Antecessor, el hermano mayor de las especies más modernas
Obtienen la secuencia de proteínas más antigua de un diente de Atapuerca / Confirma su parentesco con sapiens, neandertales y denisovanos que habían descrito en su morfología
Atapuerca vuelve a ser la cantera de fósiles que permite avanzar en estudios pioneros de la arqueología del siglo XXI. Si la obtención de ADN antiguo con los restos humanos de la Sima de los Huesos era un hito en la historia del estudio de la Prehistoria, ahora es Homo antecessor quien vuelve a ser pionero con la obtención de la secuencia de proteínas más antigua del mundo.
Unos resultados que confirman la relación con sapiens y neandertales que ya había dado el análisis morfológico de las 170 piezas fósiles recuperadas de la especie relativas a nueve individuos. Pero la secuencia de aminoácidos añade un nuevo miembro a la familia: los denisovanos. Frido Welker explica que «nuestros resultados respaldan la idea de que Homo antecessor era un grupo hermano del conjunto de homínidos del que forman parte neandertales , humanos modernos y denisovanos, así que debemos suponer que los árboles filogenéticos que hemos obtenido describen bien las relaciones de parentesco entre estos grupos de homínidos».
El estudio que publica Nature se ha realizado por el Centro de Investigación de Proteínas de la Fundación Novo Nordisk, el Globe Institute y la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Copenhague (que implica a los científicos Frido Welker, Enrico Capellini y Jesper Valgaard Olsen) y el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) (José María Bermúdez de Castro y María Martinón) en una colaboración que arrancó hace cuatro años. El grupo de investigación en proteínas solicitó entonces piezas fósiles para realizar un análisis que permitiera obtener la secuencia de proteínas antigua.
Es una técnica destructiva y «pensamos en una pequeña fracción de un diente de antecessor» , explica Bermúdez de Castro. «Era una esquirla minúscula que sabíamos que era un diente por el gran conocimiento que tiene José María porque era casi irreconocible y resulta que nos ha ayudado a situarnos en la primera línea de técnicas novedosas aplicadas a la evolución humana», sentencia María Martinón.
En esa minúscula pieza se ha encontrado la cantidad suficiente de proteínas de hace 800.000 años de antigüedad extraídas de partes de dentina y esmalte que conservaba el fósil extraído del nivel TD-6 de Gran Dolina en el sondeo de 1994. Este hallazgo es importante por la técnica en sí y sus consecuencias en torno a la información genética extraída por la cadena de aminoácidos recuperada. Pero esas conclusiones refuerzan también los estudios y análisis morfológicos que se han realizado sobre Homo antecessor que también reivindica con este análisis su condición como especie.
«Desde el año 96 se ha ido contrastando que hay rasgos en antecessor que después evolucionan en los neandertales , después vinieron estudios como la cara moderna que lo emparentaban con el Homo sapiens, ahora la genética refuerza estas conclusiones», explica Martinón. Para Bermúdez de Castro, que redactó el artículo que en 1997 describía los rasgos morfológicos de fósiles a los que daba categoría de nueva especie del árbol genealógico del hombre, las proteínas «son el espaldarazo final de antecessor como especie, que tuvo sus reticencias en su momento, y si no es el ancestro común de sapiens y neandertales, está muy cerca de serlo».
Con las proteínas se ha podido ir 400.000 años más atrás de los estudios de ADN antiguo, cuya cifra más antigua se obtuvo con el registro fósil de la Sima de los Huesos en Atapuerca. « Mucho de lo que sabemos hasta ahora se basa en los resultados del análisis de ADN antiguo o en observaciones de la forma y la estructura física de los fósiles. Debido a la degradación química del ADN a lo largo del tiempo, el material genético humano más antiguo recuperado hasta la fecha apenas supera los 400.000 años», explica Enrico Cappellini, profesor asociado del Globe Institute, Universidad de Copenhague, y responsable principal del grupo de investigación. «Ahora, el análisis de proteínas antiguas con espectrometría de masas, un enfoque comúnmente conocido como paleoproteómica, nos permite superar estos límites», añade Cappellini. Se ha ido 400.000 años más lejos y el extraordinario registro fósil de Atapuerca vuelve a ser clave para avanzar en las técnicas más novedosas de la arqueología del siglo XXI.