El rey del tuneado construía caletas en coches para ocultar droga por 10.000 euros
Desmantelado en Ávila, con 26 detenidos, el mayor taller especializado en crear zulos en vehículos
Era, con total probabilidad, el ‘número uno’ del tuneado de vehículos en Europa para burlar los controles de droga. Un servicio por el que cobraba en torno a 10.000 euros por turismo y el doble si había que fabricar caletas en camiones.
Cuando la Guardia Civil desgranó ayer los detalles del desmantelamiento, en Ávila, del mayor taller clandestino de España dedicado a fabricar dobles fondos, no pudo evitar lanzar elogios al cabecilla, de la red, el colombiano J.F, de cerca de 40 años. «Era superprofesional en lo suyo».
«Superespecializado» y con una respuesta para cada tipo de vehículo. «Personalizaba las caletas a cada modelo. Lo nunca visto», insistió el jefe de la Policía Judicial de la Benemérita en Ávila.
La caza del considerado «número uno» de España en este delictivo arte del tuneado, se consumó los pasados días 3 y 4 de marzo, aunque el Instituto Armado llevaba ya un año de sigiloso cerco entorno a este colombiano al que le constan antecedentes «graves» en su país de origen. Se había movido en Madrid, pero eligió finalmente unas naves de Ávila alejadas de la ‘civilización’ buscando pasar desapercibido. Primero una, luego dos y al final tres… pero iba a más. Pasadizos entre naves
Los investigadores relatan que las naves estaban comunicadas con pasadizos y ya se encontraban en fase de habilitar dormitorios, baños, cocinas y gimnasios, para evitar el trasiego a otros lugares donde los trabajadores irregulares acudiesen a pernoctar o comer.
En la explotación de la operación ‘Caletas’ cayó toda la red. La Guardia Civil detuvo además a otras 25 personas, a las que imputa los delitos de tráfico de drogas, blanqueo de capitales, pertenencia a organización criminal y delito contra los trabajadores. Fueron sorprendidos en plena actividad de fabricación de las ‘caletas’ a 16 turismos de alta gama, dos furgonetas, tres tractocamiones, seis semirremolques y dos motocicletas. Generalmente, los narcos les dejaban el coche durante un mes y al cabo de los 30 días, lo recogían con el invisible zulo ya habilitado en su interior.
Nada más hacerse cargo del vehículo «lo desmontaban entero», apunta el capitán jefe de la PJ de Ávila. Y cuando se dice entero, ahí van incluidas la tapicería y la carrocería. Desmontado, el colombiano J.F. , daba orden para crear el escondite más idóneo, sin hacer ascos a un asiento, el fondo del maletero, techos de los remolques de los camiones o cualquier hueco. Cuanto más insospechado, mejor.
El taller, con varias sedes repartidas en zonas aisladas de Piedralaves y Casavieja, contaba con una cadena de montaje en la que trabajaban especialistas sin estar dados de alta y recibía encargos de organizaciones de narcotraficantes de España y de países europeos.
«La particularidad del cabecilla, no es que solo hiciera caletas como churrros, sino la especialidad: adaptada o personalizada cada caleta a tipo de vehículo», resaltó el mando de la Policía Judicial.
Se permitía el lujo de poseer un stock de piezas prefabricadas para poder abarcar más y no parar la producción. «Ya al final, él mismo ni tocaba una herramienta», explicó el mando. Su negocio había llegado a tal punto que disponía, en tres naves, de una potente maquinaria y una legión de operarios de todas las especialidades. Tapiceros y electricistas
En las naves, los detenidos habían montado una verdadera infraestructura de cadena de montaje, con una espectacular inversión en medios: herramientas, grúas, compresores, cabinas, repuestos y tapicerías. Además, contaban con especialistas tapiceros, electricistas, forjadores, soldadores o chapistas. Tal era el grado de profesionalidad de la cadena que podían trabajar a la vez en más de diez vehículos.
En consecuencia, el resultado era espectacular para el cliente. Tan difícil era dar con la cámara secreta, que casi necesitaban un manual de apertura. Hasta cuatro mecanismos simultáneos, eléctricos e hidráulicos, había que activar para abrir las portezuelas. Ejemplo: para abrir la caleta en un todoterreno, tenía que estar arrancado y con un imán colocado en un lugar y otro en otro punto. Al tiempo era necesario pulsar el interruptor del limpiaparabrisas. Y, por último, era impepinable retirar el mechero y pulsar con una llave para que subiesen los asientos delanteros con un sistema hidráulico.