabeza. 

P.-¿Y el 19% restante?

R.- Son las que nosotros consideramos ‘no leves’. Unas 60 al mes. Por ejemplo, reacciones alérgicas o una inflamación de ganglios. 

P.- ¿Ha habido alguna grave?

R.- En Castilla León no ha habido ningún caso de trombocitopenia, que es lo que ha motivado la alerta. Tampoco hemos identificado acontecimientos nuevos o desconocidos. 

P.- ¿Y algún laboratorio genera más efectos que otros?

R.- No. El número es proporcional a la gente que se ha puesto cada vacuna. 

P.- ¿Esas cifras son las habituales para otros medicamentos?

R.- Sí, son las esperables según los ensayos clínicos. En otros fármacos puede ser, incluso, mayor. Alguien puede pensar ‘¡hala!, 300 sospechas’. Como anécdota, nos llegan efectos de todo tipo, desde ‘flatulencia con olor a huevo podrido’ o una madre que llamó para decir que su hija tenía el pelo eléctrico. Y es bueno que se nos informe de todo para estudiarlo todo.

P.- ¿Qué le parece la decisión de Janssen esta semana de suspender la distribución en Europa?

R.- Es una decisión del laboratorio, pero desde el punto de vista de la salud pública me parece desafortunado porque hay que vacunar cuanto antes a la población de riesgo, que son todos los mayores de sesenta años y menores de esas edad con patologías tan prevalentes como la obesidad, la hipertensión, esquizofrenia, diabetes... que han quedado excluidos en la estrategia y están muy expuestos.  

P.- Esta paralización afectará al calendario diseñado para España. 

R.- España lleva un ritmo muy lento, inaceptablemente lento; es inasumible. Marruecos, con un presupuesto sanitario 37 veces menor, ha vacunado más rápido a su población de riesgo. 

P.- El anuncio de Jansen añade desconfianza poco después del caos desatado con AstraZeneca. ¿Le preocupa que estos vaivenes puedan espantar a la población? 

R.- Sí, porque se alarma a la población con una confusión enorme, y lo que se está consiguiendo es que miles de personas dejen de vacunarse. En medicina el riesgo cero no existe, pero ahora mismo cualquier vacuna tiene más beneficio que perjuicio. El riesgo a enfermar por covid sigue siendo mayor que cualquier vacuna. 

P.- Tampoco le gustó el súbito anuncio de la Junta de Castilla y León de paralizar la semana pasada la vacunación con AstraZeneca?

R.- No. Porque no había ningún acontecimiento en Castilla y León de este tipo y tampoco corría prisa porque esa misma tarde se iba a reunir la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Pero, sobre todo, porque genera miedo. Miles de personas se han podido asustar y no se irán a vacunar. ¿Cuántos casos de trombocitopenia se evitaron ese día sin vacunar en Castilla y León? Ninguno. 

P.- ¿Y cuántas personas pudieron ser ‘espantadas’ por ese anuncio?

R.- En Castilla y León no lo sé; en Madrid al día siguiente el número de personas que no acudieron a vacunarse pasó del 3% al 60%. 

P.- Dinamarca acaba de anunciar  que prescinde de la anglosueca. ¿Le parece apropiado?

R.- En absoluto. Sólo me parecería apropiado si Dinamarca tiene datos de una mayor tasa de trombos en su país. Que pudiera ser, porque la hipótesis es que exista una diferencia genética. De hecho, se han registrado más casos en países del norte como Noruega, con un caso cada 30.000 mientras en España es uno por cada medio millón. Hablamos siempre de trombos con plaquetas disminuidas, es importante precisarlo. 

P.- ¿Por qué?

R.- Los estudios de la EMA indican que la incidencia de tromboembolismos no ha aumentado, es la misma que antes de la vacuna. Lo que ha aumentado es una cosa muy rara:trombos con disminución de plaquetas a la vez. Lo que quiero remarcar es que todos los días hay trombos, infartos, desmayos. Y sería una falacia pensar que todo lo que ocurre después de una vacuna es causado por la vacuna. Esta semana, en Sevilla, una persona murió de un infarto mientras esperaba en la cola para ser vacunado. ¿Qué hubiera pasado si eso sucede unos minutos después?

P.- ¿Es partidario entonces de poner la segunda dosis a todas las personas ya inoculadas con la primera de AstraZeneca?

R.- En mi opinión, sólo se debería excluir a los menores de 30 años, porque entre ellos el riesgo a enfermar o morir por Covid es menor. Y no compensa. Este criterio es aplicable tanto para la primera como para la segunda. 

P.- La decisión, entonces, es cuestión de matemáticas. 

R.- Eso es. Si tienes un cáncer, ¿qué riesgo estás dispuesto a asumir con un medicamento? Mucho. ¿Y con un catarro? Ninguno, porque se te va a pasar ‘en siete días’ con medicamento y ‘en una semana’ sin medicamento, como les digo a mis alumnos. En todo caso, si al final no se adopta esa decisión, por lo menor, dejaría decidir a cada persona. 

P.- ¿Ah sí?

R.- ¿No hablamos de empoderar a los pacientes? No digo que cualquiera pueda tomar un medicamento a lo loco, pero en el contexto actual, con el lento ritmo de vacunación, que al menos se ofrezca un consentimiento informado a un paciente que diga ‘bajo mi riesgo, me quiero vacunar’. Es mi libertad. Si tengo 50 años y me quiero poner hoy la segunda dosis de AstraZeneca, firmando un papel y bajo mi responsabilidad, que se me ponga. El Gobierno no me puede imponer que corra un riesgo mayor por evitar otro riesgo más pequeño. No puede ser que me tengan dos meses esperando expuesto a contagiarme. 

P.- ¿Cree que ha fallado también la comunicación a la hora de explicar los riesgos?

R.- En farmacovigilancia hablamos de la gestión del riesgo, que en este caso ha sido nefasta, porque nadie gana y todos perdemos. En primer lugar, el laboratorio. AstraZeneca va estar tres años con pérdidas por una mala reputación que tardará años en corregir, cuando nos ofrece una vacuna que es una maravilla biotecnológica, un hito comparable a la llegada del hombre a la Luna. Hace un año nos dicen que vamos a tener vacunas con esta seguridad y no me lo creo. En segundo lugar, los políticos  han salido muy mal parados, han dado la impresión de improvisar y han generado incertidumbre.  Y lo que es más importante, la población va a salir perjudicada porque ha bajado el ritmo de la vacunación. La mortalidad por Covid en España alcanza el 2,3% en colectivos mayores. Eso significa que van a morir dos de cada cien personas no vacunadas que contraigan la enfermedad.  Y son muertes prevenibles. 

P.- Castilla y León se muestra ahora partidaria de retrasar las segundas dosis para proteger antes a más personas. ¿Qué le parece?

R.- En principio no soy partidario porque es poner en riesgo a la población más vulnerable, la de más edad. Ahora, si las autoridades reconocen claramente que no van a ser capaces de tener más vacunas y  de organizar mejor la vacunación –y nos explican por qué, ya que la ciudadanía debe pedir explicaciones cuando las cosas no se hacen bien–, entonces retrasar la segunda dosis sería un mal menor, necesario para ir más rápido utilizando esas vacunas sobrantes. 

P.- A la vista de los retrasos y el parón del suministro, ¿ha fallado la compra conjunta de la UE?

R.- Sí, claro. La UE ha fallado. Y sigue fallando, lo demuestra cada día. Cada país va por su lado y la descoordinación política no hace más que crear confusión. El problema es la burocracia y la dispersión de la toma de decisiones políticas. Las decisiones son lentísimas. Es la razón por la que no se ha autorizado aún la vacuna Sputnik, porque por ambas partes se ponen pegas burocráticas que retrasan la decisión. Los intereses geopolíticos pueden estar ahí y no los vamos a poder evitar, igual que no podemos evitar los riesgos. La cuestión es cómo se gestionan. ¿Por qué Marruecos está vacunando mejor que la UE? Porque no tiene dinero para pagar la burocracia. Poco se habla de lo bien que está gestionando la pandemia África, mejor que Europa. También porque tiene más experiencia en gestión de epidemias y una población joven. Mientras, en Europa los centros de decisión están dispersos y fragmentados. Si lo troceas en estados europeos y dentro de España en otros 17, pues el desastre es total. 

P.- ¿Cree que España debería negociar con otros laboratorios para comprar la vacuna rusa o la china?

R.- Mi opinión es que sí, aunque esto se sale de mi ámbito investigador. Se debe negociar todo tipo de vacuna que tenga soporte científico y una muy clara es la rusa Sputnik. He leído el ensayo clínico, publicado en la prestigiosa The Lancet y su eficacia es mayor que otras vacunas. Ya se debería estar comprando la Sputnik. 

P.- ¿Ve viable alcanzar la inmunidad de rebaño en verano, como promete el presidente Sánchez?

R.- La inmunidad de rebaño es una falacia. El objetivo de la vacunación no es ese, sino conseguir que la enfermedad se convierta en un catarro más, que nadie muera por contagiarse. El primer objetivo del Estado debería ser evitar la mortalidad, tiene una responsabilidad personal con la salud de cada ciudadano. Y nos tendría que indignar que el exceso de mortalidad en España sea de 150.000 personas, por Covid o por otras enfermedades sin diagnosticar, mientras un país como Corea del Sur, con una población y un PIB similar, tiene 3.000 muertos. Su segundo objetivo debería ser evitar que colapse el sistema sanitario. Y el tercero, impedir que la infección se siga extendiendo, que eso sería la inmunidad de rebaño. 

P.- Y para reducir la enfermedad a un mero catarro, ¿cuál es el camino?

R.- China, Nueva Zelanda, Australia, Taiwan, Corea del Sur lo han conseguido mediante una buena gestión de los confinamientos y los rastreos. Ese es un método. En China ahora mismo no hay inmunidad de rebaño pero han conseguido que no haya transmisión comunitaria, sino brotes aislados y muy localizados. En España ya la única salida que tenemos es parar la muerte y la hospitalización. Luego ya nos plantearemos si llegamos a la inmunización de la población mundial, si el virus desaparece o queda endémico y hay que vacunarse todos los años como con la gripe. Ese es el escenario último.  La inmunidad de rebaño no me preocupa en absoluto. Lo que me gustaría, –y hablo como ciudadano– es que en verano no hubiera mortalidad, que la hospitalización fuera mínima y la limitación de libertades fuera mínima también.  Ahora, si lo que esperas es conseguir la inmunidad de rebaño, puedes estar aplicando medidas coercitivas diez años más, porque puede que no se consiga nunca, como no se ha conseguido con el sarampión ni con muchas otras enfermedades que tienen vacunas. Hay que tener en cuenta el daño que las restricciones hacen a la economía. Y la  economía, cuando se deteriora, también mata. La pobreza mata. Las medidas de coerción deben basarse en la mortalidad y en la hospitalización. Ni siquiera en el número de positivos registrados con las pruebas diagnósticas. En Israel no se ha conseguido la inmunidad de rebaño, porque no han vacunado  a los menores de 18 y la población es joven. El virus sigue circulando y no hay inmunidad de grupo, pero no hay mortalidad ni hospitalización y por eso están haciendo una vida relativamente normal. 

P.- En resumen, la única salida es vacunar a mansalva. 

R.- Ya no hay ninguna excusa:que se negocie con la Sputnik, que se siga poniendo AstraZeneca… el objetivo ahora mismo es vacunar a la población mayor de 60 años ya.  Que se habiliten carpas, que se vacune en las farmacias, donde sea. Pero eso no es para el verano, eso es ya mismo. Y todo lo que retrase o enrede eso es un problema por los datos de la mortalidad. Las sociedades científicas calculan que hay medio millón de personas con riesgos añadidos, como esquizofrénicos, obesos mórbidos, diabéticos, personas con demencia presenil... que ahora mismo no tienen alternativa porque tienen menos de sesenta años y no se les vacuna con AstraZeneca ni con nada. Y podemos añadir a los hipertensos obesos, que también tienen un riesgo muy elevado. Diría que hay entre dos y tres millones de personas sin alternativa a la vista y expuestas a un riesgo, no ya del 2%, sino mayor. No se puede hablar de inmunidad de rebaño y de porcentajes de población cuando has estado vacunando de forma absurda, en mi opinión, a docentes con veintitantos años. Lo que no puede ser es que no esté vacunado uno de 55 años con obesidad mórbida, esquizofrenia o con diabetes porque no es profesor. Es injustificado.  

P.- ¿Qué diferencia a Pfizer y Moderna, que supuestamente tienen menor riesgo de trombo, del resto de vacunas?

R.- Que sepamos, tienen menos riesgo, porque no se ha descrito ese riesgo. Lo que las diferencia es que no llevan vectores virales, que sí tienen las de Janssen y AstraZeneca, donde los anticuerpos son transportados por un virus atenuado. Ese es el rasgo que tienen en común Janssen y AstraZeneca, y también Sputnik. Como contrapartida, se cree que este tipo de vacunas puede generar una inmunidad más duradera, una inmunidad que es la buena, la celular. Se está estudiando pero sería una ventaja. Habrá que verlo. A lo mejor al final nos quedamos con AstraZeneca. 

P.- ¿Entonces no hay vacunas mejores y peores?

R.- En mi opinión, no. Hay vacunas sobre las que se tiene más información que sobre otras. Pero con la información que se tiene son todas muy parecidas. 

P.- Sin embargo, la de AstraZeneca ha despertado más reticencias. Si no hay razones científicas, ¿pueden estar esas dudas alimentadas por guerras comerciales o intereses geopolíticos?

R.- Esos factores explican, en parte, por qué se pone el foco sobre unas vacunas y no sobre otras. Los motivos pueden ser espurios:hay gente que puede estar en contra de la vacuna, o quiere fastidiar a Inglaterra por el Brexit o porque la de AstraZeneca es la más barata y quiere vender la suya. Por esta última razón la OMS la defiende a capa y espada. En todo caso, intereses puede haber muchos, pero no influyen en el trabajo de vigilancia. Si existe un problema médico, si una vacuna tiene un efecto adverso raro grave, no se deja de investigar. 

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