Diario de Castilla y León

Arrimadas no se aventuró a la oferta de Sánchez en Castilla y León por temor a una estampida como en Murcia

Las negociaciones entre Ábalos (PSOE) y Cuadrado (Cs) para Murcia incluyeron también a Castilla y León, pero la líder naranja desechó la oferta directa de Sánchez cuando recibió advertencias de deserción en el bloque de los doce diputados de las Cortes

Arrimadas y Mañueco coincidieron ayer en Madrid en el homenaje a las víctimas del terrorismo. El lunes se reúnen en Valladolid. / ICAL

Arrimadas y Mañueco coincidieron ayer en Madrid en el homenaje a las víctimas del terrorismo. El lunes se reúnen en Valladolid. / ICAL

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Pablo R. Lago
Valladolid

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El miércoles, cuando la tormenta política ya estaba desatada en media España, una vez encendida a primera hora la mecha de Murcia, Arrimadas conversaba con Pedro Sánchez . El presidente del gobierno había cogido personalmente el timón para llevar a buen puerto la moción de censura en Castilla y León . Aunque el barco todavía no había zarpado. Era por la mañana. La tensión política iba en aumento. Los rostros de los populares en el hemiciclo de las Cortes de Castilla y León, donde se disputaba una de las tantas insulsas sesiones plenarias, anticipaban el miedo a que la moción de Murcia se contagiara en Castilla y León . Las caras de Fernández Mañueco y Francisco Igea no presagiaban tranquilidad. Y los socialistas afilaban la moción, esa cuyas firmas estaban preparadas y custodiadas bajo siete llaves por la número dos del PSOECyL, la aguerrida Ana Sánchez.

«Ofrece resistencia» , confesaba Pedro Sánchez a sus colaboradores tras intentar un primer asalto telefónico al fortín de Ciudadanos, gobernado por Inés Arrimadas, mientras los suyos daban los retoques definitivos a la moción de Murcia, urdida directamente por los números dos del partido, Carlos Cuadrado y José Luis Ábalos. Pero pronto empezaron a llegar noticias de que no todos los parlamentarios de Ciudadanos estaban de acuerdo con una moción fraguada a espaldas de la dirección nacional y de la mayoría de los diputados murcianos.

Carlos Cuadro y José María Espejo, por su parte, pulsaban cómo estaba el clima en Castilla y León. Y de ese pulso extrajeron que el grupo de los 12 de Cs en las Cortes que preside Luis Fuentes no era partidario de dar el paso y aliarse con el PSOE. «Estamos cómodos con el PP y no hay motivos para una moción de censura aquí, nada tiene que ver con Murcia» , transmitía David Castaño, líder del grupo, que luego reunión a los suyos, tras el pleno, para conjurar la unidad y transmitirle a Madrid que en Castilla y León no había opciones. Esa información le iba llegando a Mañueco vía su portavoz y uno de sus más estrechos colaboradores en el PP desde hace años, Raúl de la Hoz.  De la Hoz, duro y contundente, ha sabido mantener el equilibrio entre las dos facciones de Ciudadanos, la del parlamento y la de gobierno que rige Igea. Ha sabido durante estos casi dos años establecer una vía de confianza con el grupo al tiempo que ha tenido que lanzar presiones a Igea. 

En algún caso los enfrentamientos han sido intensos y ha obligado a intervenir a Mañueco, que es un mago en el arte de repartir roles en el partido para que cada uno haga su papel. El de De la Hoz lo ha llevado con maestría y le permitió tranquilizar en todo momento a Mañueco. El grupo de Cs era una piña y ya habían dicho a Madrid que no querían moción de censura , pese a que algunos, más por torpeza e ingenuidad que por capacidad, habían establecido contactos de barra de bar con dirigentes del PSOE dejando traslucir que estaban dispuestos a  hablar de la moción de censura ante el desencuentro cada vez más agrandado con la facción de Cs en el gobierno, que campan a sus anchas sin tener en cuenta al grupo. Tal es así, que cuando la actual consejera de Industria y Empleo, Carlota Amigo, gobernaba el grupo parlamentario, todas las semanas había un encuentro de los consejeros con el grupo para coordinar la acción. Esos maitines se borraron de la agenda con el ascenso de Castaño a la portavocía y la marca de Amigo a la consejería para suceder a Germán Barrios, dimitido tras las constantes ingerencias de Igea en su gestión. En ese momento, la brecha entre el sector del gobierno y del partido se hizo inmensa. Igea hace lo que le da la gana sin dar explicaciones al grupo, donde además reside buena parte de la cúpula del aparato del partido. Los procuradores quedaban relegados a meras comparsas encargados prácticamente de levantar la mano en los plenos.

Tras las primarias, y con la salida de Igea y todos sus afines de los órganos de dirección del partido, por expreso deseo de Arrimadas, el desencuentro no ha hecho más que acrecentarse . Igea está cómodo gobernado a su antojo las cuatro consejerías de Cs (Trasparencia, Cultura y Turismo, Empleo y Sanidad) y sin dar explicaciones a nadie ni recibir consignas del partido. Ha habido casos flagrantes como cuando desde el grupo expresaron el deseo de preservar el modelo del Diálogo Social que tan buenos resultados ha dado en Castilla y León. La respuesta desde la facción del gobierno, aumentar la bronca, el enfrentamiento y los desafíos con sindicatos y patronal. Y así todo.

El caso es que las horas corrían y Pedro Sánchez dio la orden directamente a Luis Tudanca de meter la moción de censura. Tudanca no estaba convencido . Quería apurar más el tiempo a ver si los nervios que atenazaban a Mañueco le impulsaban a un adelanto electoral. Mañueco se ha significado por tener los nervios de acero en su ya dilatada experiencia en la política orgánica. Volvió a repetir a sus colaboradores lo que siempre les dice cuando el mar se encrespa: « Tranquilidad ». La palabra que más repitió tras los comicios de mayo de 2019 cuando todo el mundo le daba por muerto políticamente en la confianza de que Igea iba a pactar con el PSOE. Pero llegó Albert Rivera y su lugarteniente Villegas y dieron al traste con los planes de Igea y lo encauzaron hacia el PP, en el marco de un pacto global en más territorios.

Tudanca prefería adelanto electoral. Sabe que el PP en Castilla y León no está en buen momento. Confiaba, primero, en la desaparición de Ciudadanos, con la imagen deteriorada por la excesiva y constante exposición pública de Igea. Confiaba en que esa misma imagen contagiara la candidatura de Mañueco. Confiaba en el crecimiento del PSOE y que la emergente VOX no sumara lo suficiente para permitir un gobierno con el PP. Quería elecciones porque además se sabe ganador y sería difícil no permitir el gobierno de alguien que vence en las urnas dos veces consecutivas en dos años. Pero Mañueco desbarató el cuento de la lechera. Tenía confianza en Cs . Al menos en que la dirección nacional de Cs, que seguía hablando con Ferraz, acabaría rompiendo el partido en Castilla y León. Como ha acabado pasando en Murcia.

Arrimadas ya tenía sensaciones de que lo de Murcia podía acabar como ha acabado hoy. Y no quería un fracaso ni una estampida en Castilla y León. «Cuando alguien va a la guerra tiene que mirar si los soldados le siguen, y los soldados de Cs en Castilla y León no estamos dispuestos a ir a esa guerra, y así se lo hemos dicho», confiesa un parlamentario naranja a este periódico. Se produjo una amenaza implícita, pero directa, de una posible deserción casi del bloque completo del grupo en las Cortes si se fraguaba una moción de censura a sus espaldas. «Estamos más unidos que nunca, y lo dijimos, no íbamos a apoyar la moción» , relata una parlamentaria de Cs. Eso mismo, más o menos, se lo había transmitido Luis Fuentes a Carlos Cuadrado, el Villegas de Arrimadas y artífice de la cadena de mociones con el PSOE. Cuadrado no es Villegas, entre otras cuestiones porque asiste ajeno a la realidad de los territorios y cree que se controlan y gobiernan desde el móvil.

Por la tarde volvió a hablar con Pedro Sánchez y, tal y como adelantó este periódico, le dio calabazas. La moción de censura había fracasado. En este caso un fracaso de Pedro Sánchez. Pero estaba presentada y al PSOE de Tudanca no le queda más remedio que escenificar durante quince días, hasta que se debata el 24 de marzo, un argumentario con el que mantener el tipo. Porque si ya es difícil argumentar una moción de censura en plena pandemia, todavía lo es más argumentarla para perderla.

Mienten en Ciudadanos cuando dicen que no han hablado con el PSOE. Mienten como bellacos. Y el PSOE guarda pruebas. Pruebas que no descartan sacar a la luz. En Cs lo saben. «Hay gente que es un poco inconsciente y se pone a hablar sobre lo que no tiene autorización y a dar explicaciones o pedirlas sobre lo que no les compete» , se excusan en la dirección de Cs, sabedores de que los móviles tiene registradas esas pruebas.

Pero lo más esencial es que ha sido la propia Inés Arrimadas la que ha conversado y discutido sobre esa moción de censura con el mismísimo Pedro Sánchez el pasado miércoles cuando se estaba metiendo el registro. Los suyos en Castilla y León eran ajenos a esas conversaciones. También es cierto que Arrimadas no veía claro el asunto y en todo momento mostró una clara «resistencia» a las ofertas de Sánchez para entregarles también otras instituciones como el Ayuntamiento de Salamanca.

Pero es que además, Ábalos, mientras negociaba Murcia con Carlos Cuadrado introdujo la variante de Castilla y León. Y eso lo saben los dirigentes del PSOE de Castilla y León, esperanzados en que fructificaran las negociaciones de Ferraz como fructificaron en el caso murciano. De hecho, cuando saltó Murcia, algunos pensaron que  lo de Castilla y León iba detrás. El más escéptico, siempre prudente y mesurado, era Tudanca, que incluso no vio claro la premura de meter la moción el mismo miércoles antes de que cerrara el registro. Él hubiera esperado al menos al día siguiente a ver cómo reaccionaba Mañueco. Y hubiera acertado. Pero el aval vino directamente de Pedro Sánchez que creía que iba a cerrar el acuerdo con Arrimadas .

Lo cierto es que pese a la tranquilidad que le transmitían a Mañueco desde su grupo y el de Cs en las Cortes, además de Igea, el presidente de la Junta no empezó a respirar tranquilo hasta que en el ocaso del miércoles habló con Arrimadas y esta le dijo que el pacto seguía adelante . Esa noche durmió tranquilo sabedor de que la líder naranja iba a aparecer a primera hora en los micrófonos de Carlos Herrera para zanjar la incertidumbre. 

Dos horas después Mañueco e Igea habían programado una aparición conjunta para escenificar y anticipar el fracaso de la moción de censura. Mañueco se veía reforzado. Sabe que con el fracaso de la moción, que tiene que culminar todavía previsiblemente en un pleno el próximo día 24, se le despeja el camino para la mitad de mandato. Ya nadie le incomodará, con los presupuestos más elevados de la historia ya aprobados y las manos libres para manejar a su antojo a Ciudadanos. El fracaso de la moción también supondrá el desembarco en las filas populares de dirigentes de Cs cuando se arrimen los próximos comicios . Algunos ya han incluido pase en la operación para frenar la moción socialista. Es cuestión de tiempo verlos aparecer en las listas.

Pero todo giró el viernes con un nuevo naufragio. El de la moción en el gobierno de Murcia. Tres de Cs se han orillado hacia el PP y han hecho fracasar la moción. Los naranjas son ya una flota a la deriva de rumbos impredecibles.

La JUJEM (Junta de Jefes de Estado Mayor) de Cs, Luis Fuentes, David Castaño y Miguel Ángel González, las manos que mecen la cuna en Castilla y León se apresuraron a convocar a sus procuradores para decir lo que llevan diciendo dos semanas, que no apoyan la moción. Tienen un serio problema de credibilidad. Pero detrás de esa convocatoria está la estrategia del PP que recomendó a los de Fuentes y Castaño que el compromiso, con retrato incluido, saliese de la boca de los 12. 

El PSOE necesita 4 díscolos . O menos si la UPL decidiera embarcarse en la moción. Con tres basta. Con el desbarajuste que hay ahora en Ciudadanos, con un comité de urgencia el lunes también de consecuencias impredecibles, el PSOE se ha decidido a lanzar la caña y a alimentar a algunos integrantes de Cs con los que llevan hablando meses en privado y que no veían mal la moción de censura. 

Alguna procuradora de la formación naranja ha tenido el ofrecimiento directo de ser consejera , según confiesan tanto desde el flanco socialista como del de Cs.

La operación es muy difícil. Porque Tudanca tampoco parece dispuesto a asumir el desgaste ético y estético que podría ocasionarle llegar al gobierno con cuatro rebeldes convertidos en tránsfugas. Y no parece posible, aunque la política actual se ha convertido en el arte de lo imposible, que Arrimadas cambie de opinión e intente devolverle al PP el golpe de Murcia en el rostro de Fernández Mañueco. Esa es una alternativa que todavía se baraja en Ferraz . La vía de la venganza.

Lo que ocurre es que ahora mismo Cs es un barco sin rumbo ni control. No hay autoridad. Por eso, al filo de la tarde del viernes, Cuadrado se encargó de llamar a los territorios para pedir sosiego y tranquilidad durante el fin de semana hasta el comité de mañana y ver por dónde estalla la próxima bomba en el seno de un partido que no hace tanto soñó con ser la alternativa real del centro derecha.

Conversó Cuadrado con Fuentes, su puente en Castilla y León, para pedir calma. Y disuadir a la gente de declaraciones altisonantes ni otras intervenciones que contribuyan al clima de tensión que atraviesa.

El nerviosismo se trasladó también en la tarde de viernes al PP. El aplomo que había evidenciado horas antes Mañueco se transformó en desasosiego en las filas populares, que ya no se fían de nada. Y quedan días para la moción . El 22 será finalmente. Porque el tiempo, al ritmo que cambian los acontecimientos, juega en favor del PSOE, que ha recuperado la esperanza a medida que se desintegra Ciudadanos.

Ciudadanos es un barco que naufraga a cada repetición electoral y que, además, ahora acaba de encallar en una ciudad costera a orillas del Mar Menor. A su indefinición se suma un acercamiento al Sanchismo que hará saltar por la borda a dirigentes, militantes y votantes que acabarán en los caladeros del PP y de VOX.

Mañueco confía en el viejo símil ‘del mando a distancia’ implantado en el operativo de los ‘populares’ hace dos décadas, cuando se estrenaba como secretario general del partido a las órdenes de Herrera, para tener bajo control la situación mientras corren los días hasta el 22 que se disputará la moción de censura.

Para antes también confiaba en haberse visto con Arrimadas, o lo que quede de ella, tras la debacle de Murcia, y reformular el pacto, en un encuentro que iba a producirse este lunes, pero que queda aplazado para más adelante.

Si la moción naufraga, el gran vencedor inesperado e involuntario, sin duda será Mañueco. Con el mandato despejado para gobernar  a su antojo. A partir del 22, Mañueco tiene decido cambiar el rumbo y el ritmo del ejecutivo para la mitad de la legislatura, siempre atendiendo a las decisiones o cambios que pretenda Ciudadanos, dentro de la facción de Ciudadanos en el gobierno.

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