Diario de Castilla y León

El retorno de jubilados en el curso del Covid

Veinte nuevos docentes jubilados se incorporan este curso a colegios, institutos y centros de formación del profesorado como ‘profesores honoríficos’ / Otros 24 repiten del anterior / Es una figura voluntaria y sin remuneración /Algunos cambian de alumnado: ya no imparten clase a estudiantes, sino que forman a otros docentes

El profesor jubilado Simón Saludes, ante la fachada del instituto de Laguna de Duero, en Valladolid, Las Salinas, con el que colabora como profesor honorífico. MIGUEL ÁNGEL SANTOS (PHOTOGENIC).

El profesor jubilado Simón Saludes, ante la fachada del instituto de Laguna de Duero, en Valladolid, Las Salinas, con el que colabora como profesor honorífico. MIGUEL ÁNGEL SANTOS (PHOTOGENIC).

Publicado por
Alicia Calvo
Valladolid

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Dan un paso al frente para volver. Dejaron atrás horarios imposibles, correcciones a toda prisa, el sobresalto de los timbres del recreo, pasillos abarrotados y horas de preparación de las clases por una rutina más relajada, la de la jubilación. Pero querían seguir de algún modo en activo, y más en el curso de la pandemia. 

Los veteranos docentes José Alfredo, Evangelina y Simón retornan al aula de diferentes centros educativos de la Comunidad, gracias a una figura especial de la Junta de Castilla y León, la del profesor honorífico.

Suman 44 los docentes jubilados que colaboran este curso en el sistema educativo autonómico con proyectos concretos o formando a profesionales. De hecho, algunos cambian de alumnado: ya no imparten clase a estudiantes, sino que forman a otros docentes, y todos se ponen a disposición de la Consejería de Educación para aportar donde más útiles puedan ser. En este tiempo marcado por la crisis sanitaria con especial vocación.

«Es un momento complejo para el profesorado y todos debemos colaborar como sepamos. Quería seguir ayudando con mi experiencia a mejorar la enseñanza, sobre todo en un año tan difícil como este, en un curso en el que los profesores están haciendo un esfuerzo gigante, mayor al de siempre, para que todo salga bien. Aunque nos jubilemos tenemos mucho que aportar todavía», afirma José Alfredo Fernández.

Este leonés de 60 años dudaba si guardar para siempre la tiza, las pizarras –también las digitales– y sus planillas o postergar la decisión. Al fin llegó el año en el que podría retirarse «con la paga máxima y a la vez vivir más tranquilo» y finalmente optó por pasar al otro lado, al de la jubilación, pero sigue con un pie en la misma orilla de siempre porque no quería desvincularse «del todo» de la docencia, pese a tener diagnosticada una patología crónica.

Él es uno de los 20 nuevos profesores honoríficos colaboradores nombrados en el presente curso para su incorporación a colegios, institutos y centros de formación del profesorado de Castilla y León, y se suman a otros 24 que repiten experiencia.  

Esta colaboración no conlleva ningún tipo de remuneración, dado que tiene «un carácter voluntario, solidario, altruista y responsable».

Es una figura creada hace ya cuatro cursos -el primero fue el 2017-2018- para esos docentes que ya no reciben una nómina por su labor educativa, pero cuentan con una extensa trayectoria académica y desean continuar «contribuyendo y colaborando con los centros docentes públicos no universitarios y con el resto de órganos de la red de formación permanente del profesorado», tal y como expone la Consejería de Educación.

José Alfredo permanece entre apuntes, solo que ahora sus alumnos no son los estudiantes que se matriculaban en el centro oficial de idiomas leonés que llegó a dirigir y donde impartía alemán. Ahora «ayuda» a otros colegas. «Esto funciona porque es voluntario por todas las partes y las personas tienen interés. Nos sirve porque compartimos experiencias y problemas». También imparte un curso online sobre ‘Neurociencia en el aula de idiomas’, una de sus especialidades. 

Mientras José Alfredo se estrena este año como profesor colaborador, la vallisoletana Evangelina Álvarez de Eulate afronta su último curso -solo pueden renovar tres años. 

Ella reconoce que el ejercicio actual es especial por «el desafío brutal que supone para los profesores». «Se han tenido que sobreponer al miedo de estar en un entorno cautivo con los chicos en clase, aunque afortunadamente la mayoría del alumnado se ha comportado bastante bien. Han tenido que reflexionar para tener una actitud serena y, además, actualizarse». 

Pasar de un día para otro de dirigir un instituto a que el despertador ya no resulte imprescindible no era un escenario que Evangelina quisiera descubrir. «La jubilación debería ser una cosa bastante más progresiva. Es difícil cambiar de trabajar doce horas diarias sin tener fines de semana, como era mi caso al ser directora de centro, a pasar a no hacer nada», comenta esta profesora jubilada que estuvo al frente del Instituto Leopoldo Cano, en el barrio vallisoletano de Pajarillos, y que no ha dejado de estar ‘en activo’.   

Evangelina asegura que participar en esta iniciativa le ayuda a asimilar esa transición. «Tengo inquietudes y la formación me parece fundamental. Ser profesora honorífica me ofrece seguir creciendo, continuar teniendo un impacto en la sociedad. Me gusta estar en este mundo. Una vez te jubilas ves las cosas de otra manera, dispones de más tiempo para reflexionar y ofreces esos otros puntos de vista».   

Esta docente está adscrita a los dos centros de formación de profesorado de la ciudad de Valladolid, el de idiomas y el general. «La experiencia que tengo de 40 años en contacto con la docencia me da la posibilidad de ofrecer un saber hacer y ponerlo a disposición», comenta.

Enseñar a otros ‘maestros’ le genera una «satisfacción personal»: «En esta situación, me agrada sentirme útil cuando colaboro con cuestiones de formación. Es muy agradable no solo estar con los compañeros, de Francés, como es mi caso, sino ver directamente cómo evoluciona la función del profesor porque la pandemia ya afecta a todo y ha acelerado, por ejemplo, la utilización de las tecnologías. Este acceso desvela que se necesita una actualización de persona a persona, de profesor a alumno, para enmarcar el trabajo de cada estudiante». 

Sin embargo, Evangelina es consciente de cómo a algunos docentes les cuesta más que a otros. Ella ha participado en la impartición de un curso de formación en el uso de estas herramientas, dado que en su instituto ya tenían experiencia porque parte del alumnado cursaba estudios a distancia. Por el coronavirus, el curso se impartió en modalidad digital. 

Otro docente jubilado que repite experiencia es el vallisoletano Simón Saludes, especialista en Geografía e Historia.   

Cumplía los requisitos para participar en esta iniciativa: ser un docente jubilado menor de 70 años «que haya prestado sus servicios durante un mínimo de 25 años en los cuerpos docentes de enseñanzas escolares y de régimen especial». 

Va por su segundo curso de reenganche. «Mi motivación es sencilla, me gusta enseñar. Teníamos además un proyecto concreto de cine histórico con los departamentos de Historia de los dos institutos de Laguna de Duero –en Valladolid– y no quería dejarlo a medias», indica quien también impulsó otras iniciativas, como un ciclo sobre Miguel Delibes con apoyo de la Fundación que lleva el nombre del escritor.  

La convocatoria de los profesores honoríficos establece dos tipos de colaboraciones. 

Por un lado, está la abierta, en la que los docentes asesoran, apoyan y forman a los profesores en activo «como expertos en innovación e investigación educativa, cambio metodológico, desarrollo de la competencia digital, de lenguas extranjeras, fomento de la convivencia y desarrollo científico en las diferentes áreas curriculares». Para este curso, se han acogido a esta modalidad seis docentes.

Por otro lado, existe la opción de una aportación concreta. Aquí los docentes honoríficos llevan a cabo un proyecto elaborado por ellos mismos para su realización en un centro específico. En este caso, son catorce los profesores retornados que desarrollan su propia iniciativa.

Además, se presentaron 24 solicitudes de renovación de los 45 profesores que cumplían los requisitos de prórroga.

En su caso, Simón Saludes reconoce que no se imagina «desligado de la docencia». «He podido escoger otras profesiones, pero elegí esta porque me gustó, me veía preparado, capaz y con ganas. En esta profesión soy vocacional. Me gustaría que me recordaran como un profesor. Pienso seguir así siempre. Me gustaría ser siempre el profesor Simón».

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