Ultimátum del Papa a los héroes de Castilla
Restaurado un documento clave que demuestra la alianza entre la Iglesia y la Corona para reprimir el movimiento comunero: el de su excomunión en 1521, «negándoles eclesiástica sepultura» / El escrito formará parte de la exposición por el V Centenario
Tres días para rendirse . Ese era el tiempo del que disponían para retomar el ‘buen camino’. Si no recapacitaban, volvían a obedecer las órdenes de Carlos I y retiraban su apoyo al movimiento comunero o su implicación en él, los «traidores» serían apartados de la Iglesia. Más en concreto y en lenguaje y normas de la época –el siglo XVI– recaería sobre ellos un castigo: el del «entredicho». «Negándoles eclesiástica sepultura y cesar los divinos oficios en toda España»: la excomunión.
Aun así, siguieron su propia ruta, no solo en ese plazo, sino que tres meses más tarde, en Villalar, lograron la ‘absolución’: 500 años después se les recuerda como héroes.
Pero entonces eran pecadores por «los movimientos, levantamientos, escándalos, alborotos, conspiraciones y otros insultos cometidos por muchos pueblos , comunidades y personas particulares contra la obediencia y fidelidad que deben tener a nuestros Señores Reyes» en un reino, el de Castilla, bajo los mandos de Carlos I y su madre Juana, que pasaría a la Historia con el popular apodo de Juana la Loca.
Así reza en el documento recuperado que decreta la excomunión de quienes «abrazaran el movimiento comunero y no prestaran obediencia a los reyes Carlos y Juana».
Fue promulgado por el cardenal Adriano de Utrecht, representante entonces del Papa León X, y está fechado el 31 de enero de 1521 en Tordesillas. La Fundación de Castilla y León lo acaba de restaurar para mostrarlo en la exposición que conmemorará el V centenario en las Cortes de Castilla y León, en abril.
El documento tiene el reverso en blanco, pero su trascendencia no es proporcional a su extensión. El significado de estas palabras redactadas hace 500 años y condensadas en tan solo una página tiene eco en la actualidad. Dan una idea de lo que sucedió entonces, de la amenaza que supuso el movimiento comunero para la Corona y de cómo el engranaje del reino trató de frenar lo que parecía una imparable rebelión. Pero no solo eso. Refleja también las relaciones de poder de la época: cómo la Iglesia salió en auxilio del monarca.
El texto del siglo XVI «está prácticamente todo impreso, salvo un párrafo escrito a mano y añadido con posterioridad».
Tiene un apéndice cosido, una hoja que pertenece a dos siglos después y detalla lo que en él aparece. «Es un manuscrito de similares características, más pequeño, que data aproximadamente del siglo XVIII y describe el contenido de la obra principal», explican desde la Fundación Castilla y León. El original y su traducción a un castellano actual legible pueden apreciarse reproducidos en esta página.
El documento restaurado proporciona la dimensión que alcanzó la rebelión comunera contra el rey Carlos I y su forma de gobernar, según concluyen quienes manejan este legajo. «Refleja la importancia que da la Corona a este movimiento, llegando al punto de recurrir al Papa León X. Es un argumento de persuasión muy importante porque en 1521 la religión era un elemento fundamental en la estructura social de Castilla y tiene un poder importantísimo», explica Eliseo de Pablos, uno de los dos comisarios de la exposición que incluirá esta pieza documental.
«Que la Corona llegue a este extremo da idea del peligro que suponía la revuelta. Una reafirmación de que el movimiento fue trascendental en nuestro país», apostilla el museólogo.
De Pablos indica que esa resolución se toma en un contexto en el que «ya está consolidado el movimiento comunero». «Estamos en plena efervescencia de la guerra. Ya ha habido muchas muertes, batallas y estamos en un momento álgido. A poco tiempo de que se produzcan Torrelobatón y Villalar, que no fue el fin de la guerra, sino del gran peligro, porque hasta febrero de 1522 la guerra sigue con María Pacheco en Toledo».
El museólogo explica que los consideraban «traidores a la Corona porque no obedecían las órdenes del rey». Da, además, alguna pincelada del contexto. Dentro de las grandes líneas de enfrentamiento, una era la económica: «No acatan los impuestos que el rey establece para la coronación ni otras políticas económicas».
A esto se suma «una desvirtuación de las Cortes porque el rey no les hace caso y, también, que en ellas coloca a muchos extranjeros de Países Bajos que trae consigo, y los comuneros quieren que haya gente de Castilla», apunta De Pablos, como grandes rasgos de un profundo y complejo conflicto que ha trascendido el paso del tiempo y no deja de originar polémicas entre los que lo consideran un referente del movimiento popular y democrático contra el poder absoluto y quienes estiman que tan solo fue una reacción a la mala gobernanza de un monarca bisoño, irrespetuoso con su madre y el orden que ella encarnaba, venido del extranjero y necesitado de dinero urgente.
Sea como fuere, Juan Zapatero, director de la Fundación de Castilla y León, resalta el valor del pergamino recuperado por encima incluso de su peso histórico. «Tiene una enorme carga simbólica. Me parece que revela la importancia que tenía entonces la fe católica, la Iglesia como institución, más que como religión, y cómo se utiliza que esas creencias religiosas están arraigadas en la población para deslegitimar un movimiento que cuestiona el poder y la forma de ejercerlo de un rey».
Va más allá. «Ejemplifica muy bien la alianza que existe entre religión y poder y cómo se respaldan mutuamente».
El comisario de la muestra subraya que estar en posesión de esta pieza documental sirve para «conservar una parte de la Historia de España muy significativa». «La Guerra de las Comunidades supone un antes y un después. Es un periodo muy convulso desde el punto de vista económico, social y de poder. En pleno Renacimiento. Su fin define el modelo que impera en España en los siguientes siglos», señala Eliseo de Pablos.
Por todo esto, Zapatero agrega que «la restauración de este significativo documento, y la generosidad del Archivo Municipal de Burgos, que lo presta, permitirá exhibirla en las mejores condiciones en la exposición de la próxima primavera en la sede de las Cortes de Castilla y León. Esta pieza constituye, sin duda, uno de los grandes atractivos de la muestra», remarca.
De Pablos detalla que «no se conoce dónde se halló» . «No se sabe exactamente cómo llega hasta el archivo por varias razones, entre ellas, que en su momento la Corte itinerara».
Es el Archivo Municipal de Burgos quien lo cobija y lo aporta para exhibirlo en esta ocasión.
Resulta curioso que repose precisamente en Burgos, que se ‘descolgó’ de la rebelión comunera. «No creo que haya relación directa, sino indirecta. Quizá es más fácil que no fueran destruidos, aunque también se conservaron muchos más. No lo sabemos», reconoce.
La advertencia que suponía la excomunión se anticipa a dos momentos clave: el de la victoria (Torrelobatón), cuyas mieles del triunfo no duraron demasiado, y una posterior derrota en Villalar de los Comuneros, apenas dos meses después, en aquel 23 de abril que cada año Castilla y León conmemora.
Las manos encargadas de que estos escritos recuperaran su mejor versión pertenecen al restaurador burgalés Pedro Villanueva. «Qué duda cabe que gusta acabar relacionándote con un documento tan especial, que históricamente es muy relevante . Me causa cierta satisfacción que cuenten conmigo para restaurar algo con tanto valor histórico».
Villanueva relata a este diario que el trabajo de restauración «nunca estuvo en peligro porque su conservación era buena». «Tan solo presentaba algunos desgarros propios de los pliegues transversales y longitudinales que efectuaron para doblarlo, fruto del modo en el que ha permanecido depositado, y algún otro por su manipulación en este tiempo», precisa. También «el proceso de oxidación de la celulosa le hacía presentar un aspecto amarillento pero muy leve porque está hecho de papel de pulpa de algodón», detalla.
La muestra sobre el movimiento comunero se estructura en torno a tres apartados para «acercar un relato didáctico y divulgativo desde las perspectivas histórica, social y cultural», y este documento de excomunión es una de sus piezas cruciales, pero hay más.
Otro elemento significativo del montaje es el texto que recoge «el perdón general de Carlos I», que proviene de la Biblioteca Nacional. Pese a su nomenclatura, Eliseo de Pablos aclara que, en realidad, este «no fue tan general» . «Para que los realistas no se tomaran la justicia por su mano, da un perdón a quien apoyara a los comuneros pero sin tener un papel principal, porque hay más de 260 personas que sí son condenadas a muerte».
La exposición ‘Comuneros: 500 años’ (del 22 de abril al 20 de septiembre en el edificio de las Cortes) comprende desde finales del siglo XV hasta 1.522. La conforman alrededor de 150 piezas, que incluyen pintura, escultura, pergaminos... que proceden de los principales museos españoles, como el Prado, el del Ejército o el de Arte Decorativo, y documentos que custodian archivos de toda España.
Este es el punto de partida de un objetivo más grande: compilar un legado mayor.
Prevén «digitalizar en alta definición cerca de 100.000 documentos originales de la época procedentes de los archivos de Simancas y Chancillería de Valladolid que aportarán una visión de conjunto», explica Zapatero. «Los digitalizaremos para que historiadores o científicos que quieran profundizar en la Historia puedan hacerlo a partir de los documentos originales. Este es uno de los legados que va a dejar esta conmemoración más allá de 2021».