Encargados de llevar el saber a alumnos enfermos
Los docentes de atención domiciliaria acuden en lo que va de curso al hogar de 79 alumnos enfermos que tienen más de un mes de convalecencia / Patricia es docente de riesgo que imparte clases a alumnos con su misma situación / Durante el curso pasado 139 estudiantes necesitaron la enseñanza a domicilio
Enseñar y aprender. Dos conceptos que encuentran su mejor definición en las aulas. La pandemia del coronavirus cambió hace ya un año la forma del aprendizaje y la trasladó a todos los hogares, ante la imposibilidad de asistir a los centros educativos por el riesgo de contagio. Pero patologías ajenas al Covid ya obligaban a muchos alumnos a aprender desde sus casas . Ahora, con un virus suelto, la situación es más compleja.
Es entonces cuando entran en escena los docentes de atención a domicilio . Son ellos quienes se encargan de trasladar todo el conocimiento de las aulas a los hogares, de una manera más segura. Son también los intermediarios para la coordinación entre los centros educativos y los alumnos enfermos .
Y es que a pesar de que los centros educativos son ahora «espacios seguros», hay personas que, por las diferentes patologías que sufren, no se pueden permitir asistir a las clases presenciales. Tanto alumnos como docentes.
En lo que va de curso, un total de 79 alumnos con más de un mes de convalecencia necesitan de la ayuda de estos docentes a domicilio . Las patologías que obligan a estos menores a aprender desde casa son variadas. Cáncer, inmunodepresión, problemas cardiacos o, incluso, varias enfermedades juntas.
El coronavirus obligó a reorganizar rápidamente la atención domiciliaria. Desde marzo del año pasado, los profesores a domicilio imparten sus clases ‘online’.
Esta fórmula no solo es segura para los alumnos con enfermedades, sino que también es «ideal» para los docentes de riesgo.
Es el caso de Patricia . Una profesora «normal» de secundaria durante varios años, como ella se describe, y que en marzo del año pasado tuvo que adaptar sus clases a la pandemia. Pero, este curso no pudo volver a las aulas, y ha tenido la «fortuna» de poder ofrecer atención a domicilio. «Si no, no sé qué habría sido» , señala.
Patricia se encarga de llevar conocimientos a alumnos como ella, de riesgo, que no pueden asistir presencialmente a los centros educativos.
Cuenta que la transformación de las clases a domicilio hacia una forma ‘online’ no ha cambiado la calidad de la enseñanza.
Ella, como profesora, ha pasado de atender a 35 alumnos por clase -aunque ha llegado a atender hasta 40- a tener uno o dos por llamada. «Yo puedo hacer un seguimiento más personalizado de todo lo que necesitan estos chicos» , narra. «Cada alumno es único, los hay que trabajan divinamente en coordinación con sus profesores, los hay que necesitan apoyo puntual y los que necesitan estar continuamente, o si no, no trabajan», añade.
La atención personalizada que recibe un alumno con atención a domicilio se compensa con las horas de estudio, que se reducen a cuatro por semana . Las horas son repartidas a elección del alumnos y en coordinación con los docentes, comenta Patricia, quien explica que ellos apoyan a los escolares solo en las asignaturas troncales: lengua, literatura, inglés, geografía e historia.
Eso en el ámbito que Patricia imparte, el sociolingüístico. Otras cuatro horas de ciencia completan la formación.
«La fórmula no cambia mucho» , relata. «Tienes todo tipo de alumnos, de todos los espectros, con todas las necesidades que puedes tener en el aula», expone.
Tampoco desaparece el papeleo al que se enfrentan los docentes. «Sigue habiendo burocracia y muchas reuniones de coordinación», además de «horas y horas de llamadas, reuniones por ‘Teams’ y por teléfono», aclara.
Y es que para coordinar las clases a domicilio, Patricia tiene que organizarse tanto con el centro educativo, como con dirección, coordinación y cada uno de los profesores de cada asignatura , para llegar a un acuerdo sobre el criterio de evaluación al alumno.
La forma de realizar los exámenes también es variada y cambia dependiendo del alumno y del profesor. Algunos estudiantes, que no sufren una patología tan grave, tienen la opción de acudir un día al colegio y realizar el examen de forma presencial, aunque no todos prefieren este método.
Otra forma de examinarse es hacerlo con la docente de atención a domicilio y esta se encarga de mandarlos al profesor de la asignatura para que sea él quien lo corrija. Aunque también tienen la opción de hacer el examen, de forma ‘online’, pero directamente con el profesor de la asignatura.
Por otro lado, Patricia comenta que siempre está la opción de hacer un trabajo y evaluar la asignatura por este medio.
En este sentido, destaca el trabajo de los centros educativos y de los profesores, que «aparte de ocuparse de sus clases y de los alumnos confinados por algún caso cercano de coronavirus, también se encargan de los chicos con atención domiciliaria o con familiares de riesgo». Recalca también la labor de las editoriales para facilitar los libros correspondientes a los alumnos.
Con este año de experiencia en atención domiciliaria como docente, y en otros tantos siendo la profesora con la que se coordinaban otros docentes a domicilio, Patricia ha conocido varios tipos de enfermedades que pueden impedir la asistencia del alumno al centro . Y el tiempo que puede tardar en volver a las clases.
«Hay enfermedades que pueden durar años», sostiene y cuenta que como profesora yendo presencial a los centros hay alumnos que no ha conocido, «porque han estado dos años sin asistir a las clases».
Y, como en todo, el coronavirus ha empeorado la situación de los alumnos de riesgo. La fortaleza de los niños, muchas veces, hace más llevadero este proceso. Según Patricia, la forma de llevar las clases ‘online’ es diferente, dependiendo del alumnos. « Hay quienes lo llevan estupendamente y los hay quienes echan de menos a sus compañeros », afirma.
La pandemia ha llevado a más alumnos a pedir este tipo de atención. El curso pasado, año en el que estalló la pandemia, fueron 139 padres que solicitaron esta opción de enseñanza ante la peligrosidad que el virus suponía para las diferentes patologías de sus hijos.
Enfermedades que tampoco entienden de edades, por lo que este servicio se presta desde menores de infantil hasta a alumnos que cursan el bachillerato.
El trámite para conseguir la atención a domicilio tiene varios apartados. Cuando un menor tiene más de un mes de convalecencia, la familia solicita a la autoridad educativa la atención domiciliaria acompañada de un informe médico. El informe médico es un documento obligatorio, que debe acompañar a la solicitud y donde se deben detallar las características de la enfermedad del alumnos.
Sin embargo, justificar la enfermedad no siempre es concluyente para determinar si la patología es motivo suficiente para no acudir al aula en situación de pandemia de la Covid. Por ello, se someten a consideración de un panel de médicos expertos a través de la Gerencia del Sacyl.
Un proceso que permite que nada se interponga a la meta principal, que el aprendizaje se transmita. Que docentes como Patricia puedan hallar una opción a la situación actual y que, otras patologías, ajenas al Covid, no puedan dejar a nadie sin aprender. Y tampoco a nadie sin enseñar.