Diario de Castilla y León

Javier Martínez: «Hay que estar en la calle, es la que marca el estado de ánimo de un país»

LA ESPUELA. director del festival de teatro y artes de calle de valladolid. 30 años siendo el alma y corazón del teatro en la calle, aunque está claro que su vida no es puro teatro. Iba para médico, pero la cultura se cruzó en su camino y no la supo decir que no. Martínez, para muchos el ‘Varillas’ (tomó su nombre de un futbolista del Real Valladolid), dice adiós a su puesto de director del TAC después de haberse reinventando en su última edición por la pandemia. Se baja un telón, pero se deja un legado que será difícil de igualar. 

Martínez es el alma mater del famoso Teatro de Calle que tras tres décadas ha situado a Valladolid como «una de las tres mejores plazas». Ahora recibe un merecido descanso después de vivir la edición más dura. - J. M. LOSTAU

Martínez es el alma mater del famoso Teatro de Calle que tras tres décadas ha situado a Valladolid como «una de las tres mejores plazas». Ahora recibe un merecido descanso después de vivir la edición más dura. - J. M. LOSTAU

Publicado por
J. I. Fernández

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Pregunta- Me dicen que su amor por el teatro llega por un circo de la infancia. 

Respuesta. Pasaba las vacaciones en Cuenca, y al lado de la casa de mi abuela había un circo ruso y me enamoré de la hija del domador, que salía con un bikini de leopardo y no tenía más placer que agarrarme de la mano de mi ‘novia’ los domingos por la mañana mientras daba de comer, entre los barrotes de la jaula, a tigres y leones. Tuve la mala suerte de que un día me vieron mi abuela y mi tía, que venían de misa. A las dos horas y media yo ya estaba puesto en el Talgo de vuelta a Valladolid. 

P.- ¿Se ha pensado lo de irse? o ¿una retirada a tiempo es una victoria?

R.- Me retiro ya. Tengo una edad…Aunque me encuentro bien de cabeza, pero es una edad para dar paso a la gente joven. Tampoco he visto mucho interés en contar conmigo en proyectos futuros desde la Concejalía. Así que he decidido marcharme por la puerta grande, después de un festival que ha resultado excelente y con mucha calidad. 

P.- Problemas con la concejala. ¿No me diga que se llevaba mejor con la derecha cuando estaba en el Ayuntamiento?

R.- Yo no he dicho que me llevara mal, he dicho que no contaban conmigo. (Risas). Con la concejala tengo buena relación, pero es normal que no cuente conmigo por la edad. Haciendo memoria, la verdad es que yo he trabajado perfectamente tanto con la derecha como con la izquierda. 

P.- ¿Y cómo será su vida de jubilado? No le veo mirando obras. 

R.- Con mucha lectura y con muchos paseos si me deja mi maltrecha columna. Es el momento de conocer el Campo Grande por la mañana. Además, tenemos una casa en un pueblo al lado de Olmedo y queremos ir a vivir allí. Y los fines de semana venir a un hotel en Valladolid. 

P.- ¿Se hubiera visto de médico?

R.- Hice hasta cuarto de Medicina, luego saqué la plaza de un interno en el Hospital Villacián y ahí me formé como especialista en siquiatría y terapia de grupos. Me gustaba mucho, lo que pasa es que me tentó mucho más el tema de la cultura. 

P.- Y en esta pandemia, ¿está habiendo mucho teatro?

R.- Yo soy de los que me fío de los que hacen las cosas a las que se dedican. Si voy al dentista, me fío de que me hará el bien. Y si estoy delante de un epidemiólogo que me dice que tengo que haces una serie de cosas, pues me fío. Me fío de las personas que ejercen en lo que se han formado. Yo sí me creo todo lo que está pasando y las medidas que nos han mandado hacer. 

P.- Ahora de todo se aprende algo. ¿Qué ha aprendido de esta edición del TAC en tiempos de coronavirus? 

R.- La mirada del espectador ha sido diferente. Salir de casa para ver un espectáculo de cultura con la que está cayendo, es jugarte el tipo.  Me ha parecido muy interesante ver cómo la gente quiere y busca cultura. Valladolid sigue siendo de las cuatro mejores plazas de España. 

P.- ¿Complicada o especial? 

R.- Complicada y especial. El parto ha sido muy complicado, pero ha resultado una experiencia muy interesante. Hemos descubierto espacios, como los patios de colegios, que han sido un acierto. Estoy encantado, pese a ser una experiencia dura. 

P.- Han dado un premio bien merecido para el público. ¿Para agradecer su presencia o para pedirles disculpas?

R.- Daría un premio al público por aguantar las colas. El único problema han sido las largas colas en la Plaza Poniente para acceder a una invitación, pero fue la opción más correcta. Si nos hemos equivocado, pido perdón. Felicito a la gente de producción por las condiciones de seguridad. 

P.- ¿El camino perdido se va a volver a recuperar? 

R.- Sería interesante recuperar y aprender de lo vivido en esta edición. 

P.- ¿Le da miedo el futuro?

R.- No lo sé. El TAC forma parte de mi cuerpo y de mi cabeza. Cuesta mucho levantarlo, y yo lo llevo haciendo desde que existían los Carnavales de Valladolid hace 30 años. Es como una obra de arte, que va desde el corazón del TAC hasta el mío. Es un hecho que se convierte en arte. Me cuesta mucho y claro que tengo miedo por el futuro. 

P.- ¿Cuántas ideas se quedan entre bambalinas?

R.- Una muy clara que tenía en mi cabeza. El campeón del mundo de bagadas celtas desfilando por el Paseo del Cauce. Es decir, convertir el TAC en un espacio de 24 horas. 

P.- La situación de las artes escénicas va a pasar por momentos difíciles. ¿Alguna recomendación desde la experiencia?

R.- Yo creo que vamos a salir más fuertes. El virus se va a resolver y las artes escénicas irán a mejor. Auguro buen futuro. 

P.- ¿Cuánto de su vida ha tenido de teatro?

R.- Yo soy un hombre muy sincero. Me gusta convertirlo todo en grandes ceremonias y buscar el lado teatral en todas las situaciones cotidianas. Pero siempre me he dejado llevar por la respuesta del público. 

P.- Sabe mucho de salir a la calle, ¿es el momento de despertar y volver a hacerlo?

R.- La calle es fundamental siempre, marca el estado de ánimo del ciudadano. En la calle siempre hay que estar con los ojos bien abiertos para entender bien el proceso de transformación de una sociedad. 

P.- ¿Si tuviera que elegir entre deporte, teatro y calle?

R.- Es complicado. Las tres han sido muy especiales. El teatro lo uní a mi formación, y me quedé en la parte práctica. El deporte fíjate que me llaman ‘Varillas’ por un jugador de fútbol de esa época. Y la calle es mi vida, y el TAC mi pequeña joya. 

P.- Firme defensor de que «no todo vale». Ahora parece que en la vida es al contrario.  

R.- Es algo que me encontré cuando llegué a la cultura. El todo valía. Cuando contratabas un número de zancos, no contratabas eso, si no el número de zancos según el dinero que tenías. Eso me parecía que el todo vale era un engaño para el espectador. Hay que hacer un todo vale por la calidad. Ya se sabe que el que no sabe a dónde va, acaba siempre en otra parte. 

P.- Toda una vida dedicada a las artes. Ahora se baja el telón y qué debería decir. 

R.- Que estoy muy orgulloso del trabajo que he realizado y que lo volvería a hacer. 

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