UN HOMBRE | MIL VINOS
«La cata de un vino, por su dimensión sensorial y de memoria, no puede digitalizarse»
Es uno de los periodistas más veteranos de la información sobre vinos en España . Buen conocedor de las zonas y DO de vinos y, entre ellas, las de Castilla y León. De ellas dice que las del Duero han contribuido mucho al desarrollo del vino español de las últimas décadas. De los primeros periodistas que aparecieron en los ochenta en un panorama repleto de escritores y comentaristas. De ahí que su criterio a la hora de informar marcase las diferencias. Es un buen catador y un excelente comunicador gracias a su gran formación cultural. Carlos Delgado es una lectura obligada para quien quiera acercarse a la cultura del vino y al mundo de la cata. Es, además, un testigo directo de la revolución del vino en España en el último cuarto de siglo.
Pregunta.- ¿Ha merecido la pena dedicarle tantos años al mundo del vino?
Respuesta .- Es evidente. Los periodistas especializados hemos cumplido un importante papel en un país donde prácticamente no existía la crónica del vino. Nosotros aportamos una visión crítica y yo creo que impulsamos la reconversión vitivinícola de España. Esas críticas y el valor periodístico de los vinos significaron que la viticultura se renovara y que surgiera la enología.
P.- Y la figura de las Denominaciones de Origen…
R .- Los Consejos Reguladores han sido vitales desde el punto de vista administrativo. Sin ese impulso las cosas no habrían ido tan bien.
P.- ¿Cree que las cooperativas fueron el sustrato sobre el que edificamos después?
R .- Las cooperativas elaboraban el 80% del vino en España, no solo el de sus socios, también el de otros viticultores de la zona. Ellas empezaron con la renovación técnica, fueron las primeras que empiezan a introducir la tecnología y la ciencia de la enología en España.
P.- En su trayectoria como periodista de vino, ¿ha recorrido todas las zonas vinícolas de España?
R .- Yo me he recorrido todas la España vitivinícola, he visitado muchísimas bodegas y he vivido en primera persona ese proceso de reconversión del viñedo.
P.- ¿Sigue preocupando el descenso del consumo del vino en nuestro país?
R .- En los años 80, que es cuando comienza el descenso, consumíamos 70 litros por habitante y año y esa curva no ha parado de bajar nunca. Ahora estamos, aproximadamente, en unos 20 litros por habitante, el undécimo puesto de consumo per cápita. ¿Y cuál es el país con mayor cifra? El Vaticano.
P.- Las mujeres cada vez tienen más presencia en el mundo del vino, ¿piensa como yo que catan mejor?
R .- Hoy en día estamos a un nivel paritario y seguramente haya una proporción de mujeres mayor que de hombres en el mundo vitivinícola. Y sí, las mujeres catan mejor porque desde pequeñas han estado rodeadas de aromas a los que darles más importancia.
P.- ¿Cómo vivió el proceso de adaptación a las nuevas tecnologías y las redes sociales en el sector?
R .- Yo soy un apasionado de la revolución digital. Nos está transformando y para mí tiene la misma importancia que la revolución neolítica o que la industrial. La digital es la tercera gran revolución de la historia de la humanidad. Pero el mundo del vino, por su dimensión vinculada a lo sensorial y a la memoria, no puede digitalizarse. No puedes percibir la calidad de un vino de manera virtual. Yo creo que el mundo del vino tendrá sus dimensiones lúdica, gastronómica y la experiencia total: el enoturismo. No puedes nunca gozar de un gran vino si no has estado en la zona donde se ha elaborado.
P.- Los que nos dedicamos a la cata, renovamos nuestro vocabulario constantemente…
R .- Sí, pero eso no es malo. Un vino mediocre tiene, como mínimo, 800 aromas y una nariz medianamente bien entrenada como mucho percibe 60, 80, mientras que una nariz normal no pasa de los 10. La tendencia hoy es la sorpresa, la singularidad, todo es tan vertiginoso que necesitas continuamente estímulos de novedad. Los enólogos y las bodegas de vanguardia elaboran vinos donde el perfil aromático sea más original. Pero un vino no es una cacería de aromas, es un gozo con los aromas. Tener cultura de vino significa haber bebido mucho y tener una memoria olfativa.
P.- ¿Qué futuro inmediato ve al vino español con su esquema territorial y enológico?
R .- El vino español desde el punto de vista vitivinícola está al mismo nivel que Francia: tanto agrario como enológico o de instalaciones. Desde el punto de vista de la calidad vamos avanzando en la cúspide. Hay que abordar la tercera pata: saber comercializar. Y los españoles, salvo algunas excepciones, somos muy malos vendedores.